Pedro Sánchez y la 'tercermundización' de España
«España es el país con más paro de la UE, el segundo con mayor tasa de pobreza infantil y los precios del alquiler hacen que los jóvenes no se puedan emancipar»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En realidad, Sánchez miente, pero no engaña: la verdad siempre ha estado ahí para quien la quisiera ver. Ya en 2016, Rubalcaba expuso de forma gráfica el Gobierno Frankenstein que pensaba armar su entonces denostado compañero de filas y tres años después, Albert Rivera lo describió con pelos y señales desde la tribuna del Congreso de los Diputados. Desgraciadamente, ambos ejercieron de Casandra y fuimos pocos los que nos tomamos en serio estas señales desde el principio.
Pedro Sánchez se hizo con el poder junto a José Luis Ábalos, Santos Cerdán y Koldo García, una especie de d’Artagnan y los tres mosqueteros cutre, porque hace temblar pensar que España ha estado en manos de estos cuatro. Tenemos, por un lado, a un líder que no dudó en hacer trampas para conseguir el título de doctor y, por otra, una ausencia total de licenciaturas universitarias y cierta querencia a los prostíbulos -Koldo fue portero de uno- y a trasladar meretrices de un parador nacional a otro para su uso y disfrute mientras militan en un partido que aboga por la ilegalización de la prostitución. Como para comprarles un coche de segunda mano, vamos.
Solo por el plagio de la tesis, Pedro Sánchez debería haber dimitido ya en 2018 y nos hubiéramos ahorrado todos estos años de degradación. Y no se trata de una utopía, sino de un estándar europeo: en 2011, el ministro de Defensa alemán, Karl-Theodor zu Guttenberg, dimitió por este mismo hecho pese a gozar de grandes cotas de popularidad y ser una de las piezas claves del Gobierno de Merkel. Pero es evidente que los referentes de Sánchez no son europeos, sino caribeños. Álvaro Nieto, director de este periódico, destapó todo el turbio asunto de la acogida de Delcy y sus misteriosas maletas en 2020 y, de nuevo, esto debería haber hecho caer a cualquier gobierno europeo, pero aquí, en lugar de ello, nos precipitamos de lleno a los usos y costumbres venezolanos y así hemos llegado a estos niveles tercermundistas en nuestro país.
El sanchismo ha colonizado las instituciones y ha colocado a sus fieles en los puestos de dirección en lugar de a personas expertas y capacitadas, lo que, además de ser una forma de corrupción, deteriora los servicios públicos, como hemos podido comprobar con el reciente apagón que nos ha hermanado con Cuba y Venezuela mientras la máxima responsable permaneció días escondida porque no tiene ni idea del tema pese a cobrar uno de los sueldos más altos del Estado. También han comprado gran parte de los medios de comunicación y tienen a todo un ejército de opinión sincronizada poblando todas las tertulias.
Ya solo les queda el Poder Judicial para aniquilar totalmente los contrapoderes que conforman una democracia liberal y convertirnos, de facto, en una república bananera, y ahí está la reforma que ha anunciado Félix Bolaños para rematar la labor: el 25% de los jueces y fiscales ya no van a necesitar oposición para ocupar el cargo, lo que les facilita la colocación de sus afines. El alcance de la gravedad de esta reforma no escandaliza a la mayor parte de la ciudadanía, como tampoco que quieran cargarse la acusación popular, pero el asalto al poder judicial fue una de las claves del chavismo para hacerse con el poder omnívoro que ha destrozado Venezuela.
“Coger un tren, incluso si has pagado el alto precio de un AVE, se ha convertido en un deporte de riesgo”
Mientras, los españoles ya degustamos lo que es vivir en uno de esos países, pero sin el clima ni las playas tropicales. Coger un tren, incluso si has pagado el alto precio de un AVE, se ha convertido en un deporte de riesgo en el que lo menos probable es que llegues a tu destino a la hora prevista y en el que no es descartable que te quedes horas atrapado en medio de la nada. Los okupas y los inokupas tienen con un tícket de TelePizza más derechos que los propietarios con sus escrituras y las opciones de estos son o llamar a una empresa de desokupación o malvender la propiedad a grandes tenedores.
Y lo peor de todo es que ahora nos consta que Pedro Sánchez sabía que esto iba a pasar y, aun así, aprobó el decreto que permite estos atropellos, de la misma manera que aprobó una ley que reduce las penas de los violadores u otra que no solo borra a las mujeres, sino que es una auténtica luz de gas a la ciudadanía: por mucho que tus ojos vean a un señor con todos sus atributos al aire, tienes que decir que estás ante una mujer y, en caso de no hacerlo, arriesgarte a pagar una cuantiosa multa. El Gran Hermano, con su doblepensar y su neolengua, era un aprendiz al lado de esta tropa.
En las Olimpiadas de Barcelona en 1992 se vendía como uno de los grandes logros haber acabado con el barraquismo y, efectivamente, mi ciudad distaba mucho de aquella que veíamos en las películas del Torete y el Vaquilla. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, es habitual ver gente durmiendo en las calles, incluso en las más céntricas, y hasta acampando con iglús. A esto hay que sumar lo que los trabajadores de Barajas llaman “Zombilandia”: medio millar de personas que pernoctan en dicho aeropuerto y que han provocado una plaga de chinches, robos, peleas y relaciones sexuales en los lavabos, algo que se empieza a replicar también en El Prat.
España es el país con más paro de la UE y el segundo con mayor tasa de pobreza infantil y, además, los disparatados precios del alquiler y las dificultades para acceder a la compra de vivienda hacen que los jóvenes no se pueden emancipar y que personas ya maduras acaben compartiendo pisos como si fueran estudiantes universitarios. Con todo esto tenemos la estampa perfecta del tercermundismo al que nos han llevado los mandatos de Sánchez mientras que presume, sin ningún tipo de sonrojo, que la economía va como un cohete: será suya y la de sus afines.