Solo ven emergencias climáticas
«Percibimos como más verosímil un accidente aéreo, nuclear, la llegada de extraterrestres o el fin del mundo que los accidentes cotidianos y más probables»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Si la mayoría de películas sobre el futuro muestran un porvenir distópico, lleno de amenazas, virus, plagas, contaminación ambiental o falta de recursos, es porque la mente humana está configurada para detectar problemas y amenazas. Nuestro cableado esencial fabula de tal modo que siempre verá más cerca el apocalipsis que los contratiempos existentes. Digan lo que digan los datos de accidente y sus probabilidades, percibimos como más verosímil un accidente aéreo, nuclear, la llegada de extraterrestres o el fin del mundo que los accidentes cotidianos y más probables, como los de tráfico, las caídas o los ahogamientos.
También es una cuestión monetaria. Hollywood, una máquina de hacer dinero, lo sabe bien. Qué duda cabe que resulta más difícil hacer un guion atractivo con un mundo próspero y en paz. Lo mismo sucede con el cambio climático. Hace años que esta cuestión captura en su totalidad el discurso medioambiental, para gran pesar de algunos ecologistas y científicos racionales. Y es que, si por un lado es más fácil imaginar el planeta ardiendo, los glaciares derritiéndose y creando tsunamis, también sirve de excusa a los políticos para culpar a este fenómeno de lo que en realidad es mala gestión. Al mismo tiempo, la cantidad de fondos destinados a combatirlo acaba por crear un círculo vicioso, que retroalimenta lo que se quiere combatir. Y se eclipsa todo lo demás.
En esta rueda nos han instalado los políticos y unos medios de comunicación que, en el caso de España, sean de izquierdas o de derechas, no se diferencian en nada respecto a este tipo de cuestiones. Y cualquiera que trate de cuestionar o matizar suele ser tachado de «negacionista». Una palabra que, llámenme rara, me da vergüenza usarla fuera de su acepción original.
Curiosamente, muchos de los que no vieron venir el coronavirus –¡y hacían bromas en la tele!– o que negaban que lo que estaba pasando en Italia pudiera llegar al sistema sanitario español, son los mismos que dan la turra con el calentamiento global. Son los mismos que también ridiculizaban la posibilidad de un apagón eléctrico. Incluso en una auditoría de Redeia, la matriz de Red Eléctrica, vieron más probable el «abstentismo por el cambio climático» que el riesgo de apagón. Es lo que pasa cuando se pone el foco en un asunto de forma catastrofista, que se apaga todo lo demás. Y sin necesidad de que caiga la electricidad.