THE OBJECTIVE
Ignacio Vidal-Folch

Planes de Trump para hacer «América» más grande

«Es posible que las amenazantes observaciones de Trump sobre Canadá, Groenlandia y Panamá sean una cortina de humo para desviar la atención»

Opinión
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Planes de Trump para hacer «América» más grande

Ilustración de Alejandra Svriz.

La felicitación que Donald Trump compartió en las redes sociales el día de Navidad no llevaba un mensaje de paz, amor y entendimiento para todo el mundo. Dice textualmente:

«Feliz Navidad a todos, incluidos los maravillosos chinos, que están trabajando amorosa pero ilegalmente en el Canal de Panamá (donde perdimos 38.000 personas cuando se construyó hace 110 años), mientras se aseguran de que Estados Unidos gaste miles de millones en ‘reparaciones’ sin tener absolutamente nada que decir sobre nada». 


«Deseamos también una Feliz Navidad al Gobernador de Canadá, Justin Trudeau, cuyos impuestos son demasiado altos. Si Canadá se convirtiera en nuestro 51ᵉ Estado, los impuestos se reducirían en más de un 60%, todas las empresas duplicarían inmediatamente su tamaño y los canadienses tendrían la mayor protección militar del mundo».


«Por último, Feliz Navidad al pueblo de Groenlandia, al que Estados Unidos necesita por razones de seguridad nacional, y que quiere que Estados Unidos esté allí —¡y allí estaremos!—».

Por más que las escriba el próximo presidente de los Estados Unidos –toma posesión del cargo el próximo día 20-, y por más impertinentes e impropias de un estadista que sean, las palabras por sí solas no pesan. Puede que el «christmas» de Trump no sea mucho más que una fanfarronada, y que Canadá pueda archivar las que le aluden como meras groserías a beneficio de inventario. O sea, una forma como otra cualquiera de alborotar el gallinero.  

En Groenlandia de hecho ya están los Estados Unidos, mediante una base militar cercana a sus costas. Ahora bien, en Dinamarca se tientan la ropa. Reiteradamente a lo largo de los últimos años Trump ha manifestado que el gran tamaño de la isla cercana al Continente, con sus inmensos recursos minerales, le engolosina. Esas riquezas naturales, considera el señor Trump, deberían pertenecer a los Estados Unidos, «por temas de Defensa». 

Por más que, mirando el mapa, viendo la proximidad y la grandeza de la Isla que descubrió Erik el Rojo poco antes del año 1.000, sueñe Trump en hacer a América más grande aún de lo que es, no parece muy plausible que se engolosine tanto que vaya a lanzar una invasión de lo que al fin y al cabo es un país de la OTAN. Aunque, bien mirado, tampoco era concebible que so pretexto de que le habían robado las elecciones alentase y provocase el asalto de sus partidarios al Congreso de su propio país, como hizo en 2021.

(Por cierto que sigue causando asombro la pulsión suicida del establishment al no enviarlo a prisión cuando era factible: estos excesos de la tolerancia los países los suelen pagar muy caros).  

En cuanto al Canal, la tentación ahí es más fuerte, tanto por la insignificancia y desvalimiento de Panamá como por los intereses económicos directos del Canal por donde circula el 2,5% del tráfico naval mundial y el 40% de los contenedores americanos de mercancías.

No sólo en la felicitación navideña sino en AmericaFest, un evento anual organizado por el grupo conservador Turning Point, se ha referido Trump a esa vía de comunicación en los términos más preocupantes, si no amenazantes: «Nos despojaron del canal de Panamá como nos despojaron en todas partes… Estados Unidos lo entregó estúpidamente». Luego, en su plataforma Truth Social colgó una bandera de la Unión ondeando sobre una delgada corriente fluvial con el lema «¡Bienvenidos al Canal de los Estados Unidos!». 

«Cada metro cuadrado del canal de Panamá y el área alrededor, pertenece y seguirá perteneciendo a Panamá», ha respondido en Twitter el presidente de ese país, José Raúl Mulino.

«Eso ya lo veremos», replicó Trump. Y luego «era exclusivamente tarea de Panamá gestionarlo, no de China. NUNCA dejaremos que caiga en las manos equivocadas». La verdad es que China no controla el Canal, pero sí dos de los puertos situados en la entrada del Caribe y el Pacífico, a través de la corporación CK Hutchison Holdongs, con sede en Hong Kong.

«Para eliminar esos aranceles tampoco sería necesaria una invasión, bastaría con provocar un golpe de Estado por parte de algún general títere de Washington»

El canal se construyó entre 1904 y 1914, en buena parte obra de los Estados Unidos. En diciembre de 1999, bajo la presidencia de Jimmy Carter, los EEUU cedieron la propiedad a Panamá. Ahora advierte Trump que «si los principios morales y legales de tan magnánimo gesto no se respetan, reclamaremos que el canal vuelva a propiedad de Estados Unidos, rápidamente y sin discusiones». Cuando habla el magnate de «legalidad y moral» se refiere a los aranceles, a su juicio demasiado elevados, como los impuestos en Canadá, que Panamá cobra a los barcos que transitan por el canal. 

Para eliminar esos aranceles tampoco sería necesaria una invasión, bastaría con provocar un golpe de Estado por parte de algún general títere de Washington. La CIA tiene mucha experiencia en este tipo de operaciones, siempre en nombre de la Democracia y el Estado de derecho. El principio trumpiano de no intervencionismo pregonado por el lema «America First» se debe entender siempre en su literalidad: primero «America», luego los que vengan detrás que arreen.

Pero también es posible que las amenazantes observaciones de Trump sobre Canadá, Groenlandia y Panamá sean una cortina de humo, con el ánimo de despistar la atención lejos de otra área de interés, tanto geoestratégico como personal del próximo inquilino de la Casa Blanca. Uno de los varios atentados fallidos o abortados contra la vida de Trump durante la pasada campaña estuvo orquestado, afirman las investigaciones policiales, por el régimen de Teherán. 

Los ayatolás se están mesando nerviosamente sus proféticas barbas. Y no sólo ellos. Antes de instalarse en la Casa Blanca, ya tiene Trump preocupado a medio mundo. Y el primer año de su segundo mandato ni siquiera ha empezado. Vienen tiempos interesantes, lo que, como es sabido, es una maldición, no recuerdo si árabe u oriental. 

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