'Autorruta del sur'
«La escritura de Julio Valdeón tiene algo importante que decirnos: el mundo es como es, nuestra historia personal es poderosa porque tiene algo de universal»

El periodista Julio Valdeón, durante una entrevista para THE OBJECTIVE. | Víctor Ubiña
Julio Valdeón puede haber coincidido por casualidad con ciertas modas, como demuestra que su nuevo libro, Autorruta del sur, salga publicado al mismo tiempo que el biopic de Dylan. Dylan pagó muy caro su éxito, también estuvo de moda y fue saludado como precursor, según comentaba Julio, del rock. Nietzsche decía que el objetivo de todo estilo es comunicar a través de signos, incluido el ritmo de tales signos, un estado psicológico, una tensión de los sentimientos. Se podría comparar el estilo de Dylan con el estilo literario de Valdeón, ambos tienen una prosa surrealista e imaginativa.
Da la impresión de que J.V. ha cogido el instrumento musical que tenía más a mano, el ordenador, y se ha puesto a golpear las teclas al ritmo de la música de Dylan. Me comenta que sí que hay algo de Dylan, pero también de Nick Cage o Leonard Cohen. Y escritores, por supuesto; desde Kerouac, hasta Capote, algo de Camba y Norman Mailer, Fitzgerald o el Raúl del Pozo más nocturno y visceral. Como Kerouac, Valdeón también tomó notas durante este viaje, y las guardó durante diez años en un bolsillo de una vieja chaqueta, que en 2024 encontró al hacer la colada. De aquel viaje, pasado a limpio, ha salido un retrato feroz, deslumbrante, entre lo histórico y lo novelesco, entre lo sentimental y el surrealismo, de la América profunda. Valdeón es capaz de expresar de forma simple y directa las emociones que le salen del alma, con la naturalidad de un cantante de soul. El instrumento podría ser una guitarra, pero hay grandes escritores que consiguen hacer sonar un libro, una vez que el ritmo nos envuelve en cada página.
La perfección del viaje nace en el momento del caos, en el ocaso del primer día del viaje o en un frío aeropuerto de Washington. Podemos imaginar a su pareja llevándole por las curvas y los baches mientras Julio cambia de disco y pone la letra de aquel viaje singular. Siempre he pensado que los momentos felices deberían ir acompañados de una banda sonora original, Julio le da la vuelta porque pone la banda sonora y todo lo demás acompaña y da sentido a la música. Autorruta del sur es un libro para aquellos que están planeando su próxima escapada, para los que siguen creyendo que la felicidad es posible, para los que saben divertirse con poco, para los que se siguen enamorando de la libertad y la carretera, para los rockeros amables, creativos e introvertidos. Hay que ser un gran artista para atreverse a ser sentimental en estos tiempos, y Julio muestra su lado sentimental a lo largo de esta autorruta, como una luna de miel improvisada, leyendo cartas ante la tumba de Johnny Cash.
«La buena música, como la buena literatura, siempre prevalecerá»
No es solamente un libro sobre música. Julio nos acerca a la América profunda llena de anécdotas e historia, referencias de personajes curiosos y literarios. Nos adentramos por unos Estados Unidos sacudidos y carcomidos por la discriminación racial, por las historias de la búsqueda de la libertad de los afroamericanos. Un recorrido por la patria del puritanismo sureño, una patria paleta, descalza, donde reinan los códigos del hazlo tú mismo. Es la América del country, el mundo de la blue-collar American life, de la tarta de manzana, barbacoas y pax imperial, boom de natalidad, mínima visibilidad del inmigrante y abortos clandestinos. Pero el camino sigue, después llegó Elvis (visitaremos el museo del cantante, en Alabama), las marchas por los derechos civiles y el LSD, la muerte de Kennedy y King, los asesinatos del KKK, los tiroteos y Bob Dylan, siempre Dylan. «Dylan galvanizó el descontento, la paranoia y el miedo mientras todo se iba al carajo».
La escritura de Julio es la de un ser humano que además tiene algo importante que decirnos: el mundo es como es, nuestra historia personal es poderosa porque tiene algo de universal, las mejores canciones y los mejores libros son historias personales, anecdóticas y llenas de subjetividades en las que nos reconocemos. Son demasiado irreales, subjetivas y personales para morir. El propio Dylan, en una cita robada a Valdeón, dice: «La música tradicional no puede morir porque es demasiado irreal. No necesita que nadie la proteja. En esa música está la única muerte real que puede brotar de un tocadiscos». Julio dice que el milagro de esos viejos discos consistió en recuperar la old weird America y él quiso recorrer el sur de Estados Unidos para buscarla. La buena música, como la buena literatura, siempre prevalecerá.