THE OBJECTIVE
Carlos Mayoral

Vuelve el franquismo

«Nos harán creer que la dictadura no se fue, o al menos no del todo. Tacharán de fascista a más de uno, aparecerán herederos del franquismo por todas partes»

Opinión
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Vuelve el franquismo

Francisco Franco | Archivo

Este 2025 que ahora inauguramos se cumplen 50 años de la muerte de Franco. Han de estar preparados, queridos lectores, para volver al franquismo. Ya se encargarán los de siempre de remover convenientemente los huesos del dictador. Nos los meterán en desayuno, comida y cena, harán de estos restos un espectáculo feroz. Nos harán creer que la dictadura no se fue, o al menos no del todo. Tacharán de fascista a más de uno que pase por allí, aparecerán herederos del franquismo por todas partes. Será una efeméride que aprovecharán, además, para erigirse en los enterradores del finado. Por todos lados aparecerán libertadores, profusos defensores de la democracia, gente que corrió delante de los grises para que usted o yo seamos hoy ejemplares socialdemócratas.

Así es, prepárense para volver al franquismo. Pasearemos las cámaras por el Valle de los Caídos, vieja morada del dictador. Nos regodearemos por los pasillos del Pardo, pernoctaremos en el Canto del Pico, veranearemos en el Pazo de Meirás. Al emérito le colgarán el brazalete de heredero mayor de la dictadura, y lo sacarán en andas por la Plaza de Oriente para que todos los ciudadanos puedan lanzar los improperios que deseen. Nadie estará a salvo, cualquiera puede ser el siguiente franquista con reluciente pedigrí. Quizá usted, apreciado lector, sea el próximo fascista, no se confíe. 

«Probablemente nadie festeje que en España se llevó a cabo una Transición modélica, sin derramar una sola gota de sangre»

Ahora hablemos de las cosas que no se celebrarán. Probablemente nadie festeje que en España se llevó a cabo una Transición modélica, sin derramar una sola gota de sangre, y con el acuerdo tanto formal como tácito de todos los grandes líderes del país. Quizá nadie conmemore que los vecinos de esta tierra decidieron dejar atrás lo que les separaba para centrarse en lo que les unía, y que la democracia que vino detrás resultó modélica a ojos de cualquiera que observe desde el exterior. No me extrañaría que tampoco se ensalce la capacidad que tuvo la sociedad de perseguir la concordia, cuando hubiera resultado muy fácil, con ciertas heridas aún abiertas, que la discordia volviese a estallar. 

Y digo que nada de eso se celebrará porque aquel espíritu de unión y consenso hace tiempo que se fue al carajo. Con un país cada día más fragmentado, con un Congreso que refleja perfectamente ese taifismo, y con un Gobierno que sabe sacar rédito electoral de este vodevil, exponer en el discurso público todo aquello que nos separa es casi una obligación para estos artistas de la falacia. Nos enfrentarán con la soplapollez del franquismo, como ya nos enfrentan por ser hombre o mujer, rico o pobre, madrileño o catalán, pensionista o no. Esta es la clave: administrar una comunidad rota que reconozca al enemigo en el de al lado y no en el politicucho de turno.

Sólo nos queda confiar en la sociedad civil, a menudo muy por encima de toda esta gentuza. Esa sociedad es la misma que sacó a Franco del imaginario hace ya muchas décadas, y también la que ha hecho de este país un lugar amable y pacífico desde que la dictadura se apagó. A vosotros me encomiendo.

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