¿Elecciones en 2025?
«Pese al optimismo de algunos y a la creciente inestabilidad política, la lógica lleva a pensar que hay Sánchez para rato»

Ilustración de Alejandra Svriz.
No son pocos los analistas que empiezan a contemplar la posibilidad de que la presente legislatura descarrile en las próximas semanas. La creciente inestabilidad política y el comodín de Francisco Franco, que Pedro Sánchez suele sacar a pasear cada vez que se acercan los comicios, apuntalan esa teoría. Además, gracias a una noticia desvelada por THE OBJECTIVE, hemos sabido que el Gobierno ha licitado ya el contrato para las papeletas y sobres de las próximas elecciones generales, cuando teóricamente faltan más de dos años para ello y lo habitual es hacerlo con solo seis meses de antelación. Esto último es un claro indicador de que al menos hay dudas en La Moncloa. Pero conviene que la oposición no se haga trampas al solitario: hoy por hoy hay tres razones de peso que alejan una convocatoria electoral.
La primera es que, en este momento, según señalan todas las encuestas, si hubiera elecciones el resultado estaría clarísimo: habría una mayoría amplia del centroderecha como consecuencia de la suma de los escaños que obtendrían el Partido Popular y Vox. Aunque le demos varias vueltas a los sondeos, no hay ni una sola posibilidad de que Sánchez pueda repetir su coalición Frankenstein. Y el presidente del Gobierno será muchas cosas, pero estúpido no. Lo de convocar elecciones para perderlas solo pasa en el Reino Unido… Aquí elegirá, como ya ha demostrado en el pasado, el momento que mejor le convenga, y no parece que ahora lo sea.
La segunda razón es que los aliados de Sánchez no tienen grandes incentivos para abandonarlo. Es cierto que los de Puigdemont han anunciado que van a dejar de apoyar al Gobierno, pero de ahí a votar a favor de una moción de censura de PP y Vox hay un trecho. Puigdemont ha sido engañado por Sánchez (ni puede volver a España ni su partido gobierna en Cataluña), pero en absoluto su situación sería mejor con un gobierno de Feijóo. Entre otras cosas, porque ahora sus votos son importantes, pero tras unas nuevas elecciones sus escaños pasarían a la irrelevancia. ¿De verdad alguien se cree que el líder independentista va a renunciar a tener en sus manos la gobernabilidad de España? Y lo mismo se podría aplicar al resto de socios de Sánchez. El Partido Nacionalista Vasco (PNV) gobierna cómodamente con los socialistas en el País Vasco y, además, sabe que mientras el PSOE esté débil en Madrid, podrá seguir sacándole cositas como el palacete de París. Y no digamos los socios de la extrema izquierda, que por supuesto saben de sobra que se está más calentito en una poltrona del Gobierno que haciendo oposición en la calle.
Y la tercera razón es porque, ante el panorama judicial que acorrala al Gobierno, siempre será más útil para Sánchez mantenerse en el poder y seguir controlando los resortes del sistema para poder defenderse mejor. Quienes sostienen que la corrupción va a sacar a Sánchez de La Moncloa se equivocan: él sabe que para afrontar esos escándalos necesita seguir controlando la Fiscalía, la Abogacía del Estado, los medios de comunicación afines y todas las instituciones, empresas y organismos oficiales que ya han sido debidamente colonizados con gente de su cuerda. Sería un suicidio afrontar los problemas judiciales sin el escudo protector de estar en el gobierno.
Por supuesto, la política es siempre imprevisible y con frecuencia nos depara giros inesperados de guion. El propio Sánchez es especialista en estos últimos. Sin embargo, la lógica lleva a pensar que esta legislatura va a ser larga, como en estas mismas páginas ha declarado este fin de semana el expresidente José María Aznar. Sánchez ha pisado el acelerador y no tiene pinta de que esto se vaya a interrumpir abruptamente en las próximas semanas. O quizás sí. Veremos.