The Objective
Francisco Sierra

Yolanda, «la invitada permanente»

«Las contradicciones ideológicas y políticas se suceden en un partido que ya no suma, y que va a seguir siendo dirigido por la persona que dimitió hace un año»

Opinión
Yolanda, «la invitada permanente»

La ministra de Trabajo y Economía Social Yolanda Díaz. | ilustración de Alejandra Svriz

Esta vez Sumar sí ha acertado con Yolanda Díaz. La que fuera su fundadora y líder hasta que dimitió tras el hundimiento de la formación en las últimas elecciones europeas, vuelve ahora a la Ejecutiva con un cargo simbólico, al que muy acertadamente han llamado «invitada permanente». Es lo que ha sido siempre a lo largo de toda su carrera la política gallega. Quizás más certero todavía hubiera sido el de «invitada permanente, por el momento». 

Toda su carrera política es una enciclopedia sobre el arte del compromiso intransferible de un político consigo mismo a la hora de buscar acuerdos que la hagan avanzar en su propia carrera. Una trayectoria política compuesta por alianzas, coaliciones, pactos o movimientos que no suelen durar mucho. Militante del PCE empezó en las filas de Esquerda Unida donde consiguió pactos con el PSG-PSOE y Bloque Nacionalista Galego. También con Anova-Irmandade Nacionalista, Espazo Ecosocialista Galego y Equo-Galicia con el que formó la Alternativa Galega de Esquerda. La lista sigue con En Marea, con la presencia ya de Podemos, y que la lleva al Congreso de los Diputados. Allí se integra en el grupo parlamentario liderado por Pablo Iglesias. Abandona luego Esquerda, pero sigue en el PCE, a la vez que hace carrera propia a la sombra de Unidas Podemos. 

Carrera exitosa porque es llamada por Pedro Sánchez para el ministerio de Trabajo en el Gobierno de coalición. Tras la renuncia de Pablo Iglesias en el Gobierno, es ascendida en 2021 a vicepresidenta segunda. Luego Yolanda Díaz decide salir del paraguas de Podemos y volar libre organizando un movimiento que agrupara a toda la extrema izquierda. Aunque ella solo aportaba su supuesto liderazgo consigue el apoyo, originariamente entusiasta, de fuerzas potentes territorialmente como Más Madrid, Compromís o En Comú. Y hace evidente y público su menosprecio por Podemos.

Desde entonces, Sumar ha sido un cúmulo de fracasos electorales, que solo mantiene su fuerza porque consiguieron el suficiente número de diputados en el Congreso para hacer a Pedro Sánchez presidente de un gobierno de coalición en el que lograban su tesoro: cinco sillones ministeriales. Yolanda Díaz y sus ministros de Sumar han mantenido continuos enfrentamientos en todo tipo de materias con el bloque mayoritario socialista del Gobierno. Gritan y protestan hasta la extenuación y acaban consiguiendo lo que consideran un aceptable porcentaje de pequeñas victorias que les hacen olvidar todo gesto de responsabilidad política con decisiones con las que dicen estar en contra hasta el final. Pero ese final nunca llega a la dimisión de ninguno de sus sillones.

«Yolanda Díaz baja el tono ante el rearme y acepta otra vez que, por encima de todo, prefiere seguir en el Gobierno»

Los cinco ministros de Sumar hacen honor a este nuevo cargo inventado en la ejecutiva para Yolanda Díaz. Son «los invitados permanentes». Se desgarran las vestiduras, claman al cielo y al infierno, amenazan con todo, pero aceptan pequeños gestos con los que Sánchez les cuida. Está obligado para mantener su apoyo en el Congreso y, por otro lado, necesita darles pequeñas victorias con las que puedan hacer frente a los certeros e implacables ataques que reciben desde Podemos.

La lucha por el voto de la extrema izquierda es más importante que nunca. Para los protagonistas de esta tradicional lucha cainita con la que acaban abordando su propia existencia electoral necesitan mantener el gesto. Pero también es fundamental para un Sánchez al que los sondeos le avisan de que su socio se hunde y con el que no podría repetir gobierno de coalición.

El último ejemplo de esa gran indignación que se intenta calmar con un caramelo ha sido el que se ha vivido en los últimos días con el rearme aprobado por Pedro Sánchez. Un incremento en el gasto en Defensa de más de diez mil millones de euros. Eso de momento. Podemos vio la ocasión de recuperar espacio electoral mostrando su total repulsa a la decisión de un gobierno que califican de «guerra» y en el que precisamente están los cinco de Sumar. Como si fueran los tiempos de «OTAN no, bases fuera» o el «No a la guerra de Irak», la formación morada ha empezado su campaña artillera de fuego real.

Atrapados los «invitados permanentes» de Sumar en el dilema de «ideas y ética» o «sillones y tragaderas», les ha venido muy bien a todos exagerar hasta el histerismo la compra de quince millones de balas a Israel. La decisión de Sánchez de desairar una vez más al titular de Interior, Grande-Marlaska, por esta compra de balas ante la «supuesta amenaza» de que Izquierda Unida podría romper el Gobierno, no hace otra cosa que evidenciar la teatralidad de todos. Sánchez se hace el digno y les da la razón, para que se callen y se traguen el gran sapo del rearme. Yolanda Díaz se pone la medalla de que ha sido ella la que ha parado la compra de balas, pero baja el tono ante el rearme y acepta otra vez que, por encima de todo, prefiere seguir en el Gobierno. No está sola en esa hipocresía, como dejó bien claro el titular de Cultura, Ernest Urtasun, el rey del postureo progresista que prefiere también seguir siendo ministro por encima de todo.

Yolanda Díaz dimitió hace un año de su liderazgo y cargos de Sumar. Pero ha seguido hablando como si lo fuera. Ha tragado decisiones gubernamentales y también escándalos internos como el protagonizado por Íñigo Errejón, por un presunto comportamiento de violencia sexual, que dejó en evidencia todos los controles internos, todas las proclamas y todo el pensamiento feminista de Sumar. No hicieron lo que reclaman al resto que hay que hacer cuando ocurren esas situaciones.

Las contradicciones ideológicas y políticas se suceden en una formación que ya no suma, y que va a seguir siendo dirigida de facto por lo que llaman una «invitada permanente» pero que sigue siendo la jefa de lo que queda de movimiento: por eso ha puesto al frente a dos de sus personas más próximas, Lara Hernández y Carlos Martín. Hernández, siguiendo el discurso de Yolanda Díaz, lo primero que hace es manifestar que ante las enormes diferencias con el PSOE en muchos temas, Sumar lo que tiene que hacer es «normalizarlos» y «pedagogía con ellas». Traducido: tragar sapos no es tan malo si se logra mantenerse en el Gobierno. Aunque sea de «invitados permanentes» pueden al menos vender a sus decepcionados seguidores otros logros. Y habrá que reconocerles que algunos los han conseguido pese a las negativas iniciales de Sánchez. Veremos si este martes, finalmente, el Consejo de Ministros aprueba el proyecto de reducción de la jornada laboral por el que tanto ha luchado Yolanda Díaz.

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