Más mata el cambio climático
«Cinismo, según la antiética sanchista, es lamentar el fallecimiento de cinco personas el día del Gran Apagón que dependían de la electricidad para respirar»

Alejandra Svriz
Entre todas las enormidades que nos vomitó el miércoles el presidente del Gobierno, con esa combinación tan suya de desbocada prepotencia e insolente arrogancia, hubo una sencillamente monstruosa: ridiculizó a las personas fallecidas por culpa de SU Gran Apagón y acusó de “cinismo” a quienes se atreven a lamentar esa pérdida de vidas humanas. El (digamos) argumento es toda una sinopsis de esa vileza que llamamos sanchismo: ¡No se quejen tanto que más mata el cambio climático!
No exagero. La textualidad de la desquiciada afirmación de Pedro Sánchez, leída en el Pleno del 7 de mayo en el Congreso, fue la siguiente:
«¡Qué gran acto de cinismo es lamentar las cinco vidas que tristemente se perdieron por el apagón e ignorar las más de 8.000 que se pierden cada año en España como consecuencia del cambio climático!»
Pedro Sánchez
Pues eso. “Cinismo”, según la antiética sanchista, es lamentar el fallecimiento -cierto y comprobado- de cinco personas el día del Gran Apagón que, directa o indirectamente, dependían de que la electricidad les diera ayuda para respirar para seguir con vida. Y “decencia”, según la misma anti-ética que nos desgobierna, consiste en lanzar soflamas sobre los eventuales riesgos mortales del célebre cambio climático mientras se imponen políticas insensatas bajo la falsa bandera de una supuesta lucha para derrotarlo.
La frase de marras que burla las cinco muertes del Gran Apagón fue leída por Pedro Sánchez. No es fruto de ningún desliz onceavo, como el que luego cometió. Solo le faltó decir: ¡solo cinco, soy un fenómeno! Además, con el elefantiásico tamaño del gabinete monclovita, es muy probable que no menos de once asesores -con distinto nivel de responsabilidad- participaran en la escritura y revisión del discurso presidencial. ¿A ninguno le chirrió el vacío moral de la macabra comparación que luego leyó su jefe? A ninguno… o ninguno se atrevió a rechistar. Ni un onceavo bueno.
Sánchez, el operador privado con familia, amigos y cercanos ultrarricos sobrevenidos (gracias al dinero público), se felicitó de su Gran Apagón mientras ridiculizaba las pérdidas -humanas, económicas, personales, de seguridad y de prestigio exterior- de las que él es el responsable último. Lo es por abuso de nepotismo partidista en nombramientos clave -incluso- en los hoy célebres operadores privados bajo su mandato. Y lo es por su profunda sordera ante cualquier alerta incómoda. Eludir tan indiscutible responsabilidad pretende escamotear los costes más evidentes, en millonarias reclamaciones económicas y en creciente desafección ciudadana, para endosárselos a los ultrarricos -pero no a todos; solo a los que se atrevan a serlo sin el concurso de su dedo mágico-, y -ya de paso- a los defensores de la energía nuclear.
«El desgobierno que padecemos ha abandonado nuestras infraestructuras críticas a su deterioro con el mismo desdén que aplica a nuestras muy deterioradas instituciones clave»
Que solo seis días después del Gran Apagón colapsara el AVE entre Andalucía y Madrid es la más clara ratificación de que el desgobierno que padecemos ha abandonado nuestras infraestructuras críticas a su deterioro con el mismo desdén que aplica a nuestras muy deterioradas instituciones clave: todo en estado crítico. Porque a Pedro I, el ultrapobre, todo le da lo mismo, salvo tres cosas: el relato, de puertas afuera; el enriquecimiento de familiares, cercanos y sumisos, ya sin grotescas cartas lacrimosas ni mendaces amagos de dimisión; y el Frankenstein recosido, que hay que amarrar la permanencia en la Moncloa.
Nada nuevo bajo el sol… Por el relato inventaron los ciberataques, los sabotajes y esa rigurosa investigación de 750 millones de datos que se prolongará cuantos meses sean necesarios para que cunda el olvido. De enriquecimiento algo podrán contar Beatriz Corredor y demás miembros socialistas que acreditan su nulo conocimiento del complejo mundo de la energía, pero merecen cobrar sustanciosos emolumentos, como presidenta y consejeros del presunto operador privado Redeia. Y los del Frankenstein demuestran a diario sus habilidades para rentabilizar con virtuosa maestría, incluso, ser relegados a la condición de “última rebanada del pan Bimbo”.
Pero no nos quejemos, que gracias a Pedro, no Gobierna la derecha. Además, ¡más mata el cambio climático!