¿Una OTAN europea?
«Se puede pensar que nunca será lo mismo sin EEUU, pero los norteamericanos han dejado su impronta en la Alianza y este sería su legado más valioso»

Alejandra Svriz
Los europeos llevamos un par de meses pensando lo que parecía impensable. Hace unos días se filtraron las reuniones discretas que tienen lugar entre representantes del Reino Unido, Francia, Alemania y países nórdicos para preparar una transición pactada con Washington hacia una OTAN sin Estados Unidos. Para estos países, el peor escenario sería una retirada unilateral y abrupta de Estados Unidos de la Alianza Atlántica, sin dar tiempo a los demás aliados para afrontar este cambio mayúsculo. El objetivo sería una gradual entrega de responsabilidades de Washington a los aliados europeos y Canadá para estar en condiciones de asumir en cinco a diez años toda, o casi toda, la carga financiera y militar que ahora soportan los norteamericanos.
Estos planes no son un ejercicio puramente teórico, sino que responden al estado de ánimo con la que aborda la Administración Trump las relaciones con Europa. De hecho, la prensa norteamericana informaba la semana pasada que el Pentágono estaría considerando dejar a los europeos el puesto de Comandante Supremo Aliado en Europa (SACEUR), un cargo que siempre había correspondido a un militar estadounidense desde la fundación de la OTAN. Si se tomara una decisión en este sentido, se trataría sin duda de un paso muy serio hacia el desenganche de Estados Unidos de esta organización.
Estamos, por tanto, ante una situación no buscada ni deseada por Europa. Pero que tendría consecuencias de gran alcance sobre la seguridad del continente. Por eso resulta tan desenfocado hablar de la supuesta ola belicista que se habría apoderado de Bruselas y de otras capitales europeas. Europa se encuentra ante el agujero que crearía en su defensa la retirada en todo o en parte de Estados Unidos y se ve impelida a colmar este vacío con nuevos recursos y capacidades.
Organizar una defensa europea que merezca este nombre es una tarea colosal. Se podría construir en el marco de la Unión Europea, pero entonces quedarían fuera dos de las principales potencias militares del continente: el Reino Unido y Turquía. También Noruega, un actor relevante en el flanco nórdico. De ahí que la opción de una OTAN europea, con el refuerzo considerable de Canadá, presente ventajas considerables. Además, supondría partir de una estructura de mando ya existente, planes conjuntos, interoperabilidad de los equipos y, en definitiva, la práctica de muchos años que aporta la Alianza.
«No es un plato de gusto para los europeos ver como los dirigentes de Estados Unidos y Rusia coinciden en el desprecio hacia Europa»
Que la OTAN es una buena marca para la defensa es evidente. Cuando de lo que se trata es de mantener los niveles de disuasión en todas las direcciones, pero hoy en día especialmente hacia una Rusia belicosa, este factor intangible cuenta y mucho. Se puede pensar que nunca será lo mismo sin Estados Unidos pero los norteamericanos han dejado su impronta en la Alianza y este sería su legado más valioso, incluso aunque se fueran en todo o en parte.
Quedaría por abordar un factor esencial en la disuasión como es su componente nuclear. El debate está ya servido cuando el presidente Macron se muestra dispuesto a estudiar fórmulas para extender la protección nuclear francesa a otros países europeos y líderes como el primer ministro polaco y el candidato a canciller alemán le toman la palabra.
No es un plato de gusto para los europeos ver como los dirigentes de Estados Unidos y Rusia coinciden en el desprecio hacia Europa y en el deseo de castigar a un continente que contemplan como decadente sin remedio. Pero más allá de la arrogancia de esta Administración, hay tendencias a largo plazo: el repliegue de Estados Unidos a su Fortress America y la prioridad de su rivalidad con China. La época en la que Europa podía contar con la protección norteamericana ha concluido, para bien o para mal. Que los europeos se apropien gradualmente de una OTAN en la que Estados Unidos va perdiendo interés puede ser la opción en la que convergen el pasado y el futuro de la defensa del continente.