THE OBJECTIVE
Joaquín Leguina

Una vieja historia

«Hoy estamos ante otro PSOE, de cuyos objetivos sólo uno está claro: mantenerse en el Gobierno a costa de cualquier principio político o moral»

Opinión
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Una vieja historia

Ilustración de Alejandra Svriz.

Este artículo también podría titularse «Una historia para viejos» y es que de eso va, y me ha incitado a escribirlo el que ayer publicó aquí Francesc de Carreras y del que reproduzco un párrafo:

«Desde su fundación y bajo unas mismas siglas ha habido varios PSOE y ya en la presente fase de democracia, el PSOE de Felipe González era totalmente distinto al actual. Recordemos que al perder por muy poco las elecciones de 1996 –sólo 300.000 votos le distanciaron del PP–, le llamó por teléfono Jordi Pujol para decirle: ‘Felipe, tenemos que hablar’. Y él le contestó: ‘No, Jordi, tienes que hablar con Aznar’. Y CiU pactó con el PP».

Me arrancaré de más atrás. Hace siglo y medio en España el sistema de alternancia -liberales versus conservadores- instaurado tras la muerte de Alfonso XII, era su modelo. El juego político excluía a la clase obrera y a los campesinos. La explotación a la que estaban sometidos los trabajadores en el tramo final del siglo XIX era, en verdad, repulsiva y la existencia de la UGT y del PSOE representaba un reflejo lógico de autodefensa, la búsqueda de un lugar al sol, pero también la creación de un proyecto cultural, el de la dignidad obrera. A Iglesias, que no era -hablando con propiedad- marxista, más bien era seguidor de Guesde, lo que seguramente más le agradaba era oírse llamar «educador» y, en efecto, lo fue. Las Casas del Pueblo eran lugares a los cuales acudían los obreros afiliados al PSOE y a la UGT para que, analfabetos como eran muchos de ellos, «les leyeran el periódico», para conocer cosas que no se aprendían en las tabernas.

La primera gran movilización de ámbito nacional la propició el PSOE con ocasión de la infausta guerra de Cuba. La consigna era clara y sencilla: «O todos o ninguno». Se refería a un hecho lamentable que se arrastró hasta la Guerra Civil (1936-1939), a saber: los jóvenes españoles llamados a filas podían eludir esa obligación pagando una cuota, unas pesetas de las que no disponían las familias pobres. Con lo cual, en el ejército participaban tan solo los militares de carrera y los pobres. Éstos fueron la carne de cañón que soportó los desastres de Cuba y más tarde la absurda guerra colonial en Marruecos.

La primera gran huelga general propiciada por la UGT y por el PSOE fue la de 1917. El comité de huelga (Besteiro, Largo Caballero…) acabó en la cárcel. No sería la última vez que fueran a parar a estas «hosterías» por cuenta del Estado. Conviene recordar que Besteiro murió en la cárcel de Carmona, tras la guerra civil, y que Largo Caballero estuvo preso en un campo de concentración nazi.

«Aquel PSOE que sobrevivió malamente en el exilio fue reformado con la llegada de Felipe González a la Secretaría General»

Tras la muerte de Iglesias en 1925, el PSOE y la UGT jugaron un papel decisivo en la caída de la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1929), en el hundimiento de la Monarquía y en la llegada de la II República, y también en la vida política durante el periodo republicano. Y, sobre todo, durante la guerra, un desastre para los españoles y también para el PSOE.

Aquel PSOE que sobrevivió malamente en el exilio fue reformado con la llegada de Felipe González a la Secretaría General, aquella nueva generación que llevó a un PSOE ya socialdemócrata y europeo al Gobierno en 1982.

Hoy estamos ante otro PSOE, de cuyos objetivos sólo uno está claro: mantenerse en el Gobierno a costa de cualquier principio político o moral. Yo no sé ni cuándo ni cómo acabará este Gobierno, pero sí sé que el PSOE quedará hecho polvo.

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