THE OBJECTIVE
Esperanza Aguirre

Los cien siniestros aquelarres de Sánchez

«Sánchez ha hecho suyo ese proyecto siniestro de Zapatero de volver a la guerra civil, para lo que se empeña en construir un muro que divida a los españoles»

Opinión
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Los cien siniestros aquelarres de Sánchez

Ilustración de Alejandra Svriz.

Los españoles de hoy heredamos y tenemos que enfrentarnos con la historia de los 44 años del periodo comprendido desde la implantación de la II República en 1931 hasta el final de la dictadura de Franco, cuando murió en 1975. Un periodo que estuvo marcado por el enfrentamiento brutal entre españoles, enfrentamiento que llegó hasta la catástrofe de una guerra civil, que es, sin duda, la peor de las guerras.

Muchos de los que habían tenido algún protagonismo durante ese periodo vivían cuando, en 1975, murió Franco. Y, por supuesto, los españoles de entonces habían vivido también con Franco de Jefe del Estado. Todos ellos, cuando echaron la vista atrás para ver lo que había pasado en esos 46 años, pronunciaron la palabra amnistía, que viene del prefijo griego a-, que significa negación, y de memoria (amnesia), es decir, que tiene el significado de olvido mutuo del pasado.

Cuando digo todos los españoles lo digo porque los resultados de los referendos que se celebraron en 1976 y en 1978 demuestran que fueron una inmensa mayoría los que estaban por la reconciliación.

Sobre todo, los que habían vivido la guerra y los que habían tenido actividad política tanto en la oposición clandestina como en el régimen de Franco. Todos querían olvidar, porque todos ellos sabían que aquellos 46 años habían sido el resultado de una serie de errores y de horrores de los que habían sido protagonistas unos y otros.

Los Procuradores de las Cortes franquistas, renunciando sin rechistar a sus privilegios, y los dirigentes comunistas de la guerra, como la Pasionaria o Santiago Carrillo, sentándose en el Congreso de los Diputados bajo la presidencia de D. Juan Carlos, son la demostración de aquella voluntad de pasar página, de no hurgar en los desastres del pasado, de abrazarse unos con otros con la voluntad decidida de que nunca más volvieran a producirse enfrentamientos como los de aquellos años. Por supuesto que eso no significa que no se siguieran estudiando los episodios de aquel periodo para conocerlos mejor y, precisamente por eso, para no repetirlos jamás.

«En ese momento vieron clarísimo que lo mejor para España y los españoles era ese abrazo de reconciliación»

La amnistía, el abrazo mutuo, la reconciliación de todos con todos tenía muchos significados. El primero, reconocer que unos y otros habían hecho muchas cosas mal y que unos y otros se lo perdonaban. Y, al mismo tiempo, que todos, a pesar de los errores y de los horrores, lo habían hecho porque querían lo mejor para España y los españoles. Igual que en ese momento vieron clarísimo que lo mejor para España y los españoles era ese abrazo de reconciliación y ese compromiso de nunca más partir España en dos mitades irreconciliables.

Para llegar a aquel abrazo tuvo un protagonismo insuperable Don Juan Carlos, que fue el máximo impulsor de la reconciliación.

Pues bien, un presidente incalificable -y mido bien mis palabras-, José Luis Rodríguez Zapatero, descubrió que lo único que podría ofrecer a los españoles era resucitar la guerra civil y cultivar el odio para partir a los españoles en dos mitades. Y su discípulo aventajado, Pedro Sánchez, ha hecho suyo ese proyecto siniestro de volver a la guerra civil, bien que, por ahora, sin crímenes, para lo que se empeña en construir un muro que divida a los españoles.

De ahí que ahora, cuando se siente acorralado por los escándalos de su banda, haya decidido sacar a pasear la memoria de Franco para denigrarle, olvidando que Franco tuvo con él a, por lo menos, media España en el 36 y mucho más en el 75, cuando murió en la cama con una oposición escasísima, entre la que, por cierto, había muy pocos socialistas.

«Amnistía es no utilizar, para tirárselas a la cara, las barbaridades que cometieron los socialistas en aquellos tremendos años»

Pero no sólo eso, como sabe que el Rey de España representa la unión de todos los españoles y Sánchez lo que quiere es cargarse esa unión, y como sabe que en Paiporta el Rey de España ha salido prestigiado mientras Sánchez huía de manera cobarde y vergonzosa, pretende que Don Felipe participe en alguno de los cien siniestros aquelarres que ha hecho que el Gobierno de España organice. ¡Qué vergüenza y qué asco!

Amnistía es no utilizar, para tirárselas a la cara, las barbaridades que cometieron los socialistas en aquellos tremendos años, entre las que están, sin entrar en demasiados detalles, el asesinato del jefe de la Oposición con dos tiros en la nuca a manos de unos socialistas, algo por lo que aún no he oído ni a Zapatero ni a Sánchez pedir perdón, o la creación de más de 200 checas en Madrid, donde militantes del PSOE no pararon de asesinar a miles de personas por el simple hecho de que iban a misa.

¿Qué pensaríamos si algún líder del Partido Popular, para cumplir con la memoria democrática, por ejemplo yo, hubiera decidido a colocar unas lápidas en los lugares donde estaban esas checas, desde las que los socialistas asesinaban a inocentes y, para la inauguración de la primera invitara a S. M. el Rey? Sería repugnante, pues sería reabrir las heridas de la guerra civil, volver a dividir a los españoles y pretender que el Rey, que representa la unidad de la nación, se coloque en uno de los lados del muro de Sánchez.

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