The Objective
Antonio López-Istúriz

Ganadores y muchos perdedores

«La historia nos ha enseñado que el proteccionismo y los aranceles no solo no son la solución, sino que pueden resultar contraproducentes para toda la sociedad»

Opinión
Ganadores y muchos perdedores

Ilustración de Alejandra Svriz.

Donde entran los bienes, no entran las balas. He aprovechado estas semanas de primavera para releer algunos libros que leí hace años, y para reflexionar sobre los recientes y rápidos cambios que afectan al mundo. 

El cambio en la administración norteamericana ha venido acompañado de un giro en la lógica de la globalización hasta el momento: de las cadenas de suministro just in time estamos pasando a las cadenas de suministro «por si acaso»; del aperturismo comercial facilitado por los avances tecnológicos y logísticos, estamos ante un creciente proteccionismo que abarca desde materias primas hasta productos elaborados. 

Además, los acuerdos multilaterales están siendo reemplazados por políticas bilaterales y regionales que dan como resultado un mosaico fragmentado de normas que hacen que los países tiren en direcciones diferentes. Con ello, en lugar de más ganadores, ahora tenemos ganadores y muchos perdedores. 

Los precios mundiales de los cultivos y los alimentos han estado incrementándose desde mediados de 2020. La agresión no provocada e injustificada de Rusia contra Ucrania ha aumentado aún más los precios. En consecuencia, Ucrania, que era uno de los principales exportadores de cereales, ha experimentado un drástico descenso en sus exportaciones, lo que ha provocado una gran preocupación con respecto a la seguridad alimentaria a millones de personas en todo el mundo. 

Ciertamente las iniciativas de la UE y de las Naciones Unidas han contribuido a frenar el aumento de los precios, pero las perspectivas siguen siendo complicadas, y ello se agrava por la incipiente guerra arancelaria. A medida que estas tensiones económicas continúan aumentando, recordaba estos días las teorías de uno de los economistas más influyentes del siglo XIX: el francés Frédéric Bastiat.

«Las políticas proteccionistas pueden tener efectos colaterales no deseados»

La justificación común detrás de los aranceles, ya sean los chinos, norteamericanos o incluso europeos, es la protección de los empleos y las industrias locales. Sin embargo, las políticas proteccionistas pueden tener efectos colaterales no deseados. Decía Bastiat que cuando se analizan las políticas económicas, es fundamental no solo observar los efectos visibles e inmediatos, sino también considerar las consecuencias más amplias y sutiles que estas políticas pueden generar. Su famoso principio de «lo que se ve y lo que no se ve» resuena profundamente en el análisis de la guerra de aranceles. 

Bastiat argumentaba que, al proteger una industria a través de aranceles, se pueden observar beneficios inmediatos para esa industria; sin embargo, los costes ocultos, como la pérdida de eficiencia en el mercado, el aumento de precios para los consumidores y el desgaste de las relaciones comerciales, a menudo no se ven.

Por ejemplo, en el contexto actual, al imponer aranceles, el gobierno puede favorecer a los productores locales de bienes como el acero, pero los consumidores enfrentarán precios más altos y menos opciones en el mercado. Esto crea un círculo vicioso donde la protección de unos pocos resulta en un detrimento para muchos. Al final, la economía se ve afectada, y es probable que los consumidores paguen el precio más alto.

Además, los aranceles obstaculizan la competencia y, por tanto, el progreso. La competencia no solo obliga a las empresas a innovar y a mejorar la calidad de sus productos, sino que también impulsa la disminución de precios. Al blindar a las industrias locales con aranceles, se sofoca esta competencia. En un contexto donde las empresas no están presionadas por la necesidad de mejorar, es probable que la calidad de los productos disminuya y que la economía se estanque.

«La creencia de que el proteccionismo crea empleos está basada en una visión simplista de la economía»

Es importante que analicemos con detalle la retórica que rodea estas políticas proteccionistas. Porque la creencia de que el proteccionismo crea empleos está basada en una visión simplista de la economía. Y en un mundo globalizado, donde las cadenas de suministro son complicadas y están interconectadas, los efectos de los aranceles se sienten no solo a nivel nacional, sino también internacional. 

El delirio arancelario acabará afectando negativamente a las economías que busca proteger. Ganadores, y muchos perdedores.

Reafirmo mi convicción de que el libre comercio promueve el bienestar general y fomenta la competencia, la innovación y el crecimiento económico. La estabilidad y prosperidad económica dependen de la apertura y no de la clausura. La historia nos ha enseñado que el proteccionismo no solo no es la solución, sino que puede resultar contraproducente para la sociedad en su conjunto… y la Unión Europea es ejemplo de que la apertura comercial y la prosperidad económica es la mejor herramienta para la paz. Porque, como decía Bastiat, si no entran los bienes entrarán los ejércitos.

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