El día después de la conquista
«Las tribus del sudoeste de EEUU que se encontraron bajo el dominio de España siguen estando en los mismos sitios que ocupaban cuando llegaron los españoles»

Cuadro sobre el banquete que ofreció Moctezuma a Hernán Cortés. | Wikipedia
En la sección titulada «Papel», el periódico El Mundo -medio de comunicación con el que he colaborado en varias ocasiones-, publica un extenso artículo de Daniel Arjona sobre el libro recientemente publicado por Charles C. Mann titulado 1493: Cómo el descubrimiento de América transformó el resto del mundo.
La afirmación de Mann -destacada en el subtítulo del artículo- «nos llevamos la plata y las patatas y dejamos un montón de gérmenes mortales» es absolutamente falsa; pues está perfectamente demostrado que la colonización española aportó, aparte de valores espirituales, una serie de adelantos materiales que incluían la edificación de universidades, escuelas y hospitales.
Otra afirmación por parte de C.C. Mann que resulta equivocada es el negarse a comparar la conquista española con la anglosajona: «Es muy difícil comparar ambas cosas. Fueron procesos radicalmente distintos, con modelos de colonización de lógicas opuestas». Pero, debido a que la invasión y conquista de los territorios en Norteamérica por parte de los colonizadores europeos procedentes de distintos países se realizaron en fechas contemporáneas, aunque en diferentes territorios, para obtener una valoración objetiva de lo que ocurrió en ese tiempo resulta absolutamente imprescindible comparar ambos sistemas.
La exploración y subsiguiente colonización del sudoeste de los Estados Unidos por parte de España se realizó en fechas muy inmediatas a la conquista de México por Hernán Cortés; y la prueba de que los españoles no sólo llevaron gérmenes y se dedicaron a extraer el oro -inexistente en Nuevo México-, es que en todo el valle del Río Grande persisten todavía tradiciones culturales y sistemas de explotación forestal y ganadera que fueron llevados allí por los colonos españoles. (Aunque parte de esa aportación, en especial lo referente a la equitación y a la ganadería, se han convertido curiosamente en las señas de identidad de todo el pueblo estadounidense).
Otro elemento diferenciador importante entre los distintos sistemas de colonización es que incluso hoy en día las tribus del sudoeste norteamericano que se encontraron bajo el dominio de España siguen estando -al menos parcialmente- en los mismos territorios ancestrales que ocupaban cuando llegaron los colonos españoles.
Mientras que los pueblos indígenas que cayeron bajo la férula de la colonización anglosajona fueron desde el inicio exterminados, como relata con un tono orgulloso el capitán John Mason en su informe: Una breve historia de la guerra Pequot. Y, después de que las 13 colonias declarasen la independencia, tanto Jefferson como Jackson y otros presidentes estadounidenses decretaron el desplazamiento forzoso de las tierras habitadas por las distintas tribus indígenas que obstaculizaban la expansión hacia el Oeste del nuevo país.
«¿Cómo es posible que la historiografía anglosajona siga publicando obras que denotan un desconocimiento de algunos de los datos esenciales del sistema de colonización de España?»
Otra hipótesis de C.C. Mann que resulta inadecuada consiste en afirmar que: «Perfectamente podría haber sido el imperio Inca o la Triple Alianza quien viajara a Francia y, si hubieran capturado al rey -igual que hizo Cortés con Moctezuma- el resultado habría sido una parálisis social…». Pero, como demuestra el volumen de reciente publicación de Felipe Fernández Armesto y Manuel Lucena Giraldo, Un imperio de ingenieros; independientemente de las alianzas que se produjeron con otros pueblos indígenas oprimidos y de la reducción de la población de los imperios en América del Sur, un elemento esencial en la conquista y colonización del continente americano consistió por la superioridad de España a nivel tecnológico y científico. Lo que evidentemente no hubiera podido ocurrir si hubiera sido Moctezuma el que hubiese viajado a Francia.
¿Cómo es posible que la historiografía anglosajona, con la tolerancia y el apoyo de las grandes universidades de la Ivy League, siga publicando obras que, tras la aparente justificación de teorías novedosas y «deslumbrantes», denotan un lamentable desconocimiento de algunos de los datos esenciales del sistema de colonización de España, especialmente si se pretende compararlo con el sistema anglosajón?
La única explicación que me parece relativamente convincente de lo que acabo de exponer es la que dio en una reciente conferencia en la Casa de América el distinguido historiador de Nuevo México Dr. Thomas Chávez, autor del ya clásico España y la Independencia de los EEUU, que las más importantes editoriales universitarias de la costa este se negaron a publicar; según el propio Chávez porque «no podían imaginar que una persona con mi apellido y de Nuevo México pudiera decirles algo nuevo sobre ‘su revolución’». Aunque el libro fue posteriormente publicado con gran éxito tanto en Estados Unidos como en España.
Otra experiencia desagradable que contó Chávez en la misma conferencia ocurrió cuando ofreció para su publicación un conjunto documental valiosísimo de las cartas de Benjamín Franklin a la Sociedad Filosófica Americana, cuyo fundador había sido precisamente el mismo Franklin, sin obtener ni siquiera una respuesta durante un largo periodo de tiempo. Finalmente, casi de forma accidental, se encontró la documentación que ofrecía Chávez en los archivos de la Sociedad, que al final sí decidió publicarlo.