¿Dónde hace falta el 8-M?
«En los países islámicos, donde vemos cómo las mujeres son postergadas y humilladas, es donde tendrían que celebrarse las manifestaciones»

Ilustración de Alejandra Svriz
En los países que gozamos de democracias liberales, como España, la igualdad de derechos entre hombres y mujeres se logró hace muchos años. Hombres y mujeres somos iguales ante la ley desde que nuestra Constitución de 1978 lo proclamó solemnemente. Cuando yo estudiaba Derecho eso no era así todavía.
Es verdad que, cuando echamos la vista atrás, puede escandalizarnos lo mucho que se tardó en reconocer esa imprescindible y legítima igualdad, pero hoy nadie, en ninguno de los países democráticos, puede denunciar ni la más mínima diferencia en el ejercicio de derechos.
Bueno, quizás en España se podría y debería denunciar que esa igualdad ante la ley está siendo adulterada en la práctica por los protocolos que obligan a las fuerzas del orden, a la hora de aplicar algunas leyes, como la Ley Orgánica de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género o la también Ley Orgánica del sí es sí que están dando más credibilidad al testimonio de la mujer presuntamente agredida que al del presunto agresor, al que se le niega la presunción de inocencia.
Si la igualdad ante la ley está plenamente garantizada, si no existe ni la menor diferencia en el ordenamiento jurídico de los países occidentales entre hombres y mujeres, ¿cuál es el móvil de las manifestaciones del 8-M? Como esas manifestaciones están monopolizadas por los partidos de la izquierda social-comunista, no es sorprendente que allí se exhiban banderas de Palestina, cuando las mujeres en Palestina, como en todos los países musulmanes, carecen de los más elementales derechos. El móvil de los que organizan estas manifestaciones es que los ciudadanos acaben creyéndose que la igualdad de derechos se ha alcanzado gracias exclusivamente a ellos. Al tiempo que pretenden convertir a las mujeres en piezas de un colectivo, en el que todas somos víctimas y del que se arrogan su exclusiva representación.
Por eso, el pasado 8 de marzo socialistas y comunistas se manifestaron en las calles, pero, al hacerlo, se encontraron con que muchos ciudadanos les miramos asombrados por su hipocresía. ¿Cómo es posible que Sumar, el partido comunista de Íñigo Errejón, se presente como un defensor a ultranza de las mujeres, cuando ha quedado demostrado palpablemente que, ante sus presuntos desafueros sexuales, los dirigentes han estado, durante años, mirando para otro lado? ¿Y Podemos, que también ha hecho lo mismo cuando su fundador Monedero se ha visto metido en otros líos parecidos? Por no hablar del PSOE, que nos está mostrando la actuación, me atrevo a calificar de repugnante, de su número dos, Ábalos, contratando prostitutas con dinero público.
«¡Qué gran oportunidad han perdido los ministros y las ministras de la coalición social-comunista de pedir perdón por su hipocresía!»
¡Qué gran oportunidad han perdido los ministros y las ministras de la coalición social-comunista que nos gobierna de pedir perdón a los españoles por su hipocresía, y después callarse! Pues no, hemos tenido que verlos sin pedir perdón y, no sólo eso, acusando a los partidos de derecha de tener los mismos casos que ellos. No digo que no pueda haber seres repugnantes en los partidos de la derecha, pero ¿pueden denunciar a algún político de sus cúpulas, como lo son Errejón, Monedero y Ábalos, de haber caído tan bajo como ellos? Evidentemente no. Pero les da igual, de manera que tenemos que aguantar que nos repitan que aquí los únicos defensores de las mujeres son ellos, a pesar de que, como hemos visto, no defienden a las mujeres que son atacadas por sus dirigentes.
Pero al contemplar el panorama que, en materia de igualdad de derechos, existe en el mundo, nos encontramos con que hay millones de mujeres, todas las que están en países islámicos, privadas de los más elementales derechos civiles, preteridas y sojuzgadas, sometidas a sus padres, hermanos o maridos, cuando no obligadas a la mutilación genital. Sin que esto merezca ni una sola palabra de condena por parte de las manifestantes del 8-M.
Incluso en países occidentales como el nuestro existen guetos, barrios y zonas en las que rige el islamismo más radical, que, sin el menor disimulo, considera a las mujeres como seres inferiores, carentes de los más elementales derechos.
Por no hablar del increíble y escandaloso caso del abuso y violación en serie de 1.400 niñas inglesas por parte de paquistaníes, kurdos y kosovares durante más de 15 años, desde 1997 a 2013, con unas autoridades que, por temor a ser tildadas de racistas por la etnia y la religión de los agresores, prefirieron tapar el asunto. Y a día de hoy todavía no ha habido justicia para la gran mayoría de las víctimas.
«Los partidos social-comunistas tampoco critican esa discriminación aberrante que sufren las mujeres en los países islámicos»
Ahí, en esos países y en esos lugares donde vemos cómo las mujeres son postergadas y humilladas, es donde tendrían que celebrarse las manifestaciones del 8-M y no en nuestros países, donde la igualdad es una realidad indiscutible.
Sin embargo, también vemos cómo los partidos social-comunistas, desde que, hace algún tiempo, hicieron suyas las reivindicaciones de algunas religiones no cristianas, practican cada vez más lo que podemos llamar el «islamoizquierdismo»: no condenan las consecuencias de la sharía para las mujeres con el pretexto de que todas ellas lo hacen voluntariamente. Así como no critican el comportamiento de los dirigentes de esos partidos hacia las mujeres, tampoco critican esa discriminación aberrante que sufren las mujeres en los países islámicos o, incluso, ya en ciudades y barrios de nuestro país.
Pero es que, puestos a cultivar la hipocresía, los políticos de la coalición que nos gobierna se han convertido en unos auténticos virtuosos.