Sánchez ya es el «viejo PSOE»
«Tras diez años detentando el poder, Sánchez ya nunca volverá a ser el adalid de ningún joven PSOE, sino que, mal que le pese, se ha convertido en el viejo PSOE»
Al igual que, como dijo -creo recordar- Baudelaire, el mejor truco del diablo fue convencer al mundo de que no existía, el mejor truco de Pedro Sánchez para alzarse en dos ocasiones con el poder en el PSOE fue convencer a una deprimida militancia socialista de que una criatura como él, nacida políticamente en los despachos más oscuros de la sede de la calle Ferraz y amamantada a los pechos del todopoderoso Pepe Blanco, era quien mejor podía encarnar a un joven Partido Socialista capaz de enfrentarse y derrotar al viejo y derechizado aparato partidista.
Una operación para la que, además de con la inestimable colaboración de sus rivales (la fotografía de Susana Díaz rodeada de todo el antiguo testamento del PSOE en IFEMA en el mitin central de sus primarias fue paradigmática) y del oscuro aparato que -manda huevos- decía combatir, contó con la colaboración de toda una generación de altos cargos y cargos intermedios de los gobiernos de Felipe González, jubilados en su mayoría, que vieron en él una oportunidad tanto de volver a ejercer el mando en un PSOE que había dejado de contar con sus doctas opiniones y sus incuestionables capacidades estratégicas. Una provecta falange de combativos sesentones y setentones (y sesentonas y setentonas) que a falta de mayores emociones en sus vidas decidieron cambiar el viaje anual a Benidorm por una tournée por provincias con parada en todos los mítines de las primarias sanchistas.
A partir de ahí, y contra toda evidencia empírica sobre su bastardo origen y sus envejecidos compañeros de viaje, el relato épico de Sánchez siempre ha tenido bien aposentada una de sus patas en esa dicotomía tan falsa como eficaz: él representaba a ese nuevo y vibrante PSOE que -con uno de sus peores resultados históricos- había logrado alzarse con el Gobierno, mientras que sus rivales internos no eran otra cosa que oscuros representantes del viejo y caduco PSOE del pasado siglo, el antiguo testamento, el Viejo PSOE.
Un partido en el que hoy, tras diez años de persecuciones y purgas de las que estaría orgulloso Lavrenti Beria, Sánchez ha conseguido el éxito total, esto es, la laminación absoluta de cualquier tipo de contestación a su egregia persona, un partido que solo responde a él, un partido para cuya militancia la historia de la humanidad ya no tiene su origen ni en el Big-Bang si en el Génesis bíblico, sino que comienza el día del advenimiento a la Moncloa de Sánchez. Nada menos.
«Los entornos más combativos de los gobiernos de González deben realizar un ejercicio de generosidad, apartándose temporalmente de la primera línea de los medios de comunicación, dado que cada aparición suya refuerza a Sánchez internamente, rejuvenece su imagen por comparación y le hace aparecer como lo que ya no es, un líder fresco y nuevo»
Una estrategia tan exitosa que está a punto de crearle un problema simbólico de envergadura, un problema que puede destrozar su relato fundacional, y es que tras diez años detentando el poder y a partir del congreso de Sevilla, Sánchez ya nunca volverá a ser el adalid de ningún joven PSOE, sino que y mal que le pese, se ha convertido en el viejo PSOE él mismo.
Claro, que para que este hecho casi biológico sea evidente tanto para la militancia socialista y -sobre todo- para la sus votantes, van a hacer falta al menos dos ejercicios, uno de generosidad y otro de valentía.
El de generosidad deberían realizarlo los entornos más combativos de los gobiernos de González, apartándose temporalmente de la primera línea de los medios de comunicación, dado que cada aparición suya refuerza a Sánchez internamente, rejuvenece su imagen por comparación y le hace aparecer como lo que ya no es, un líder fresco y nuevo.
El de valentía, cuando llegue el momento, deberá protagonizarlo algún nuevo líder, enfrentándose al viejo PSOE del viejo Sánchez con una propuesta mayoritaria capaz de hablarle a toda la sociedad española desde un nuevo y joven PSOE que pueda jubilar al engendro actual.