La renovación del PSOE como pretexto
«Si el PSOE pierde en 2027, la siembra de ministros en las secretarías generales regionales garantizará que Sánchez siga en la secretaría general»
Oficialmente, como afirma un portavoz oficioso, «las federaciones socialistas tienen que aprovechar este año para encontrar liderazgos sólidos y a largo plazo». Este proceso está dando lugar a una sucesión de encontronazos entre dirigentes que malician que van a ser (y son) desplazados y el aparato central partido apoyado desde el gobierno. Las resistencias son inútiles. La renovación consiste en apartar a dirigentes que han podido acumular apoyos propios en sus federaciones (Lobato, Tudanca, …) y, peor aún, puedan tener ideas propias, por ministros o ministras que carezcan de otros apoyos que los que el aparato central y la lealtad a Sánchez puedan dar. Sólo en Aragón pudiera quedar alguna incertidumbre.
Esta renovación discurre en paralelo a dos hechos.
Todas las encuestas -hasta las del CIS si se atiende a los datos del trabajo de campo, debidamente analizados- coinciden en un descenso del PSOE y de sus aliados. El PSOE sigue teniendo un electorado sólido, basado en su lealtad emocional y en beneficiarios del estado del bienestar, pero se está erosionando por la contaminación de sus socios independentistas y la gestión de la riada valenciana ha sido tan penosa que ha implicado un descenso desde noviembre. Pero la clave es el descenso de apoyos a sus socios, Sumar ya es imposible que pueda aportar la treintena de diputados que necesitaría el PSOE para completar otra mayoría parlamentaria. La resurrección de Podemos dispersa el voto de extrema izquierda.
Los integrantes de la mayoría de la investidura no mintieron a nadie (tampoco Sánchez). Desde el primer momento dijeron que se trataba de sacar adelante una investidura, lo de gobernar o tener un programa es otra cosa: aprobar las leyes y reformas que requiere el país, cumplir un programa coherente, etc., eso no entraba en los cálculos de ninguno de sus integrantes. Cada uno pensaba en lo suyo: seguir en el gobierno, obtener transferencias para sus comunidades, driblar para sacar un sistema de financiación especial para Cataluña y satelizar a ERC, una amnistía para «los implicados», etc. Lo que la dirección del PSOE, o sea, Sánchez, no calculó es el desgaste que implica esta forma de permanencia en el poder.
A estas alturas, Sánchez y su reducido círculo de colaboradores saben que las próximas elecciones están (casi) perdidas, y su único recurso son los habituales: resistir y la polarización (y los errores del PP). El ejemplo más acabado es el Plan de Resurrección de Franco, que Peridis con sus viñetas está convirtiendo también en el Plan de Resurrección de Carlos Arias. La lealtad de los votantes socialistas hace que este plan tenga pocos riesgos, mientras que puede recoger el voto «antifranquista» de los que han abandonado a Sumar. Así se explica que el voto del PSOE haya descendido poco. Sigue por encima de 115 escaños.
De lo anterior no se debe deducir que Sánchez esté pensando en convocar elecciones o que alguno de los integrantes de la mayoría de la investidura piense en serio desestabilizar el gobierno. Primero, ningún presidente convoca para perder. Segundo, los integrantes en la mayoría de la investidura saben que están todos en la mejor posición que pueden tener. Para todos, convocar elecciones sería absurdo, llevarán al gobierno al límite, pero lo dejarán respirar. Esto se repetirá varias veces. ¿Gobernar? Se pueden prorrogar los presupuestos. Lo más chocante de todo esto es cómo el PNV contempla que Bildu le está comiendo el terreno. Cuando quiera reaccionar no habrá remedido, perderá las elecciones y el PSE apoyará a Bildu para el gobierno vasco. Las organizaciones a veces llegan a niveles de artrosis política paralizantes.
«La dirección del PSOE «sabe» que además de la «resurrección» de Franco va a tener el ascenso de Vox, que apenas ha crecido en votos»
Así las cosas, la prioridad para Sánchez y sus más directos colaboradores es otra. Aprovechar estos meses postcongreso (hubo un congreso del PSOE hace un mes, aunque no lo parezca) para homogeneizar el PSOE, controlar su maquinaria y asegurar el liderazgo de Sánchez tras las elecciones que se entrevén perdidas. Si en este proceso de homogeneización, oficialmente «renovación de los liderazgos regionales», se van algunos puñados de cuadros o afiliados decepcionados, tanto da, para esta operación lo mejor es librarse de los revoltosos. Un partido de sumisos oblatos es lo mejor.
Aunque en la bruma de los dos próximos años hay cosas impredecibles, hay algunas estables, que fundamentan los planes que se dibujan.
La dirección del PSOE «sabe» que además de la «resurrección» de Franco va a tener el ascenso de Vox -que apenas ha crecido en votos, pero el descenso del PP y del PSOE tras la riada valenciana y su «gestión» lo sitúan por encima de 40 escaños-, por tanto, puede contar con factores para tensionar la opinión pública y, sobre todo, asegurar el apoyo de los integrantes de la mayoría de la investidura. Por otro lado, si el PP en 2027 recurre el mismo equipo que dirigió la campaña de 2023 -o su oposición en estos meses-, puede contar con que sus errores limiten la derrota del PSOE o hasta pueda ganar. Nunca se debe contar con los errores del adversario, pero después de ver lo que hizo el PP en 2023 es un factor a tener en cuenta. Tampoco conviene olvidar que el gobierno tiene otros activos en estos dos años para organizar su resistencia: en la situación económica no se prevén sobresaltos mayores que los que ya han pasado, los presupuestos permitirán cuidar a algunos sectores y las tribulaciones judiciales darán disgustos a algunos, pero el mecanismo judicial puede griparse, siempre habrá voluntarios para colaborar en ello. En suma, en los dos próximos años el PSOE tiene cartas para jugar su partida, pero se precave ante la posibilidad real de perder las elecciones en 2027. Esta es la tarea de estas semanas.
Volvamos a lo más probable, si el PSOE pierde en 2027, la siembra de ministros, ministras y clientes en las secretarías generales regionales garantizará que Sánchez siga en la secretaría general sin problema.
La dirección del PSOE asume que las elecciones de 2027 no permitirán repetir la «mayoría de la investidura», pero prevé que el PP se encontrará con Vox en una situación similar a la actual: Feijóo podrá conseguir la investidura, pero no podrá gobernar porque Vox no se lo permitirá, como ha ocurrido en varias comunidades en 2024, será un factor de perturbación (todos los partidos surgidos de la crisis 2008-2013 son agrupaciones de aficionados, incapaces de concretar sus vagas ideas y de mantener una mínima disciplina). La idea es que un gobierno del PP con apoyo de Vox en la investidura daría montones de oportunidades de montar broncas… retornando al célebre discurso «no es no». La auténtica aportación de Sánchez a la política, además de llevar al PSOE a la postración actual.
Es posible que Sánchez sea en realidad una «criatura de oposición». Estaba cómodo en la oposición y sus años de Gobierno son, en realidad, de oposición a la oposición (o sea, al franquismo, si se permite la broma).