'Panchovillismo' europeo frente a Trump
«La UE, a pesar de sus proclamas, sigue siendo una asociación de países con sus propios intereses, a los que no están dispuestos a renunciar sus mandatarios»

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. | Ilustración de Alejandra Svriz
Aunque la historia no haya hecho justicia, precisamente, al ejército liderado por José Doroteo Arango, alias Francisco Villa e internacionalmente conocido como Pancho Villa, y cualquier mención a sus hombres se asocie siempre a un grupo de soldados mal pertrechados, aficionados y escasamente virtuosos en el arte de la guerra, me van a permitir que eche mano de esa engañosa imagen, en esta ocasión. Digo que es engañosa, porque, siendo rancheros, vaqueros y gente del pueblo, los hombres de Villa lograron notables éxitos militares de los que se olvidan siempre quienes se refieren al «ejército de Pancho Villa» para referirse a un grupo descoordinado y escasamente disciplinado.
El caso es que la UE, en su esfuerzo por salir a flote en esta guerra de aranceles inaugurada por el presidente de EE UU, Donald Trump, ha pasado del rincón de pensar y seguir pensando a convertirse en una suerte de «ejército de Pancho Villa». Y es que la UE, a pesar de las proclamas de sus dirigentes, sobre su grandeza y la unidad de acción que nos preside, sigue siendo una asociación de países con sus propios intereses, a los que no están dispuestos a renunciar ninguno de sus mandatarios locales.
Así, ante el caos y el impacto económico mundial que la «yenka arancelaria» iniciada por Trump está provocando en la economía y los mercados mundiales, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, permanece hierática cual esfinge, pero mantiene a una panda de «emisarios» (o así se esfuerzan en autodenominarse ellos) dando vueltas por el mundo, para congraciarse, buscar el aplauso, el favor, o la foto oportunista con los principales protagonistas de la crisis, Donald Trump y el presidente chino, Xi Jinping. Y, por si fuera poco, tampoco nos falta quien establezca lazos con el mandatario ruso, el camorrista impenitente, Vladímir Putin.
Asegura Pedro Sánchez, de visita en Vietnam y China, que él habló, habla y hablará con Von der Leyen, que «no va por libre» a China y que se coordina perfectamente con las diferentes instancias de la UE. Pero poco después de su entrevista con el mandatario chino, la web de la Moncloa se enorgullece de haber logrado mejorar el acceso de los productores españoles de porcino, cerezas y cosméticos al mercado chino, además de haber dado un «impulso político» a las relaciones bilaterales.
Nadie dijo que las relaciones bilaterales de toda índole entre países estén prohibidas, pero parece que el presidente español ha ido a China, en medio de la crisis, a ver qué hay de lo suyo, de las relaciones comerciales España-China, y a «marcar paquete» ante sus colegas europeos, además de ante la opinión pública española, que se divide entre los que lo consideran audaz y proactivo ante las arremetidas de un enloquecido Trump, frente a quienes le consideran un peligro, un oportunista y un ser capaz de pactar lo que sea y con quien sea, siempre en defensa de su propio interés.
«Aranceles cero entre EEUU y la UE sería, en resumen, la propuesta que Meloni llevará el próximo viernes a Trump»
Por otra parte, la mandataria italiana, Giorgia Meloni, va también a lo suyo, a EEUU a ver a Donald Trump. Meloni asegura igualmente que ha hablado con Von der Leyen y que piensa plantearle al estadounidense que se lo piense de nuevo, que rectificar es de sabios y que ¿qué le supone a él una nueva rectificación? Lo mismo que una raya más a un tigre… Vamos, que aranceles cero entre EEUU y la UE sería, en resumen, la propuesta de Meloni, la que llevará el próximo viernes a Trump.
Claro que, teniendo en cuenta que el 10% de las exportaciones italianas van a EEUU, seguramente tratará de hacerse también un «¿Qué hay de lo mío?», para vender como «consumo nacional» cualquier logro que arranque del presidente estadounidense. Por si fuera poca la «multilateralidad» dentro de la UE, no hay que olvidarse de Víktor Orban y sus intensas relaciones con Putin, su último viaje a Rusia, que indignó al resto de la UE y que no fue consultado ni compartido con autoridad alguna.
Con todo, los mencionados se identifican como europeístas convencidos (siempre con sus matices), porque hasta los euroescépticos han aprendido que es más rentable decir que son tan europeos, que se ven en la necesidad de cambiar esta UE, porque va en contra de su población. Con este panorama y un déficit profundo de liderazgo dentro de la UE, ¿estamos o no ante un ejemplo (que no se ajusta a la realidad histórica, como ya he dicho) de lo que entendemos por el ejército de Pancho Villa? Si la UE no está instalada en el «panchovillismo» ¡que vengan Jean Monnet, Robert Schumman, Konrad Adenauer, Alcide De Gasperi y Paul-Henri Spaak, los «padres» de la UE a verlo! Y ya puestos, que lo arreglen…