Cantar mentiras
«Sánchez no se ha andado con chiquitas y ha sugerido que Elon Musk está al frente de una nueva internacional que lo mismo se hace con el negocio político»
Parece ser que el primer acto del revival franquista del Gobierno ha incluido un número flamenco, lo que da pie a pensar que Sánchez en esto del combate al franquismo, al menos está, por fortuna, lejos del lema, que casi seguro es fascista, de que la letra con sangre entra. Me malicio que, astuto como es, intente que su tarea de esclarecimiento se exponga con una pedagogía más llevadera, artística, musical, algo que permita mofarse de las mentiras del pasado y ponerlas en contraste con la trasparencia casi pornográfica con la que nuestro gobierno ejecuta sus valientes políticas.
Casi me atrevo a sugerir que podría escoger como himno de sus instructivos eventos aquella vieja canción infantil en la que se ensartaban con humor unos embustes increíbles: «Por el mar corren las liebres, por el monte las sardinas / Yo salí de un campamento con hambre de tres semanas / Me encontré con un ciruelo cargadito de manzanas / Empecé a tirarle piedras y caían avellanas», y así todo. No me refiero, hasta ahí podríamos llegar, a que Sánchez vaya a contar mentiras, sino que sugiero humildemente que ponga de manifiesto las mentiras del pasado en contraste con los éxitos de su gestión mediante el humor y la alegría. La comparación entre las chapuzas del franquismo y los repetidos aciertos continuos del sanchismo brillará con luz cegadora.
Llevado de su entusiasmo, puede que Sánchez no haya comenzado con buen pie al escoger la fecha de su conmemoración de la libertad frente a la tiranía del franquismo, pero tampoco hay que ponerse tiquismiquis. Debe de tener cuidado, sin embargo, con algunas analogías que podrían surgir si las comparaciones entre la dictadura y el socialismo del momento no se hacen con cuidado. Algunos malpensados podrían relacionar las visitas a joyerías de doña Carmen con las sugerencias de doña Begoña a las universidades de su entorno, hay que cuidar los detalles.
Otro asunto que podría ser delicado es la analogía entre la prensa del Movimiento, que era casi toda, con la del equipo de opinión sincronizada de que ahora gozamos. Bastaría con señalar para ahuyentar comparaciones insidiosas que Franco tuvo su Nodo, mientras que Sánchez no ha incurrido en nada parecido, se conforma con salir en las pantallas cuando su presencia es imprescindible, como pasó con la pandemia de la que salimos victoriosos gracias a su fe y su valor. Si quieren más ejemplos de la modestia icónica del presidente habría que fijarse en su discreta ausencia en las tareas de recuperación de Valencia que gracias a la generosidad de su gobierno se está llevando a cabo con una celeridad y eficacia sin comparación posible.
No podemos olvidar que la mayoría de los españoles de hoy han nacido en los últimos cincuenta años y que a Sánchez le mueve un ímpetu generoso, evitar a toda costa que volvamos a caer en épocas similares, de manera que se hace muy necesario que el gobierno se esfuerce en librarnos de una amenaza tan espantosa como verosímil. Es verdad que hay cientos de miles de publicaciones sobre el franquismo, pero Sánchez no se deja engañar fácilmente, la gente no lee y, sobre todo, no lee lo que habría que leer, como comprueba cada vez que pregunta por la marcha de sus libros. De ahí que acierte plenamente al hacer una aproximación amable y, todo hay que decirlo, audaz a un asunto tan candente como el de la amenaza franquista.
«Si Musk nos quiere hacer franquistas de nuevo, lo menos que podemos pedir a Sánchez es que trate de evitarlo»
Para explicar lo peligroso que podría ser el franquismo, que se oculta tras las máscaras hipócritas y los bulos, Sánchez no se ha andado con chiquitas y ha sugerido que Elon Musk está al frente de una nueva internacional que lo mismo se hace con el negocio político, lo que sería terrible. A Franco le intentaron engañar con el motor de agua y este Musk hace prodigios similares que además funcionan, de manera que no cabe minusvalorar el riesgo de que se salga con la suya. Si Musk nos quiere hacer franquistas de nuevo, lo menos que podemos pedir a Sánchez es que trate de evitarlo, y eso se dispone a hacer con los escasos recursos a sus órdenes.
No se le puede negar a Sánchez su voluntad de ganar el relato frente al horrible panorama de un franquismo a las puertas. No le faltan energías al presidente, ni tampoco anda escaso de colaboradores eficaces e ingeniosos. No hace falta imaginar el ridículo en el que caería Musk si un día tuviese que debatir con, por poner sólo tres ejemplos, María Jesús Montoro, Patxi López o el superministro Bolaños García; seguro que Musk ni lo intenta, quedaría en evidencia ante el universo mundo.
Entre las muchas virtudes de Sánchez está su capacidad de improvisar, cosa que nunca agradeceremos bastante. El ambicioso proyecto de comparar al franquismo con la libertad no se le ocurrió el día de los santos inocentes, pero tampoco mucho antes. En menos de una quincena dibujó un programa de cien actos, en números redondos como a él le gustan. Lo que no cabe discutir es que, si se llega a producir el centenar de eventos anunciado, si consigue sortear el boicot de X, antes Twitter, de la derecha, de la extrema derecha y de la gente que quiere seguir viendo El hormiguero, tendremos un panorama informativo la mar de entretenido y muy instructivo.
A los que se quejen si se deja de hablar de las minucias negativas que a ellos les interesan se les podrá recordar el chiste del franquismo: un elemento descontrolado que se quejaba de que las viviendas que un ministro anunciaba como construidas no existían en realidad, como él había comprobado en persona, recibió un sabio consejo del policía que lo detenía por escándalo público, que es como antes se llamaba a los bulos y al fango, «menos viajar y más leer los periódicos» le dijo. Hay que ser muy cenizo para empeñarse en hablar de que el pescado es caro cuando se proyecta en 8K y a todos los píxeles que quepan en la pantalla la película que nos evitará recaer en el franquismo.
Instruir deleitando es un viejo ideal que ha movido a centenares de maestros en las artes más diversas para crear formas de aprecio y conquista de ciertas verdades difíciles como las de la matemática o la física cuántica. Una historia mal contada se convierte en un obstáculo para vivir la vida de manera alegre y feliz y Sánchez teme por nosotros, no duerme pensando que podamos caer en la tentación de refugiarnos en el franquismo, una montaña de errores y mentiras, huyendo de la libertad que el sanchismo representa, defiende, garantiza y promueve. Hay que agradecer que se haya atrevido a afrontar la tarea y que trate de hacerlo sin reñir a nadie y con la sonrisa en la boca, como es su costumbre.