THE OBJECTIVE
Sonia Sierra

Navidad 1 - 'Wokismo' 0

«El sentido de la Navidad seguirá perviviendo porque la luz siempre vence a la oscuridad y cuando parece que todo es destrucción, siempre queda la esperanza»

Opinión
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Navidad 1 – ‘Wokismo’ 0

Ilustración de Alejandra Svriz.

Aunque las zambombadas no forman parte de las costumbres navideñas catalanas, son tantas las personas de origen andaluz que viven en mi comunidad que también se han acabado haciendo aquí. El pasado domingo acudí a una organizada por el coro de la Hermandad Nuestra Señora del Rocío de Rubí que contaba con la presencia de coros de otras ciudades cercanas como Terrassa, Mataró y Esplugues y, mientras estaba disfrutando de la alegría de los cantes navideños, recordé que de pequeña, cuando mis abuelos todavía vivían, celebrábamos la Navidad cantando villancicos acompañados de zambombas y botellas de anís. No puedo precisar cuando fue la última vez que pasé una Nochebuena así, pero sin duda hace ya demasiados años.

Y ese momento de madalena proustiana me llevó a pensar en cómo está desapareciendo el sentido de la Navidad, es decir, la celebración del nacimiento de Jesús, esa bonita historia -seas creyente o no- de una joven pareja que busca un lugar donde pasar la noche y ella, que está embarazada, acaba dando a luz en un humilde pesebre junto a un buey y una mula. En Barcelona, desde que empezó a gobernar Ada Colau, los nacimientos desaparecieron de la plaza del ayuntamiento y, en su lugar, se dedicó a poner mamarrachadas cada vez de peor calibre y parece que Collboni ha decidido seguir por el mismo carril. A esto hay que unir la petición de que se feliciten las «fiestas» en lugar de la Navidad –como nos recordaba Carlos Mayoral desde estas mismas páginas, para no ofender a las personas de otras religiones. No sé con qué tipo de gente se relacionan estos políticos, pero yo tengo amigos judíos y musulmanes que me felicitan las Navidades como yo les felicito a ellos sus celebraciones de Rosh Hashaná o de Ramadán. 

A esos mismos políticos, por cierto, no les duelen prendas felicitar esta última fiesta, lo que denota un evidente tufillo racista, ya que lo que subyace en esa actitud es un sentimiento de superioridad en el que oh, nosotros magnánimos occidentales, tenemos cuidado de no herir vuestra primitiva sensibilidad y por eso mostramos tolerancia hacia vuestra cultura, algo que vosotros sois incapaces de hacer.  Más allá de esta paletada de los progres patrios, es evidente que el respeto a las diferentes religiones no puede pasar por la desaparición de la nuestra, sino por la firme convicción de que todas puedes convivir en paz con sus ritos y tradiciones.

La celebración del verdadero significado de la Navidad sobrepasa las creencias religiosas de cada uno porque de lo que se trata, en definitiva, es de la reivindicación de nuestra cultura. No se sabe en qué fecha nació Jesús y numerosos estudios la sitúan en primavera, pero el Papa Julio I estableció durante el mandato del emperador Constantino que se celebrara el 25 de diciembre para favorecer la conversión de paganos romanos al cristianismo al tratarse del día en el que se celebraba el Sol Invictus, el culto a la divinidad solar, justo cuando los días comienzan a alargarse. Sin duda, se trató de una excelente elección: el momento en el que la luz empieza a ganar a las tinieblas o, lo que es lo mismo, el bien vence al mal.

No se me ocurre mejor alegoría para ilustrar la natividad del hijo de Dios que se encarna para redimirnos de nuestros pecados. De hecho, los romanos no solo celebraban la victoria de Apolo por esas fechas, sino que también festejaban las Saturnales entre el 17 y el 23 de ese mes y se dedicaban a visitar a familiares y amigos con los que organizaban grandes banquetes y se intercambiaban regalos, que es lo que seguimos haciendo siglos después. Y es que incluso el roscón de Reyes es una herencia de esas celebraciones: se introducía un haba en una dulce torta redonda y al afortunado a quien le tocaba era nombrado rey de reyes.

«Desde el ‘wokismo’ se pretende culpar al mundo occidental de todos los males

Somos los descendientes de esa cultura grecolatina de la que surge el cristianismo y hemos alumbrado las grandes obras artísticas y de pensamiento del Renacimiento, del Barroco y de la Ilustración, momento en el que se empezaron a reclamar derechos para las mujeres (Vindicación de los derechos de la mujer fue publicado en 1792) y hoy en todo Occidente gozamos de la igualdad entre sexos –aunque sea formal- mientras que en otros lugares del mundo todavía a las mujeres se les niega la voz así como el poder acceder a la educación, vestirse como quieran o casarse con quien les dé la gana si es que quieren casarse con alguien. 

Desde el wokismo se pretende culpar al mundo occidental de todos los males y ahí tenemos a todo un ministro de Cultura con sus sandeces de descolonizar nuestros museos o dejando a España en un pésimo lugar al no asistir a la reinauguración de uno de los emblemas de nuestra cultura y uno de los lugares más bonitos del mundo: Notre Dame de París. Pero de la misma manera que esta catedral ha sido capaz de mantenerse firme a lo largo de los siglos, como ese roscón que ha atravesado casi dos mil años para alegrarnos el día de Reyes, el auténtico sentido de la Navidad seguirá perviviendo porque al final, como en los ciclos de la naturaleza en los que vivimos inmersos, la luz siempre vence a la oscuridad y en los momentos en los que parece que todo es destrucción, siempre nos queda la esperanza de un nuevo nacimiento que alumbre nuestras vidas.

Así que, queridos lectores, pasen ustedes unas muy felices Navidades y muy especialmente esos valencianos que tanto han sufrido por culpa de la dana y a los que deseo, de todo corazón, que poco a poco puedan ir recuperándose de todo lo vivido y a volver a tener alegría a sus vidas.

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