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Ignacio Ruiz-Jarabo

«Sobra el Ministerio de Defensa»

«Sánchez, que está ahora obligado por la UE a aumentar el presupuesto de Defensa, recurrirá una vez más al maquillaje estadístico para aparentar que cumple»

Opinión
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«Sobra el Ministerio de Defensa»

Efectivos del Ejército de Tierra durante un desfile militar. | David Canales (Zuma Press)

Como bien es sabido, la frase fue pronunciada por Pedro Sánchez en una entrevista que tuvo lugar hace poco más de diez años El Mundo, octubre 2014–. Maldita hemeroteca debe pensar el hoy presidente del Gobierno que lo empezó a ser, malhereuxment, por la moción de censura que presentó tras cosechar el peor resultado electoral obtenido por el PSOE en la historia democrática comenzada en España en 1977.

Sin embargo, las actitudes que revelan el desprecio de Pedro Sánchez por seguridad nacional no se limitan a aquella ignara declaración. Más recientemente, y presidiendo ya el Gobierno, se ha encontrado con el compromiso de los países pertenecientes a la OTAN de destinar como mínimo un 2% de su PIB a los gastos de Defensa y él se comprometió a cumplirlo ¡en 2029!, más allá de la actual legislatura que es el periodo temporal en el que sus compromisos pueden valer algo si es que algo valen. Menuda desfachatez, solo propia de un personaje como él y del conjunto de socios con los que convive en el Gobierno y en el Parlamento.

Pero estas actitudes de Sánchez no solo reflejan su desprecio a la defensa nacional. Ponen también de manifiesto su auténtica ignorancia respecto a lo que el gasto y la inversión de la industria militar representan en las sociedades modernas. Lo digo con conocimiento de causa porque el periodo en el que estuve al frente de la SEPI me sirvió para constatar la trascendencia económica que tienen los recursos que se destinan a la Defensa. Y no solo en términos de empleo y de impulso a la industria auxiliar sino también por la relevante contribución que el desarrollo tecnológico de la investigación militar tiene para el ámbito civil, de la que las tecnologías de doble constituyen un claro paradigma.

Probablemente, muchos españoles de a pie desconocen la capacidad que en términos de formación atesora la cúpula humana de nuestros ejércitos, pero puedo afirmar que la preparación de nuestros altos mandos militares no tiene nada que envidiar a la existente en los directivos del sector privado empresarial y, sin duda alguna, es por lo general claramente superior a la que tienen los hoy responsables de la Administración y de las empresas públicas.

Retornando a mi etapa en la SEPI conocí en primera persona la meritoria contribución española en el diseño del avión de combate europeo a través del consorcio internacional EADS o el liderazgo que ejercimos en el delivery center del A-400 –avión de transporte militar–. También nuestra exitosa labor de lograr compatibilizar el sistema USA de combate Aegis con las fragatas serie 100 y 101, considerablemente más reducidas que las norteamericanas, cuestión que les proporcionaba mayor maniobrabilidad, una velocidad de desplazamiento superior y una mayor autonomía por el correspondiente ahorro en el consumo de combustible.

«Sánchez mantiene a España como uno de los países de nuestro entorno que menos recursos destina a la defensa nacional»

De manera que el gasto en Defensa no solo es útil para aumentar la seguridad nacional de un país, sino que comporta además un conjunto de importantes ventajas adicionales para la sociedad. Una y otra cosa han sido despreciadas por Pedro Sánchez, que tras llevar casi siete años al frente del Gobierno, mantiene a España como uno de los países de nuestro entorno que menos recursos destina a la defensa nacional. Es conocido públicamente que así sucede en el porcentaje del PIB –1,5% en España; 2,1% en Francia; 2,3% en el Reino Unido; incluso 1,6% en Portugal–.

Siendo menos conocido, conviene también considerar el porcentaje que representa el gasto en Defensa sobre el gasto público total –3,2% en España; 3,6% en Francia; 5,2% en el Reino Unido; incluso 3,5% en Portugal–. Y por supuesto ocurre asimismo en el gasto por habitante en Defensa –467 € en España; 850 € en Francia; 1.056 € en el Reino Unido–. En cualquier caso, todos lejos de los datos existentes en Estados Unidos, donde el gasto en Defensa representa el 3,4 de su PIB y el 9,1% de su gasto público total, siendo 2.571 € el gasto militar por estadounidense.

En el escenario descrito y con la complicada situación geopolítica que amenaza a Europa, Sánchez se encuentra ahora obligado por decisión de la Unión Europea a aumentar la atención presupuestaria a la defensa nacional. Y todo parece indicar que, despreciándola como la desprecia, se dispone a recurrir una vez más al maquillaje estadístico para aparentar que cumple con lo acordado con nuestros socios. De manera que prepárense para contemplar todo tipo de trucos presupuestarios y financieros. Hasta que el dinero empleado para adquirir el papel higiénico que se utiliza en el Palacio de la Moncloa sea considerado como gasto en Defensa.

Es otra desgracia más que nos va a tocar sufrir por tener un presidente del Gobierno como el que tenemos, coaligado en el Consejo de Ministros con ese lamentable puzle que es el invento de Sumar y con la patulea de socios parlamentarios que le invistieron y le mantienen en el poder.

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