THE OBJECTIVE
Luis Antonio de Villena

De nuevo 'El Gatopardo'

«Se podría decir que El Gatopardo de Netflix es como beberse una gran jarra de buena cerveza, mientras que la película de Visconti, es una copa de cristal fino con buen champán francés»

Opinión
2 comentarios
De nuevo ‘El Gatopardo’

Imagen promocional de 'El gatorpardo'. | Netflix

Se podría decir (no restemos valor a la osadía) que Netflix se ha atrevido. Acaba de estrenar una serie en seis episodios sobre la famosa novela de Lampedusa Il Gattopardo publicada -póstuma- en 1958. El Gatopardo de Netflix es una coproducción italobritánica, dirigida por Tom Shankland con la ayuda de Laura Luchetti y Giuseppe Capotondi. Confieso que esperé unos días antes de decidirme a verla, no ya por la gran y clásica novela, sino por la magistral película de Luchino Visconti, su El Gatopardo de 1963, interpretado por Burt Lancaster, Alain Delon y Claudia Cardinale, entre otros conocidos. La literatura es un lenguaje y el cine otro (aunque tan a menudo se acerquen) de ahí que el temor a la comparación venía entre una película que no llega a dos horas y una serie que pasa de la seis. ¿Cómo definir? La obra de Visconti, que centra muy bien lo esencial de la novela, sin exprimirla del todo, es sencillamente una obra de arte y un filme fascinante, para mí (y no olvido Muerte en Venecia ni Ludwig) acaso su mejor película, la más equilibrada en todo, al entrar en el tema, caro al cineasta, del fin de una clase social, la aristocracia, y la decadencia de una época y un modo de vida. El primor del arte salta en cada plano. La exquisitez, el buen gusto. ¿Un nuevo Gatopardo superaría a Visconti? Creo que ni se ha intentado tal cosa, simplemente se ha buscado la diferencia, sin perder los nexos de apoyo. El Gatopardo de Netflix, que se ve con gusto e interés -aunque sea imposible no comparar-, es un largo relato, un folletón muy bien hecho, pero no una joya algo poemática. 

Veamos más. En la novela (a la que hay que volver porque es la base y lo mejor de todo) se dice que el protagonista, Fabrizio Corbera, príncipe de Salina -entre otros títulos- es un hombre maduro, apuesto, distinguido y grande, se lo compara en un momento con el Hércules Farnesio. Burt Lancaster -Visconti lo alejó de todo resabio yanqui- daba muy bien el tipo, incluido un refinamiento que puede ceder a la ira. El actual Salina, el actor italiano Kim Rossi Stuart -sin duda el mejor de la serie- también da bien el aire fuerte, mandón y delicado del príncipe. Acaso es menos sutil que Lancaster, porque, al menos hasta donde sé, tiene menos experiencia actoral, pero cumple bien y es rotundo. Temo que no se pueda decir lo mismo de los otros dos estelares. Deva Cassel (para mí un estreno) es una chica guapa que no llega ni a los talones de Claudia Cardinale, que también fue bellísima. Lo que en Claudia era naturalidad y lozanía, hasta la espontaneidad de una joven de origen muy rústico, en Deva queda como el acartonamiento de una muñequita linda e inexpresiva. Por cierto, que ambas actrices son algo mayores que la Angelica Sedàra de la novela, que cuando deslumbra en una cena a la familia Corbera está en los dieciocho años. Aunque el actor Saul Nanni  (el Tancredi Falconeri del libro) ha dicho que estudió el rol de Alain Delon, la diferencia es grande. Delon ha sido un mito de belleza masculina y además era buen actor, Nanni no es en absoluto feo, pero baste decir que, desde cualquier ángulo, carece casi totalmente de carisma. Es decir, casi todo queda por debajo de Visconti, aunque el muy visible relato de Netflix abarque mucho más espacio cronológico. ¿Se podría decir que El Gatopardo de Netflix es como beberse una gran jarra de buena cerveza, mientras que la película de Visconti, es una copa de cristal fino con buen champán francés? Algo parecido.

«Mezclar historia y reflexión lírica en una novela no es fácil, pero Lampedusa lo logró con naturalidad talentosa»

Pero, si Netflix ha dado un buen producto y Visconti trazó una obra de arte, en ningún caso es lícito olvidar la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, ese singular príncipe siciliano y Grande de España, que escribió Il Gattopardo entre 1954 y 1957, y que llegó a ver como la novela era rechazada por dos editoriales notables y por la mala visión de Elio Vittorini, pero no vio la publicación del libro por Feltrinelli en 1958 (había muerto casi un año antes) de la mano del elegante Giorgio Bassani. La novela -Sicilia en la creación de la Italia unida- fue un enorme éxito que hizo famosa y emblemática la frase que Tancredi le dice a su tío el príncipe Salina: «Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna que tutto cambi» (si queremos que todo permanezca como está, es necesario que todo cambie). Es la verdad que más utilizan los políticos. Mezclar historia y reflexión lírica en una novela no es fácil, pero Lampedusa lo logró con naturalidad talentosa. No publicó nada en vida, y hoy es uno de los grandes narradores de la Italia del siglo XX.

El gatopardo (se dejó el título italiano) es el escudo de la familia del príncipe, y en inglés tradujeron The Leopard -el leopardo- pero el heráldico felino es lo que en español se llama onza, guepardo o leopardo jaspeado, pero se hizo bien en dejar y aceptar El Gatopardo. Y vean, vean la serie.

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D