THE OBJECTIVE
Rafael Pampillón

Por qué EEUU seguirá siendo la primera potencia mundial

«La producción por persona es un 40% superior en Estados Unidos que en Europa Occidental y Canadá, y un 60% superior a la de Japón»

Opinión
4 comentarios
Por qué EEUU seguirá siendo la primera potencia mundial

Ilustración de Alejandra Svriz.

Estamos a final de año. Y a los economistas nos piden previsiones para el próximo ejercicio. Para explicar gráficamente el desempeño que se espera de las grandes potencias, podemos compararlas con espacios físicos. Japón se asemeja a una residencia de ancianos, Europa a un parque temático, China a un campo de trabajo. ¿Y Estados Unidos? Se puede identificar con un superordenador, con funciones mucho más avanzadas y rápidas que las computadoras comunes. 

En efecto, Estados Unidos se consolida como la primera potencia mundial gracias a una combinación de factores económicos, energéticos, políticos, militares y tecnológicos. La economía estadounidense avanza como un caballo pura sangre en una carrera de jamelgos. Mientras otras potencias también desarrolladas lidian con desafíos estructurales y decadencia económica, Estados Unidos sigue liderando el mundo. Por su dinamismo económico, que deja a sus rivales cada vez más rezagados. Las cifras no mienten, y la distancia entre Estados Unidos y el resto del mundo desarrollado se amplía con cada año que pasa.

Cuando comenzó el siglo XXI, Estados Unidos ya era el líder económico global. Según la OCDE, en el año 2000, el trabajador medio estadounidense era un 8% más productivo que el alemán. Hoy, esa brecha se ha duplicado: el trabajador alemán, protegido por un complejo entramado de regulaciones y leyes laborales de la Unión Europea, es ahora un 16% menos productivo. El modelo alemán, antes envidiado por su eficiencia industrial y equilibrio social, ahora parece estancado frente a la agilidad de la economía estadounidense.

La producción por persona es un 40% superior en Estados Unidos que en Europa Occidental y Canadá, y un 60% superior a la de Japón.

El éxito del capitalismo estadounidense

En 2008, el Producto Interno Bruto (PIB) de Estados Unidos y la zona euro eran comparables en tamaño. Actualmente, según el Fondo Monetario Internacional, la economía estadounidense es casi el doble de grande. El modelo económico estadounidense no solo se distingue por sus gigantes tecnológicos (Alphabet, Apple, Amazon, Meta, Microsoft y Nvidia), que lideran sectores clave como la inteligencia artificial (IA) y la digitalización. Sino también por una rica cultura de emprendimiento que se extiende por todos los rincones del país. 

«Estados Unidos es uno de los mayores productores de petróleo y gas, lo que le permite tener costes energéticos significativamente más bajos que Europa»

Esta capacidad de Estados Unidos para fomentar la innovación no se limita a las grandes tecnológicas de Silicon Valley. Está presente también en pequeñas empresas, startups y centros educativos. Este espíritu emprendedor, apoyado por políticas que incentivan el riesgo y recompensan el éxito, ha sido un pilar fundamental para su liderazgo global.

A lo que hay que unir un sistema laboral que permite una rápida adaptación a los cambios globales y una autonomía energética. Efectivamente, Estados Unidos es uno de los mayores productores de petróleo y gas, lo que le permite tener costes energéticos significativamente más bajos que Europa, y eso fortalece su competitividad.

Además, el americano medio suele estar abierto a la movilidad geográfica y sectorial. Es lo que se conoce en inglés como «start anew». Es decir, cambiar de ciudad o de actividad si se detecta una buena oportunidad profesional.

Mientras tanto, Japón lucha contra una población envejecida, que está hipotecando su economía. Y Europa parece atrapada en una autocomplacencia que la convierte en un parque temático, atractivo para turistas, pero sin el dinamismo empresarial y tecnológico necesario para ser una economía en auge. 

«Si Europa quiere cerrar la brecha que la separa de Estados Unidos, es imprescindible que arroje al mar el lastre que le impide navegar»

China, impulsada por un mercado laboral dual (uno más rico en capital humano y otro de baja productividad), es una potencia tecnológica y manufacturera que se enfrenta a limitaciones crecientes. Entre ellas, el envejecimiento de su población, un mercado inmobiliario en crisis, enormes problemas de sobrecapacidad, tensiones geopolíticas en alza y quiebra de sus instituciones. Un ejemplo: la represión de empresas como Alibaba y Tencent ha generado incertidumbre y desincentivado la inversión privada nacional y extranjera. 

Frente a estos modelos, Estados Unidos combina la eficiencia del mercado con una capacidad inigualable para atraer y retener talento global.

El camino que debe seguir Europa

A menudo, los estadounidenses han sido caricaturizados como poco sofisticados o excesivamente materialistas. Sin embargo, estas percepciones ignoran la realidad de un país que sigue superando a sus rivales en términos de educación superior, innovación, productividad y prosperidad general. Si Europa quiere cerrar la brecha que la separa de Estados Unidos, es imprescindible que arroje al mar el lastre que le impide navegar, y adopte una visión más pragmática y cercana a la frontera del conocimiento. Esto implica:

  • Fomentar la innovación: Europa debe facilitar el emprendimiento y reducir las barreras regulatorias y burocráticas que sofocan la creatividad y el crecimiento. Esto incluye incentivar el riesgo empresarial y apoyar a las startups con acceso a una financiación competitiva.
  • Modernizar el mercado laboral: Las economías europeas necesitan flexibilizar sus sistemas laborales para adaptarse a los rápidos cambios tecnológicos y económicos. Esto no significa desmantelar la protección social, sino encontrar un equilibrio que fomente la competitividad sin sacrificar la equidad. Se trata de evitar la fuga de capital humano y aumentar la capacidad de atraer talento global.
  • Invertir en educación y tecnología: La brecha de productividad no se cerrará sin un compromiso renovado con la educación en ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM). Estados Unidos y China siguen liderando este ámbito gracias a sus universidades: las mejores del mundo. 

La distancia que separa a Estados Unidos del resto de países desarrollados no es un accidente ni una coincidencia, sino el resultado de un sistema que valora la libertad política y económica, la eficiencia, la flexibilidad y la innovación. En cambio, las economías europeas y asiáticas que no logren adaptarse corren el riesgo de quedar rezagadas en un entorno global cada vez más competitivo. Se suele decir que Estados Unidos inventa y Europa regula. Parece claro que Europa no pueden conformarse con este papel subsidiario si aspiran a mejorar sus niveles de productividad y bienestar.

El siglo XXI pertenece a Estados Unidos porque ha entendido mejor que nadie cómo combinar políticas públicas inteligentes con una economía de mercado abierta. Si el resto del mundo desarrollado no tiene la humildad de aprender de su ejemplo, el caballo pura sangre seguirá alejándose, mientras el resto se quedará trotando en una carrera que ya parece perdida. Y una de las lecciones que se puede aprender de Estados Unidos es tener un sector público bien dimensionado. Como diría uno de sus padres fundadores, Thomas Jefferson, «estoy a favor de un gobierno que sea vigorosamente frugal y sencillo». 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D