Una injusticia reparada
«Es motivo de celebración, pero es indignante que el caso de Anónimo García haya tenido que llegar a la más alta instancia judicial para que triunfe el sentido común»

El humorista Anónimo García.
La narra mucho mejor y con gran detalle Juan Soto Ivars en su estupendo libro Nadie se va a reír, pero la historia de Anónimo García y su odisea judicial es importante contarla muchas veces, para al menos intentar que no se repita (spoiler: se repetirá, porque no aprendemos nunca). García fue uno de los fundadores de Homo Velamine, un colectivo «ultrarracionalista» y satírico que hacía intervenciones públicas absurdas y divertidísimas. Fueron a la Convención del PP con carteles que decían «Hipsters con Rajoy», tienen una foto con Esperanza Aguirre en la que visten camisetas con su cara y pone FEA (Feministas con Esperanza Aguirre), acudieron a mítines de Podemos vestidos de curas y monjas. En casa tengo alguno de sus maravillosos fanzines, como el de Franco es kitsch.
Los medios se lo tragaban todo, y el objetivo de Homo Velamine era precisamente ese, ver hasta dónde puede llegar la credulidad de los periodistas. En 2018, García hizo una web satírica que anunciaba un tour de La Manada; era claramente una ironía y una crítica al sensacionalismo mediático en torno a la célebre violación del grupo autodenominado La Manada en las fiestas de San Fermín en Pamplona. Los medios, especialmente la televisión, que habían sido muy poco escrupulosos en su cobertura de la violación, de pronto trazaron una línea roja: ¡esto era inaceptable! La bola de nieve fue creciendo y García acabó siendo condenado por «trato degradante» fue sentenciado a 18 meses de cárcel y al pago de 15.000 euros. Como consecuencia de ello, perdió su trabajo en Greenpeace; quizá si hubiera sido un koala a la organización ecologista sí que le habría parecido una injusticia.
«Muchos de quienes lo defienden ahora lo hacen avalados por el Tribunal Constitucional, que esta semana ha anulado la condena»
Muy pocos se atrevieron a defender entonces a Anónimo García; muchos de quienes lo defienden ahora lo hacen avalados por el Tribunal Constitucional, que esta semana ha anulado la condena, tras más de cinco años de odisea judicial. Es motivo de celebración, pero es indignante que el caso haya tenido que llegar a la más alta instancia judicial posible para que triunfe el sentido común. Es especialmente preocupante que García fuera condenado con el artículo 173.1 del Código Penal, que está incluido en el título VII titulado de las torturas y otros delitos contra la integridad moral. El artículo 1 dice: «El que infligiera a otra persona un trato degradante, menoscabando gravemente su integridad moral, será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años».
Como ha escrito el propio Anónimo García, «la jurisprudencia a la que recurre la sentencia muestra la naturaleza de las acciones que castiga este artículo: mantener encerrados a unos niños, sin luz, atados a la cama y malnutridos; obligar a una mujer a prostituirse bajo amenaza de arma blanca; golpear y amenazar a un hombre encerrado durante varios días, etc.». Hay una diferencia abismal entre esos delitos y la creación de una web claramente satírica.
«Era una sentencia influida por un clima político de pánico moral. La izquierda se volvió histérica y punitivista»
El problema era otro. Era una sentencia influida por un clima político de pánico moral. La izquierda se volvió histérica y punitivista: cualquier traza de liberalismo que le quedaba fue descartada en favor de un endurecimiento del Código Penal que recordaba a la derecha más conservadora, la de pánicos morales del pasado. Plantear matices, cuestionar la dureza de la pena contra los miembros de La Manada, señalar los errores de la reforma de delitos sexuales o defender a Anónimo García te convertían en un cómplice de la cultura de la violación. Pero la derecha moderada tampoco se atrevió a decir mucho, por miedo a la turba. Y los tribunales, que a veces se contaminan demasiado de la calle, actuaron acorde a ese clima.
Cuando se anunció la anulación de la condena, estaba tomando algo con amigos y conocidos. Uno de ellos me dijo que, bueno, sí, era una buena noticia, pero en el fondo los Homo Velamine se habían derechizado un poco, ¿no? Lo que significa que, aunque al final el Tribunal Constitucional ha anulado la condena de Anónimo García, los que lo condenaron social y judicialmente en el fondo ganaron.