Europa es la solución
«Vance vino a decir que Europa se enfrenta a una crisis de valores, cuando probablemente sean los valores europeos los que saquen a Occidente de ella»

Banderas de la Unión Europea. | Reuters
Dicen que Ortega y Gasset no innovó demasiado en lo que a corriente de pensamiento se refiere, pero si algo supo hacer el paseante de El Escorial fue sintetizar en grandes frases los grandes dilemas de la sociedad moderna. Él, antes, pero sobre todo mejor que muchos, supo ver una de las encrucijadas recurrentes a las que se enfrentaría el país: la relación de España con Europa, la manera en que habría de convivir con el europeísmo. Desde que aquel 10 de marzo de 1910, cuando Ortega pronunció en la sociedad El Sitio de Bilbao la conferencia La pedagogía social como programa político, retumba su última frase del discurso: «España es el problema. Europa, la solución».
En aquellos años, la globalización avanzaba a golpe de Guerra Mundial, y los países, hasta entonces enclaustrados sin mirar otra cosa que su ombligo, tuvieron que posicionarse en una especie de orden mundial que ya no se apagaría. De hecho, las nuevas tecnologías no han hecho otra cosa que acrecentar ese globalismo, y la sensación de cierto auge de proteccionismo y autarquía que parece resonar por los pasillos de Europa no es, en opinión del arriba firmante, más que un paso en falso, un error histórico que condenaría a los países que conforman esa entelequia europea a un pozo sin fondo.
Vino el otro día Vance a decir que Europa se enfrenta a una crisis de valores, cuando probablemente sean precisamente los valores europeos los que pueden sacar a Occidente de ella. Europa es un adelantado a ojos de la historia cuando se trata de ser la punta de lanza de aquellos regímenes democráticos que trajeron la prosperidad al mundo. En esta misma columna quincenal hay a menudo referencias ya no solo a pensadores europeos, sino directamente a la base del pensamiento occidental vía Grecia, Roma, el Cristianismo, el Renacimiento, la Ilustración o, por supuesto, aquella Europa orteguiana que supo tirar telones de acero para crear una sociedad próspera, pacífica y desarrollada.
En cuanto a la economía, os dirán que Europa es una carga, os pondrán el meme del tapón de la botellita, os dirán que la IA no funciona en Europa, que la inmigración nos lleva a una Gran Sustitución cargada de costes, y que en 2030 no habrá potencias europeas entre las diez más fuertes del mundo. Todo ruido. Europa sigue siendo el mayor exportador mundial de productos manufacturados y servicios, representando aproximadamente un 14% del comercio mundial de mercancías; tiene casi 200 empresas entre las 500 mayores sociedades por ingresos; presume de menos déficit y menos deuda de los que puede hacer gala, por ejemplo, Estados Unidos; y sus trabajadores cuentan con un sistema de derechos que no se dan, grosso modo, en cualquier otro lugar del mundo.
«Europa sigue siendo uno de los mayores actores del panorama mundial, y todos los tiranos que ahora asoman saben que es así»
Con esto no quiero decir que la unión actual sea perfecta. Está necesitada de reformas profundas, sobre todo en materia de inmigración y defensa, pero Europa sigue siendo la solución, y los países que en ella residen, por sí mismos, son aún más insignificantes sin su influencia de lo que lo hubieran sido en tiempos de Ortega. Europa sigue siendo uno de los mayores actores del panorama mundial, y todos los tiranos que ahora asoman saben perfectamente que esto es así, y que en la debilidad de la unión está su triunfo. Sólo faltan políticos que vean esta fuerza europea y se la transmitan al pueblo, aunque ese, me temo, es el gran déficit de la Europa actual.
Permitan que me despida con unas palabras del propio Ortega, en concreto de su texto Mirabeau o el político: «Vanos son todos los intentos que ahora en Europa se hacen para sacar avante naciones atascadas eliminando de su dirección la inteligencia. Conviene dar nombre a esa forma de intelectualidad que es ingrediente esencial del político. Llamémosla intuición histórica. En rigor, con que poseyese ésta le bastaría». Pues eso. Miren atrás, miren su identidad, y miren adelante. Con eso basta.