The Objective
Antonio Caño

Apoyar a Europa arreglando España

«La crisis internacional no puede ser una excusa para prolongar el Gobierno de Sánchez; en realidad, debería ser un acicate para ponerle fin»

Opinión
Apoyar a Europa arreglando España

Ilustración de Alejandra Svriz.

Cuando el último informe de la unidad especializada de la Guardia Civil arrojaba sobre las investigaciones en marcha datos que pueden acabar siendo muy comprometedores para el Partido Socialista, para la esposa de Pedro Sánchez y para el propio presidente del Gobierno, este se encontraba en Asia, en ruta entre Vietnam y China, asumiendo un papel ridículo de mediación que no se corresponde con las verdaderas capacidades de la política exterior española y que, en las circunstancias actuales, solo se explica por la vanidad incontenible del personaje en cuestión.

Existe, no obstante, otra explicación posible: la del recurso a la acción internacional para escapar de una realidad nacional crecientemente adversa. Se trata, ciertamente, de un subterfugio utilizado por otros en el pasado, aunque no se recuerda que nunca en un contexto mundial tan desfavorable –el panorama geopolítico es tan complejo y peligroso que una nación como España debería actuar con enorme prudencia y discreción y siempre bajo el manto de la Unión Europea– y de una forma tan descarada, cuando el presidente del Gobierno debería dedicar todos sus esfuerzos a pactar con el Partido Popular unos Presupuestos que permitan hacer frente a los peligros económicos y de seguridad que nos acechan.

En lugar de eso, Sánchez, maestro en el arte del riesgo y el oportunismo, cuenta con que esa compleja situación internacional le dé precisamente oxígeno para estirar un tiempo más su estancia en el Palacio de la Moncloa. Con la que está cayendo en el mundo, quién va a ocuparse de las minucias de las investigaciones judiciales; con la que está cayendo en el mundo, quién puede negarse a apoyar al Gobierno de España, viene a decir la propaganda oficial, porque no otra cosa es ese viaje a China y Vietnam más que propaganda oficial al servicio del que lo decide todo en este país.

Es más que lógica la preocupación de muchos de los ciudadanos y los analistas por las consecuencias desastrosas que está provocando la presidencia de Donald Trump. Eso incluye a muchos de los que también impugnan de forma contundente la presidencia de Sánchez. La gravedad de los acontecimientos recientes ha hecho que, en cierta medida, prestemos más atención a lo primero que a lo segundo, para satisfacción del presidente del Gobierno, que ve aquí una nueva ocasión de ocultar sus tropelías detrás de una cortina, como aquel infausto día. Si, además, viene Vox –el eterno salvavidas– a actuar como agente de Putin y Trump en España, miel sobre hojuelas.

«Es indudable que el contexto internacional complica la labor del Partido Popular, que corre el riesgo de parecer antipatriota si se excede en su presión»

No deberíamos caer en esa trampa. Se puede y se debe seguir de cerca la evolución de la crisis internacional y, al mismo tiempo, atender con la adecuada proporción el frente nacional. Se puede estar en contra de Trump y de Sánchez a la vez. El daño que el primero está haciendo a la prosperidad y la convivencia en todo el mundo es enorme, pero no es menor el que está causando el segundo a escala local. La quiebra del principio al diálogo y el respeto a las normas internacionales que practica Trump no son asuntos que se alejan mucho de la corrupción y la degradación del Estado de derecho que padecemos en España.

Es indudable que el contexto internacional complica la labor del Partido Popular, que corre el riesgo de parecer antipatriota si se excede en su presión y que se encuentra para colmo ante la realidad de que esos agentes del putinismo y el trumpismo son sus aliados en varias comunidades autonómicas. Pero esto no debería de ser un obstáculo para que el centroderecha sea capaz de convencer a los españoles de la necesidad de un cambio de Gobierno en nuestro país. En ese sentido, la ruptura de los pactos con Vox podría ser una prueba de la verdadera voluntad regeneradora del proyecto del PP.

El reto que se le plantea al Partido Popular es, sin duda, gigantesco: responder al compromiso que le corresponde a España en este momento crucial para Europa y poner fin al Gobierno de Sánchez. Ambas empresas, como decía, no sólo deben de avanzar de forma simultánea, sino que, en buena medida, son complementarias. Convencer de eso a una mayoría de españoles no será fácil, pero puede resultar crucial para nuestro país. 

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