The Objective
Álvaro Nieto

Cosas que aprendimos un 28 de abril

La triste experiencia del apagón nos ha demostrado que debemos diversificar nuestras fuentes de energía y que no podemos prescindir del dinero físico

Opinión
Cosas que aprendimos un 28 de abril

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Creíamos que lo habíamos visto todo, pero no, este lunes 28 de abril de 2025 hemos asistido en España a otro siniestro capítulo del apocalipsis por entregas en el que andamos inmersos desde hace unos años. Y hemos comprobado que, sin electricidad, prácticamente nada podemos hacer. Nos quedamos sin luz, y nos quedamos sin transporte y sin el todopoderoso teléfono móvil. Y no somos nadie.

Hospitales, hoteles y servicios esenciales se salvaron de inicio gracias a la existencia de generadores eléctricos alimentados por fuel, pero con el paso de las horas descubrieron que, oh cielos, no podían recargar esos salvavidas porque los surtidores de las gasolineras… ¡también funcionan con electricidad!

Algo parecido les pasó a miles de comerciantes, que cuando fueron a echar el cierre se dieron cuenta de que no lo podían hacer manualmente porque requerían fluido eléctrico. Hasta algunos grifos de cuartos de baño quedaron inutilizados porque funcionan con sensores… por lo que no podía fluir el agua ni para lavarse las manos.

Igual que la pandemia nos enseñó que no debemos depender tanto de China para ciertos productos, el gran apagón de este 28 de abril debe ser una cura de humildad para los talibanes energéticos. Como ha quedado demostrado, no podemos hacer depender nuestras vidas exclusivamente de la electricidad y, por nuestro propio bien, debemos esforzarnos por diversificar las fuentes de energía.

Y qué me dicen del dinero físico. La crisis de este lunes ha confirmado su utilidad cuando todo se cae. La única forma que tuvieron los españoles para poder pagar en los supermercados o un simple taxi fue con billetes y monedas de los de antes. Las tarjetas y el dinero virtual, con todas sus ventajas, no pueden ser el único método de pago… porque hay situaciones en las que no sirven.

Y luego está lo más obvio, pero que no por ello debemos dejar de recordar: la utilidad de las pilas. Tanto para usar linternas como para conectar transistores de los de antes que nos permitan escuchar la radio, de nuevo el medio de comunicación por excelencia cuando todo lo demás falla.

Para terminar, conviene que nuestros políticos también aprendan alguna lección, aunque está menos claro que lo vayan a hacer, y se pongan a buscar soluciones para que esto nunca más vuelva a suceder. Nos han estado negando durante meses que España fuera a sufrir apagones y, una vez más, resulta que los periódicos tenían razón. Hacen falta mejores gestores y más recursos que garanticen la seguridad del suministro. Y, por supuesto, nos sobran soplagaitas que solo saben hacer propaganda.

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