A 'cajonazo' limpio
“Para cuando llegue la ‘verdad oficial’, probablemente, el apagón del 28 de abril ya habrá sido olvidado, o superado por algún otro foco de atención”

Ilustración: Alejandra Svriz.
Me van a permitir los gaditanos, y más concretamente los aficionados al Carnaval, que les tome prestada una palabra que escuché por primera vez allí: «Cajonazo». Dícese en el argot carnavalero, del trato dispensado a aquella agrupación que compite y merece llegar a la final en el Gran Teatro Falla, pero el jurado, en contra de lo que opina el público, decide no incluirlo entre los mejores y truncar su carrera en esa edición de los carnavales. A esa agrupación -dicen los carnavaleros- le han dado un «cajonazo». La cuestión es que el neologismo gaditano no figura en el diccionario de la RAE, pero nos va a venir muy bien para tratar de analizar la política del día a día de Pedro Sánchez.
Si me permiten la sinceridad, soy de las que sigue sin descifrar los arcanos que rigen la factura de la luz, pero créanme que me siento capacitada para comprender, mediante una explicación sencilla y honesta, qué demonios ocurrió para desencadenar el gran apagón que alumbró nuestra vulnerabilidad el pasado 28 de abril. Es más, como ciudadana, exijo y merezco una explicación. Y como periodista, la busco por mis medios -a riesgo de precipitarme, tal vez- mientras el Gobierno no parece que lleve una gran velocidad de crucero en la búsqueda y rendición de cuentas ante la ciudadanía. ¿Está dando un «cajonazo» en toda regla Pedro Sánchez a esa demanda social de explicaciones y certezas? Juzguen ustedes mismos.
Sánchez, con ceño fruncido y cara de extrema contrariedad, asegura que dará las explicaciones pertinentes, cuando tenga las certezas necesarias, no parece darse por satisfecho con lo argumentado por Red Eléctrica (participada mayoritariamente por el Estado y a cuya presidenta, Beatriz Corredor, nombró este Gobierno) y encarga sus propias investigaciones, mientras desde la labor periodística afloran dos grandes titulares.
El primer titular sería «El cortafuegos de Red Eléctrica no funcionó como debía» y de ahí cuelgan una serie de informaciones dignas de sacarle los colores al más desahogado, como los avisos conocidos y no resueltos desde hace meses sobre una posible sobrecarga fatal, como ha acabado ocurriendo, o la falta de inversiones en la red que aspira a ser de las más avanzadas del mundo.
Resulta que España es uno de los países con más potencial en materia de energías renovables, pero que es capaz de «morir de éxito», por haber sido incapaz de digerir y gestionar la gran entrada de este tipo de energías en el sistema, según aseguran expertos del sector a los que también me he dirigido, para que me iluminen. Vamos, que si llevas al tren bala japonés por la vía del tren de la fresa… ¡atente a las consecuencias!
“Lo que sí sabemos es que el sistema de seguridad de la red no preveía solución para un fenómeno como el ocurrido el 28 de abril”
El segundo titular: «Las compañías del sector advirtieron que el mix energético que alimentaba las redes era suicida». Y, si lo advirtieron, ¿por qué no se hizo nada al respecto? Lo que sí sabemos es que el sistema de seguridad de la red de muy alta tensión no preveía solución para un fenómeno como el ocurrido el pasado 28 de abril.
Mientras Pedro Sánchez –quede claro que tampoco soy de las que lo imaginan allá por Extremadura, jugueteando con dos cables de alta tensión, dispuesto a provocar el gran apagón- sigue con su investigación, desde su entorno, ponen el ejemplo del gran apagón del noreste de EE UU, que sumió en la oscuridad, el caos y el pánico a la ciudad de Nueva York durante unas 30 horas. La ciudad que había sido víctima dos años atrás del peor ataque terrorista, contra las torres gemelas, tuvo que esperar durante meses las explicaciones oficiales de las autoridades. Y a ese ejemplo se agarran los más sanchistas del lugar, por comparar con un caso peor y para prevenirnos de que estas cosas pueden ir para largo.
Si largas me fiais las necesarias explicaciones, al ritmo que acontecen sucesos en los que la realidad supera a la ficción, pandemias, fenómenos atmosféricos, batallas arancelarias, guerras, o broncas parlamentarias de alto voltaje, para cuando llegue la «verdad oficial», probablemente, el apagón del 28 de abril ya habrá sido olvidado, o superado por algún otro foco de atención y puede incluso que pase sin pena ni gloria, o lo que es peor, sin fiscalización ni enmienda.
Así, entre «cajonazo» carnavalero y «cajonazo» (entendido, en este caso, como guardar en el cajón un asunto que no conviene abordar al Gobierno, por lo que sea) transcurre el día a día del Gobierno. ¿Explicaciones sobre el apagón? ¡Cajonazo! ¿Bronca dentro de los progresistas del Tribunal Constitucional por la Ley Trans? ¡Al cajón, a dormir el sueño de los justos! ¿Iniciativa estrella del Gobierno que no tiene el respaldo de los socios? ¡Cajonazo! Y así pasan los días y los asuntos de interés: a «cajonazo limpio», mientras el devenir político es un auténtico carnaval.