The Objective
Ignacio Vidal-Folch

Urge crear un Ministerio de la Verdad

«El ministro de la Verdad ideal sería Idafe Martín, que ahora funge como asesor en Moncloa, justo premio a sus felaciones gubernamentales»

Opinión
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Urge crear un Ministerio de la Verdad

Ilustración de Alejandra Svriz.

Una de las mayores amenazas a la democracia son las redes sociales y su retroalimentación en la prensa. Tenemos ahora dos casos palmarios de la perniciosa actividad de este «eje del mal». 

El más grave y peligroso es la ascensión de un golpista, embustero redomado, especulador inmobiliario, narcisista y sujeto de aspecto ofensivo y ridículo a presidente de la nación más poderosa del mundo, gracias, en buena parte, a la red social muy adecuadamente llamada X –cuyo mismo nombre ya sugiere su malignidad. Es un asunto que no hubiera imaginado ni Jerzy Kosinski, el novelista de Bienvenido, Mr. Chance.

Tenemos, a otro nivel más pedestre, el populismo pseudofeminista que, al mejor estilo estalinista de borrado del pasado y de los personajes réprobos, destruye reputaciones y vidas y cancela obras a partir de denuncias anónimas, daña al feminismo auténtico, cabal y necesario, y conculca la presunción de inocencia, base de la Justicia democrática. 

Hay que poner coto a los bulos dañinos e insidiosos, a la difusión de acusaciones anónimas, los bulos y las mentiras. Urge crear un organismo público que vele por la verdad. ¿Y por qué no, directamente, un ministerio? Donde caben 22, también caben 23. ¡El Ministerio de la Verdad! 

«El ministro de la Verdad velaría por restaurar la presunción de inocencia de los acusados de cualquier delito»

El ministro de la Verdad velaría por restaurar la presunción de inocencia de los acusados de cualquier delito. Debería velar porque las promesas que hace un candidato en campaña electoral sean de obligado cumplimiento una vez haya ganado las elecciones: el «donde dije digo, digo Diego» fomenta el escepticismo político y desacredita el sistema democrático. La Verdad no puede quedar sin decirse. El ministro de la Verdad debería…

-Para esto vine al mundo: para dar testimonio de la verdad –le dijo Cristo a Pilatos.

-¿La verdad?… ¿Qué es la verdad? –respondió Pilatos. Buena pregunta. 

Pues si el hijo de Dios no supo o no quiso responder (en los Evangelios no consta que lo hiciera) ya se ve que es un asunto peliagudo éste de la verdad. Para representarla e imponerla se necesitará a alguien de fiabilidad absoluta, de ecuanimidad sin tacha, y además con un conocimiento exhaustivo, refrendado por la experiencia propia, de las flaquezas y maneras de los medios de comunicación de masas. En breve: el ministro de la Verdad tiene que haber sido periodista. 

El ideal para el cargo, a mi modesto entender, sería Pedro Cuartango, responsable en su día de doscientos o trescientos editoriales (anónimos, claro) en El Mundo, difundiendo la «teoría de la conspiración», según la cual en los atentados de Atocha que cometieron un puñado de fanáticos islamistas, estuvieron implicados en satánica conjura el PSOE, la Policía Nacional y hasta la Orquesta Mondragón, con Rubalcaba y el enano Popocho como cerebros en la sombra.

«Ya decía Pío Baroja que ‘vivir fuera del presupuesto del Estado es vivir en el error’»

A tan gran periodista, a semejante «creativo», no le cuela un bulo ni Elon Musk, de la misma manera que las beatas más santurronas y moralistas son las que antes hicieron «la calle». 

Pero Cuartango es más bien conservador, lo que no se compadece con el color del Gobierno actual. Mientras gobiernen las izquierdas, el ministro de la Verdad ideal sería el progresista Idafe Martín, que desde su tribuna en El País y desde X descubría fachas y réprobos, bulos y mentiras a cascoporro, incluso donde no los había. Especialmente donde no los había. ¡Y cómo insultaba! Brrrrrr. ¡Con qué celo y con qué inflamación al servicio del gobierno!

Leo en THE OBJECTIVE que ahora funge como asesor en Moncloa, justo premio a sus felaciones gubernamentales. Hace bien, ya decía Pío Baroja que «vivir fuera del presupuesto del Estado es vivir en el error».

De asesor del Gobierno a ministro propiamente dicho sólo hay un paso. Idafe Martín, ministro de la Verdad. ¿A que suena bien?

Claro que las cosas no siempre salen como uno quiere, y es posible que nunca llegue a ministro. Pero en su corazón, en su corazón chiquitito, ya lo es. ¡Felicidades!

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