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César Calderón

Elogio de la estupidez

«Pretende, nada menos que impedir a los partidos políticos ejercer de acusación popular o inadmitir querellas basadas en (sic),  ‘recortes de prensa’»

Opinión
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Elogio de la estupidez

Alejandra Svriz

De todos los pecados capitales que puede cometer un político cuando logra llegar al gobierno, que son muchos, hay dos que a mi me resultan especialmente interesantes por las consecuencias que comportan para quienes los cometen.

El primero es el adanismo, que como saben consiste en comenzar cualquier tarea de gobierno sin tener en cuenta lo realizado por quienes han ocupado anteriormente esa responsabilidad o directamente pensando que nadie la hubiera ejercido anteriormente. Algo que tras más de cuarenta años de democracia y gobiernos de todos los colores a todos los niveles tiene dos consecuencias automáticas: Bochorno olímpico para el adanista y risas aseguradas para la oposición.

El segundo podríamos definirlo como el espejismo de la permanencia, y lleva a pensar a muchos gobernantes que su cargo electo no es temporal, sino para siempre jamás, por lo que las leyes que hace a su favor solo van a beneficiarle a él, ya que va a gobernar hasta el fin de los tiempos.

«Lo que realmente está logrando es eliminar cualquier tipo de mecanismo de control al cada vez más inminente próximo gobierno encabezado por Alberto Núñez Feijóo»

Un terrible pecado este último, cuya expresión canónica escuché por primera vez a Alfredo Pérez Rubalcaba respecto a una norma impulsada en la última etapa de José Luis Rodríguez Zapatero al frente del gobierno (¡¡Hacemos leyes pensando que vamos a gobernar siempre, y no es así!!) y que ha entrado en su edad de oro en la aberrante etapa crepuscular del gobierno Sánchez, en la que hemos entrado hace unos meses y en la que las urgencias políticas, económicas y judiciales del mismo les está llevando a una producción legislativa en la que, tratando de inclinar el terreno de juego a su favor en el corto plazo, lo que realmente está logrando es eliminar cualquier tipo de mecanismo de control al cada vez más inminente próximo gobierno encabezado por Alberto Núñez Feijóo.

Como muestra les voy a poner un ejemplo con el que estoy seguro que van a ser capaz de ilustrar lo que digo; la propuesta de Ley Orgánica de Garantía y Protección de los Derechos Fundamentales frente al (sic) «acoso derivado de acciones judiciales abusivas» con el objetivo de poner límites a jueces y acusaciones presentada ayer en el congreso, y  que pretende nada menos que impedir a los partidos políticos ejercer de acusación popular o inadmitir querellas basadas en (sic)  «recortes de prensa», dos de los mecanismos que han motivado la apertura de investigaciones que salpican al presidente del Gobierno y que además incluye la reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial para poder recusar a jueces que hayan hecho manifestaciones políticas.

Una propuesta ad hoc  pensada exclusivamente  para favorecer a la familia del inquilino de La Moncloa  pero que de ser aprobada en las Cortes y entrar en vigor (cosas más raras hemos visto) difícilmente produciría en el corto plazo los ambiciosos  beneficios pretendidos sobre el entorno presidencial, permitiendo en cambio que un próximo gobierno del Partido Popular se aprovechase plenamente de la misma blindando sus actuaciones y maniatando al propio Partido Socialista que ahora la propone.

Lo que vendría a ser un autogol a botepronto, de chilena y por la escuadra, pleno además de justicia poética.

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