Ni es un plan, ni tiene futuro
«En los últimos tiempos y con dos Presupuestos Generales prorrogados, Sánchez ha tenido la suerte de recibir una lluvia de miles de millones de fondos europeos»

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. | Ilustración de Alejandra Svriz
En estos tiempos de escalada de la tensión militar, y ahora que se están redefiniendo aliados, frentes ideológicos, doctrinas militares, y sobre todo las exigencias de gastos e inversiones en defensa, Pedro Sánchez está demostrando una vez más ser un experto maestro mundial en maniobras de distracción y de camuflaje. Ni siquiera ha tenido reparos, por ejemplo, en aprovechar el abrumador impacto informativo que monopoliza la muerte del Papa, para explicar su tantas veces anunciado plan de defensa, cuyos detalles llevaba meses sin desvelar.
Y lo que ha desvelado es un plan lleno de trampas, chapuzas y parches de todo tipo. Es una auténtica chapuza legal porque viene sin ningún tipo de cobertura presupuestaria. Un plan que se consigue mediante la milagrosa aparición de remanentes de distintos ministerios que llegan a sumar la cifra de diez mil millones de euros. De repente, en abril, por alguna razón que no se conoce, ni se ha explicado, hay partidas en las que no se va a invertir ni a gastar en lo que el Gobierno estaba obligado a invertir o gastar. Se cambia el nombre de la partida y se dice que se destinarán a supuestos gastos de defensa.
En los últimos tiempos y con dos Presupuestos Generales prorrogados, Sánchez ha tenido la suerte de que España reciba una lluvia de miles de millones de fondos europeos. También ha recibido otra lluvia de dinero y esta sí es mérito todo suyo, por su incremento fiscal silenciado, pero permanente, que ha situado a España entro los países con mayor incremento de la presión fiscal. Lo más grave de estos planes es el peligro que supone que nuestro presidente de Gobierno, Pedro Sánchez, gobierne, y siga pensando que puede gobernar, sin unos Presupuestos Generales aprobados por el Congreso de los Diputados. No lo ha conseguido en esta legislatura y parece que es para él una cuestión menor que ya ni le preocupa.
Su prepotencia, política, le impide pedir el apoyo del Partido Popular y su cobardía, política, le impide llevarlo al Congreso para evitar la humillación de ser derrotado por sus propios socios de Gobierno y parlamentarios. Ya ha perdido más de cien votaciones y sigue sin disolver las Cortes, ni convocar elecciones. Él quiere seguir gobernando sin pasar por el poder legislativo, y por supuesto, sin el control jurídico del poder judicial. A esta forma de gobernar, autoamarrado al sillón, y sin respaldos mayoritarios a sus proyectos en el Congreso, le pueden quedar semanas. O no.
«Su prepotencia, política, le impide pedir el apoyo del Partido Popular y su cobardía, política, le impide llevarlo al Congreso para evitar la humillación de ser derrotado por sus propios socios de Gobierno y parlamentarios»
A los socios del Gobierno y parlamentarios de Sánchez en realidad no les molesta tanto que Sánchez gobierne evitando el Congreso, siempre que pague los peajes que le pidan cuando quiera sus votos. En esta ocasión los reparos de la extrema izquierda y de los independentistas viene por el hecho de que el plan sea para gastos en defensa. Lo que han hecho siempre con Sánchez en cuestiones que ideológicamente no les gustaba, era efectuar protestas altas de tono pero bajas de efectos.
Esta vez parece que la grieta puede ser mayor. La guerra fratricida de la extrema izquierda entre Podemos, Sumar e Izquierda Unida por la supremacía se ha desplazado ahora en ver quién lidera la bandera contra los gastos de defensa. Desde IU se amenaza ahora con romper la coalición tras conocer la enésima mentira del Gobierno que había dicho que nunca comercializaría armas con Israel y que ahora reconoce la compra de quince millones de balas israelíes. Dicen Podemos y IU que están en pie de guerra contra el Gobierno y que esta vez sí van en serio y nunca lo votarán.
Todo el mundo sabe que este Plan Industrial y Tecnológico para la Defensa presentado por Sánchez puede no ser constitucional si no lo aprueba el Congreso. Y que tiene ningún futuro porque el año que viene, si todo sigue igual, tampoco podrá ser renovado si no hay previamente unos Presupuestos Generales tal y como obliga la Constitución. Todo el mundo sabe lo que dice la Carta Magna, menos el presidente Sánchez, que nos avisa que esa obligación constitucional tiene «matices». Una nueva maniobra de distracción que no consigue ocultar que su intención real es gobernar todo el tiempo que pueda sin la necesidad constitucional de haber presentado unos Presupuestos y sin la necesidad política y económica de haberlos ganado en votación.
Dicen desde la Moncloa que el plan es constitucional porque ni incurre en déficit público, ni supone un mayor esfuerzo presupuestario. Lo que de nuevo lleva a cuestionar el futuro del plan para el año que viene si no hay Presupuestos. El plan de defensa de Sánchez de rebañar las huchas escondidas o no ejecutadas de los distintos ministerios, será imposible de repetir. Necesita los Presupuestos y volverá a dar todo lo que le pidan sus socios para conseguirlos. El problema es que esta vez también le exigen desde la OTAN y la UE un incremento en los gastos de defensa, y que no será ya del 2% porque es muy probable que en la reunión de la OTAN de junio la exigencia suba al 3 o al 3,5% del PIB.
«Entre la espada y la pared. En ningún sitio se mueve mejor Sánchez que en esa tesitura»
Entre la espada y la pared. En ningún sitio se mueve mejor Sánchez que en esa tesitura. Nuestro presidente es único a la hora de vender la necesidad de un incremento de gastos en armas por la amenaza de guerra y en esa misma explicación decir que en ese gasto las armas serán lo de menos. Es capaz de decir que el plan no supondrá recortes en gasto social y luego venderlo como el mejor plan económico pensable que va a incrementar nuestro PIB y va a crear cien mil empleos.
Un plan que ya entrando en detalle dedica una tercera parte a la mejora de las condiciones laborales y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas. Y sobre todo e incrementar el número de efectivos que a lo largo de los últimos años han generado una baja de más de veinte mil efectivos que ahora intentan recuperar con una primera partida de siete mil para este año. Militares serían también los gastos en mejora de la seguridad de los miles de militares españoles desplegados en misiones internacionales. No está tan claro en el caso de esos gastos destinados a la UME en lo que la ingeniería verbal de la Moncloa califica como refuerzo de las capacidades duales de las Fuerzas Armadas para actuar en emergencia y desastres naturales.
Al final, la fabricación y compra de nuevos equipos de defensa y disuasión será solo un 20% del Plan. Un porcentaje bajo, que es imprescindible para que nuestras Fuerzas Armadas consigan un mínimo de modernización y actualización de nuestro armamento, pero no está tan claro que amplíe su potencia de fuego. España tiene obligaciones y necesidades militares reales. Pero Sánchez nunca ha creído realmente en ellas. Presenta un plan de defensa y se excusa por ello. Mete partidas ya aprobadas o incluye sistemas de lucha contras desastres naturales que no son exactamente militares. Bruselas tiene que supervisar y aprobar ese plan. Y no está tan claro que una vez que lo analice lo vaya a aceptar plenamente.
Sánchez está en plena maniobra de distracción, pero doble. Por un lado, a la OTAN y a la UE para decirles que llega al 2%, aunque no sea en armamento real. Por el otro, a sus socios de Gobierno y parlamentarios a los que casi les vende que es para subir sueldos y luchar contra los desastres naturales. Un plan que parece lo que es. Una bomba de racimo, pero de parches y medias verdades que a nadie convence.