Retos y oportunidades de las migraciones
«Los inmigrantes son necesarios en la mayoría de los países europeos, pero deben entrar legalmente, a poder ser ya con su contrato de trabajo»
Las migraciones entre diferentes territorios se han producido a lo largo de toda la historia, si bien en los últimos años se han intensificado exponencialmente. En efecto, la huida de zonas de conflicto o por hambrunas fueron las razones históricas tradicionales de movimiento de personas entre diferentes lugares.
En la actualidad, la ONU diferencia claramente las migraciones por razones de riesgo para la vida de las personas que tienen el carácter de «refugiados» y, las que lo hacen por razones económicas, en busca de unas mejores perspectivas de trabajo y de vida. Actualmente, esta última causa es la razón fundamental de emigración, de zonas poco desarrolladas a países desarrollados.
Las tensiones migratorias no son similares en todas las fronteras, éstas son especialmente intensas en las denominadas fronteras calientes, que son en las que existe un mayor diferencial de renta entre los países limítrofes. La primera la de Corea del Norte con Corea del Sur, la segunda México con EEUU y la tercera España con Marruecos. Además, en este último caso es una de las puertas de Europa.
El creciente envejecimiento de la población en Europa y los desincentivos mediante subvenciones para realizar ciertas actividades, hace necesaria la incorporación de mano de obra inmigrante, pero este proceso debe ser legal, ordenado y que garantice el cumplimiento de las leyes del país de destino, a todos los ciudadanos que se encuentren en este territorio.
Lo que hay que evitar es la inmigración ilegal, que perturba la realidad social y económica tanto del país de origen como del de destino, evitarla depende del esfuerzo conjunto de ambos.
«Para algunos países las remesas de emigrantes son uno de los más importantes financiadores de sus importaciones»
Los emigrantes suelen ser personas formadas con iniciativa, por lo que provocan una pérdida de capital humano que lastra la capacidad de progreso del país de origen, que es en el que normalmente se han educado, por lo que se genera una redistribución perversa de renta del país de procedencia al del destino, que solo se compensa si se retornan divisas como consecuencia de su trabajo. Para algunos países las remesas de emigrantes constituyen uno de los epígrafes más importantes financiadores de sus importaciones, como ocurrió en España en los años sesenta del siglo pasado, que junto con las procedentes del turismo sirvieron para financiar el déficit estructural de la balanza comercial.
El mejor mecanismo para evitar la inmigración ilegal es el desarrollo de sus países de origen, para lo que se deben dar condiciones internas de seguridad física y jurídica, y que resulten también atractivos para la inversión extranjera. El libre comercio internacional es el mecanismo más adecuado para potenciar este proceso.
Además, los avances en las Tecnologías de Información y Comunicación posibilitan, para muchas actividades migrar a través de la red; lo que permite al trabajador evitar el trauma de la emigración ilegal, vivir en su país con su familia y vender su trabajo a países desarrollados. El ejemplo más claro es el de la India, que se ha especializado en producir servicios para empresas, como la elaboración de proyectos de ingeniería, contabilidad, etc.
Asimismo, las medidas contra la inmigración ilegal penalizan a las mafias que son las protagonistas perversas del proceso.
«La entrada de inmigrantes debe ser legal organizada y con contratos de trabajo»
Es fundamental potenciar el progreso de los países del Norte de África, para reducir esta situación tan negativa, pero es que además nos beneficiaríamos también los países desarrollados si esta circunstancia se consolida.
La entrada de inmigrantes debe ser legal, organizada y con contratos de trabajo o con perspectivas de obtenerlos rápidamente. Asimismo, es fundamental para todos, que estos se integren en las sociedades receptoras, para evitar el establecimiento de guetos.
España ha sido tradicionalmente un país de emigración, por razones políticas y económicas, habitualmente a Iberoamérica por la lengua y la cultura fundamentalmente. Sin embargo, la reconstrucción de Europa tras La Segunda Guerra Mundial, y la escasez de mano de obra joven en los países centroeuropeos, por la gran cantidad de víctimas que ocasionó la contienda, provocó una gran emigración de españoles a Alemania y Francia fundamentalmente. Según el Instituto Español de Emigración, casi un millón de españoles salieron de nuestro país con contratos de trabajo, es decir con un destino garantizado, a los que se unieron cuando menos, otro millón por el efecto llamada de nuestros propios emigrantes; fue el denominado efecto Vente a Alemania, Pepe.
La mayoría pretendía volver, con lo que sus ahorros los transfirieron a nuestro país, remesas de emigrantes, que fueron fundamentales como fuente de divisas para pagar las importaciones de mercancías, sobre todo energéticas y permitieron que al regresar nuestros emigrantes invirtiesen en pequeños negocios, en sus lugares de origen, sobre todo en la hostelería y en el transporte minorista.
«El desarrollo español de la primera década del siglo XXI convirtió a España en un país receptor de inmigrantes»
El proceso se frenó en los años 70 como consecuencia de la crisis económica generalizada, y de la incorporación a sus mercados laborales de una generación joven de centroeuropeos, nacidos en la posguerra.
El desarrollo español de la primera década del siglo XXI convirtió a España en un país receptor de inmigrantes para cubrir la oferta de trabajos que no cubran con mano de obra nacional, por falta de cualificación, o por no querer desarrollar ya este tipo de actividades, desincentivadas por el subsidio de desempleo.
Tras la última crisis, el proceso se ha intensificado enormemente, provocando un fuerte aumento de nuestra población, que ha pasado de 46,7 millones de habitantes en el año 2018 a 49 millones en la actualidad, como consecuencia de la entrada de inmigrantes; lo que ha impulsado el crecimiento del PIB, junto con el gasto público, pero lógicamente se ha mantenido constante el producto interior bruto per cápita.
En España se produce la contradicción de necesitar mano de obra para cubrir muchos puestos de trabajo, sobre todo en la agricultura, construcción y hostelería, y, sin embargo, muchos otros empleos se quedan vacantes y además somos el país europeo con la mayor tasa de paro.
«La inmigración ilegal debe ser perseguida, lo que representa uno de los grandes retos políticos de Europa en los próximos años»
La inmigración ilegal es un grave problema que padecemos, por ser una de las fronteras más calientes del mundo y una de las principales puertas de entrada a Europa.
Sin embargo, el proceso de contratación en su país de inmigrantes legales, para darles un contrato de trabajo y que empiecen a trabajar y a cotizar a la Seguridad Social, prácticamente en el momento de pisar nuestro suelo, es enormemente complicado y lento; con lo que se convierte en un cuello de botella en algunos procesos productivos, por carecer de mano de obra interna especializada.
Los inmigrantes son necesarios para cubrir puestos de trabajo en la mayoría de los países europeos, incluido nuestro país, pero estos deben entrar legalmente, a poder ser ya con su contrato de trabajo; lo que beneficia tanto al trabajador migrante como a la sociedad del país de destino.
Sin embargo, la inmigración ilegal debe ser perseguida, lo que representa uno de los grandes retos políticos de Europa en los próximos años.