The Objective
Francisco Sierra

Lo privado para Sánchez

«Es lógico que Sánchez incluya a Redeia entre los operadores privados porque, junto al 80% del capital en manos de accionistas privados, el otro 20% es también privado porque es suyo»

Opinión
Lo privado para Sánchez

Ilustración: Alejandra Svriz.

Se va a cumplir una semana y los españoles seguimos sin conocer las auténticas razones del apagón que paralizó España durante diez horas. Pedro Sánchez ha vuelto a dar una clase máster de cómo crear cortinas de humo para evitar las únicas preguntas posibles: ¿qué falló?, ¿por qué falló?, y ¿quién falló? Ninguna ha sido contestada a pesar de las continuas reuniones celebradas por el intenso y extenso comité de análisis. Lo más sorprendente es que, en un país supuestamente moderno y transparente, lo único que se sabe de los resultados de ese comité de expertos es que, de momento, no saben nada. Quizás por eso han iniciado un proceso de división celular. No se sabe si por mitosis o por meiosis, pero lo cierto es que el comité ha parido dos grupos de trabajo. Uno se ocupará sobre la operación del sistema eléctrico y será coordinado por el Ministerio de Transición Ecológica, que dirige la vicepresidenta tercera, Sara Aagesen. El otro se ocupará de los sistemas digitales y la ciberseguridad y será coordinado por el Ministerio de Transición Digital, de Óscar López. A la espera de ver si es el arranque de un proceso de división continua que se extenderá hasta el infinito, o hasta que pase tanto tiempo que los ciudadanos y las empresas españolas olviden el cabreo con la ineptitud de los responsables y con la falta de explicaciones y responsabilidades.

No es fácil inventar nuevos sistemas de distracción. Parecieran que todo está ya inventado. Pero eso de crear un comité para investigar las causas y que una semana después la única respuesta sea dividirse en dos, hay que reconocer que es imaginativo y hasta celular. Además, hay que reconocer la capacidad evolutiva del Gobierno de Sánchez. Más allá de que siga autoproclamándose cómo el mejor del mundo en recuperarse de los desastres que crea o gestiona, las respuestas han evolucionado. Ahora hay un comité de expertos. Con el covid decían que lo tenían, luego se supo que nunca existió. Y eso que sus supuestas conclusiones fueron las que durante meses marcaron la vida de millones de españoles. Hemos pasado del comité que nunca existió y nos llenó de recomendaciones y obligaciones, al comité que decide partirse en dos porque no sabe qué explicación dar.

En este mundo de Sánchez que vivimos, todo es posible. Por ejemplo, que sea el presidente del Gobierno, el máximo responsable político del desastre, el que intente presentarse como la máxima y casi única víctima. Como si en una malvada conspiración formada por la “fachosfera”, por las perversas eléctricas y hasta por los más perversos defensores de las centrales nucleares, se hubieran puesto de acuerdo para hacer sufrir solo al presidente. Cuando casi todo un país acusa de inoperancia y de mutismo al gobierno, el presidente sale a escena para acusar a todo el mundo. Y no debería estar tan enfadado. Según el chiringuito del CIS de su admirado y admirador, José Félix Tezanos, aunque el 60% de los españoles consideró que no se ha informado bien, los sondeos electorales dicen que con el apagón el PSOE aumenta su ventaja a 7 puntos sobre el PP. Dos apagones más y tiene absoluta para las próximas elecciones.

“No son solo empresas, instituciones o bienes del Estado los que Sánchez piensa que son privadamente suyos. Es la propia organización del Estado de derecho, es el respeto e independencia al molesto poder judicial”

Lo cierto es que mucho me temo, que con su concepción de lo público y privado, hay que entender y hasta darle la razón a Sánchez. Él tiene interiorizado que cuando algo le pasa al Estado es como si le pasara a algo suyo. En su concepto absolutista y “sanchista”, el Estado es suyo. Ha privatizado ya, de una forma u otra, medio Estado. Todo es suyo y debe estar a sus órdenes. Lo que falla lo siente como propio, por eso para él la víctima del apagón ha sido él y no lo españoles que tan contentos estuvieron tomando cervezas al sol y bailando en los parques.

Para Sánchez lo privado está claro. Ya nos avisó en su día sobre la Fiscalía General del Estado. Aquella frase de “¿la Fiscalía de quién depende?”. Escandalizó a muchos, pero luego se vio que lo tenía interiorizado con el nombramiento de alguien tan manejable y entusiasta con el Gobierno como la mismísima ministra de Justicia, Dolores Delgado. Da igual donde se mire. Si uno analiza su política de nombramientos en organismos públicos, no busca ni la eficacia ni la eficiencia ni la coherencia ni la responsabilidad ni el conocimiento. Solo busca que al que nombra sepa en todo momento que está ahí solo para la mayor gloria del amo, para servir al amo y para gestionar esa parte de las propiedades del amo. La lista es interminable. Desde la Fiscalía General del Estado, al Banco de España. De Correos a Redeia. De Telefónica a Indra. Todo es suyo.

Es lógico, por tanto, que Pedro Sánchez insistiera en incluir a Redeia entre los operadores privados. Al igual que el resto de compañías energéticas, el operador del sistema eléctrico que preside Beatriz Corredor, es privado porque junto al 80% del capital en manos de accionistas privados, el otro 20%, el que tiene la posición de fuerza, es también privado porque es suyo. Es tan privado y tan suyo, que nuestro presidente, tan adicto a imaginar conspiraciones de todo tipo contra él, piensa esta vez que efectivamente han conspirado contra él. Así se explica en atacar a las compañías eléctricas, pese a que no gestionan el sistema, o que siga empeñado en no descartar un ciberataque a pesar de que los técnicos de REE lo negaran por completo. Debe ser por eso que en la mitosis del comité de expertos le haya tocado a Óscar López determinar el tiempo y el momento de mantener vivo esta posibilidad para manejarla, por si acaso la verdad no fuera tan útil para sus conveniencias.

El concepto privado que tiene Pedro Sánchez de lo público se manifiesta continuamente. El Falcon es privado y por eso lo usa para lo que quiera. La Abogacía del Estado es suya y si hace falta se usa como abogado defensor privado. Los letrados del Congreso son suyos y si hace falta cambiar al letrado mayor para que todo pase más fluido por el Congreso, pues se hace. Si su mujer y su hermano necesitan la ayuda de funcionarios de la Moncloa para sus actividades privadas, pues sin problema.

Y si hay que incordiar a la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, que tiene la osadía de hacer desfilar al Ejército, como todos los años, en la fiesta de la Comunidad del Dos de Mayo (que celebra el levantamiento de los madrileños y también de los artilleros del Parque de Monteleón contra el invasor francés), pues se le quita. Qué más da que siempre, en toda la historia de la Comunidad e incluso con el socialista Joaquín Leguina en la Presidencia, haya habido desfile. Se acabó. A Ayuso ni agua. El Ejército también es de Sánchez.

No son solo empresas, instituciones o bienes del Estado los que Sánchez piensa que son privadamente suyos. Es la propia organización del Estado de derecho, es el respeto e independencia al molesto poder judicial que sigue oponiéndose a los deseos del presidente e incluso osan abrir investigaciones judiciales e imputar a su esposa y a su hermano. Más asumido lo tiene el poder legislativo, al que Sánchez ha lobotomizado. La prueba la tendremos esta semana cuando esconda el debate del apagón en el debate sobre el rearme y, a la vez, esconda el debate sobre el rearme en el debate del apagón. Se verá en lo que hacen los socios de gobierno y parlamentarios. No le dirán a Sánchez muy alto, ni firme, que afronte responsabilidades. Ni serán radicalmente coherentes con su posición contraria al rearme. Chillarán un poco y luego le dejarán que siga pensando que el Estado es suyo y que siga pagando chantajes. Y Sánchez pagará, porque para eso tiene un Estado privado.

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