«De rodillas y esperando la paguita»
«Hace tiempo, machaconamente, un corresponsal de Bruselas con ganas de aleccionar periodistas, comenzó su campaña de deshumanización»

Idafe Martín. | X
Contra una rata vale todo. A una rata se la persigue, se la liquida, se le expulsa. Tras el paso de una rata, habrá que proceder a limpiar con lejía la habitación, comprar trampas por si vuelven a aparecer, llamar a una empresa de fumigación y control de las plagas. Todo esfuerzo es poco para acabar con la presencia de esa alimaña inmunda, sucia, asquerosa. Portadora de bacterias, propagadora de enfermedades, conviene alejarse de ellas, cambiarse de acera si es preciso. Hace tiempo, machaconamente, un corresponsal de Bruselas con ganas de aleccionar periodistas, comenzó su campaña de deshumanización para los cronistas que no le merecían respeto y contra los medios de comunicación que le eran hostiles al Gobierno de Pedro Sánchez.
Le pilló el gusto a hablar de ratas. Porque los que escriben en medios como THE OBJECTIVE, para él el «contenedor amarillo», eran ratas hediondas. Había que señalar con nombre y apellidos a los que aquí escribían, información u opinión, redactores noveles o experimentados jornaleros de la prensa, daba lo mismo. Ratas o cucarachas, en esos términos se iba manejando nuestro ínclito aleccionador. Todo ello, mientras mostraba su honda preocupación ante la supuesta deshumanización que se le estaba aplicando a Sánchez desde los medios críticos. Preocupado por Sánchez a la vez que seguía denigrando todo lo que se movía críticamente contra el Ejecutivo. Como resumió Xavier Colas, un corresponsal de verdad, «cuando cada día tu gran prioridad es criticar al que no manda, eres un mandao».
«Al mandao lo ficharon desde el Grupo Prisa y le colocaron como sexador de periodistas»
Al mandao lo ficharon desde el Grupo Prisa y le colocaron como sexador de periodistas: «Este sí, este no, este es facha, este es bueno, este apesta, este encanta». Por supuesto que la figura del crítico de medios ha existido siempre, aunque esta persona si era novedad en varias cosas: que su ‘crítica’ siempre estuviera dirigida contra el mismo conjunto de periódicos, jamás se le escuchó palabra alguna, por ejemplo, por la info de los dos DNI del juez Peinado. Y sorprendía, pero eso ya fue decisión del grupo, que con tan esmirriado currículum se mostrase desde esa atalaya con la que reprender todo lo malo que hacían los rivales mediáticos.
Y un poco más, que todo lo hiciera con un victimismo tan propio de estos tiempos y pregonando él mismo su valentía por hacer lo que nadie antes se había atrevido a hacer, romper con el tabú del «perro no come perro». Hombre, estimado mandao, hablabas en la radio líder de audiencia en España y escribías en el diario más consumido de nuestra nación. Esa imagen de David contra Goliat debió ser una ensoñación.
«Ahora el sueldo de Idafe, fichaje estrella de la sección de propaganda y persuasión de La Moncloa, se lo pagamos entre todos nosotros»
El nombre es Idafe Martín Pérez. Jamás antes lo había escrito, ni había reprendido nada de lo que fue publicando en sus redes, es cierto que a mi persona nunca le aplicó el calificativo de «rata» o «cucaracha», igual hasta era seguidor de El purgatorio en secreto. Quién lo sabe. Y no quise reprenderle ninguna de sus palabras, no porque no lo mereciera en tantos días, sino porque siempre he pensado que ante la obsesión y el hostigamiento, lo mejor debía ser la indiferencia. Ahora todo ha cambiado. Porque el sueldo de Idafe, fichaje estrella de la sección de propaganda y persuasión de La Moncloa, se lo pagamos entre todos nosotros. O como él decía de los medios como THE OBJECTIVE, Abc, El Mundo, La Razón, siempre en su estilo versallesco de aporrear teclas, Idafe está «de rodillas y esperando la paguita».
En otro de sus escritos en la antigua Twitter, reflexivo y prudente como él solo, dejó puesto: «Creen que todos los periodistas somos como ellos, que viven de los cuatro duros que pagan los digitales ultra a la espera de algún carguito». Qué cutre es todo en realidad, qué sencillas son las explicaciones. Después de la señora Montserrat Gusano, trabajadora del PSOE y la persona que se encarga de Mr. Handsome, la cuenta de X que nos dice lo buenorro que está el presidente; ahora ha llegado Idafe. El trabajo dio sus frutos en forma de sueldo público, hay que reconocerle pues que su objetivo se ha cumplido. Como escribió Umberto Eco en la novela Número Cero, en boca de uno de sus personajes, recordando el comentario que se le atribuye a un gran director de orquesta, con lengua viperina, sobre un músico: «En su género es un dios; es su género el que es una mierda».