La derechita 'groupie'
«Se mueren por una foto con Trump y hasta el último concejal voxero de Villanueva del Pardillo quiere imitar el ‘Make America Great Again’»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Hacerse mayor supone, en gran medida, tragar sapos. O cabalgar contradicciones, que diría el exvicepresidente y ahora podcaster Pablo Iglesias. Cuando un partido político va cumpliendo años, y eso teniendo en cuenta que 365 días en la primera línea mediática cuentan cómo los años de perro, va dejando tras de sí una estela de cambios de criterio, correcciones, errores, falsos aliados, oposiciones fracasadas, victorias pírricas y ovejas negras que deben ser expulsadas del rebaño. Hacerse mayor es ya de por sí un triunfo, el haber aguantado en un mar en tempestad, supone una victoria. No hemos de ocultar que Vox, pese a lo que muchos pronostican, sigue creciendo en las encuestas.
Hay unos empeñados en matar (políticamente) a Sánchez y otros en dar por acabados a los de Abascal, pero de momento, como aviso para los Rappel que pululan por las tertulias y las tribunas, ni una cosa ni la otra. A la vista de las encuestas, con un Vox que se sitúa por encima del 14% en intención de voto, está claro que la sangría–cuando no purga–de cargos públicos que ha ido sufriendo la formación no les ha afectado. Por mucho que titularísimos como Iván Espinosa de los Monteros, Macarena Olona, Rocío Monasterio o Juan García-Gallardo, hayan dejado el partido, no hay castigo en las encuestas. Y eso unos cuantos analistas, incluso fuentes cercanas al partido, creen que se trata del efecto Trump. O dicho de otro modo, la confianza en que la ola que ha devuelto al expresidente a la Casa Blanca, toque tierra peninsular y haga crecer aún más a Vox.
«Este servilismo de los hombres de Abascal para con Trump llega a resultar en ocasiones ciertamente cómico»
En Vox, ya mayorcitos para el juego político, llevan tiempo en modo groupie. Y eso puede que les dé alas en las encuestas patrias, aunque quizá pueda convertirse en un pan para hoy y desilusión para mañana. La derecha radical en España, pese a la subida en las encuestas, sigue siendo una de las más insignificantes de las grandes potencias europeas. Abascal no es Meloni, Orban o Le Pen. Vox no alcanza ni siquiera roza al auge de Alternativa para Alemania, ni la popularidad de los Fratelli d’Italia o la Agrupación Nacional francesa. Allá cada formación con sus obsesiones y sus neuras, y debe ser que en Vox se fían bastante de que la ola trumpista les hará hincharse en las encuestas. Y no por ello, seguirá siendo una enorme incoherencia colocarse como adeptos de un mandatario cuya máxima prioridad, aparte de él mismo, es que le voten los estadounidenses.
A Donald Trump no le preocupa el agricultor onubense, el pescador donostiarra o el fresero murciano. A Donald Trump le preocupa él, y de nuevo, que le apoyen los de su país. Y este servilismo de los hombres de Abascal para con Trump llega a resultar en ocasiones ciertamente cómico. Se mueren por una foto con Trump y hasta el último concejal voxero de Villanueva del Pardillo quiere imitar el ‘Make America Great Again’. ¿Se atreverá Vox a criticar los aranceles con los que Trump ha amenazado a Europa? ¿Ha mostrado Vox alguna queja porque Donald Trump apoyara la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental? ¿En qué ve razonable Vox, formación que lleva a gala la defensa de los valores cristianos, que el presidente de EEUU proponga, de manera poco caritativa, expulsar a los palestinos de su tierra? ¿Cuándo ha pasado Abascal de pedir la paz justa para Ucrania a celebrar una mesa de negociación en la que la patria agredida no está invitada?
Quizá le convendría a la formación de Abascal andar con pies de plomo antes de ir aplaudiendo todas las ocurrencias que salen desde Washington; o desde Buenos Aires, porque en ese modo groupie de Vox, también se pueden pillar los dedos con lo que vaya haciendo un personaje tan estrafalario como Javier Milei. Y por favor, paren con esas comparativas chuscas y nada originales, como la idea de sacar la motosierra en España, quedan cutres. «Acabar con el gasto público, el gasto superfluo», dijo Abascal cuando habló de la motosierra hispana, pero no concretó en nada. ¿Y las pensiones, Santiago? ¿Hay honestidad para decir a las claras que recortar en coches oficiales o en subvenciones a mamandurrias, es en realidad una birria de recorte? Al menos de momento en Vox no les ha dado fuerte por el tema de las criptomonedas que está achicharrando al «titán» argentino que defendió Abascal.