The Objective
Rafael Pampillón

El declive de Estados Unidos: una oportunidad para Europa

«La hegemonía de Estados Unidos empieza a ser cuestionable y el ascenso del euro podría alterar profundamente el equilibrio global de poder»

Opinión
El declive de Estados Unidos: una oportunidad para Europa

Ilustración de Alejandra Svriz.

La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó este jueves un proyecto de presupuestos que recortaría los impuestos, reduciría el gasto social y aumentaría la deuda pública. Este deterioro fiscal, sumado a un entorno internacional cada vez más desafiante, refleja un cambio estructural profundo: una redefinición del papel hegemónico de Estados Unidos y del dólar. En este contexto, Europa se enfrenta a una oportunidad histórica para posicionarse como un referente económico global.

De hecho, la economía mundial atraviesa una fase de reconfiguración estructural que pone en cuestión la sostenibilidad del liderazgo económico de Estados Unidos. Las decisiones de política fiscal, comercial y monetaria adoptadas en los últimos años (incluidas las tomadas ayer por el Congreso) están comenzando a minar la credibilidad del dólar como moneda de referencia global. Este artículo explora las principales señales de cambio en la economía estadounidense, sus implicaciones fiscales, inflacionarias y monetarias, y evalúa el posible ascenso del euro como alternativa estratégica.

Un entorno fiscal en deterioro

La política fiscal del presidente Donald Trump, centrada en una nueva ronda de recortes tributarios que se aprobaron este jueves, tiene como objetivo estimular el crecimiento económico, pero genera serias preocupaciones sobre la sostenibilidad de las finanzas públicas.

La Oficina de Presupuesto del Congreso estima que estas propuestas podrían aumentar la deuda en tres billones de dólares entre 2025 y 2034, debido a que la reducción de impuestos supera los ajustes compensatorios en el gasto. Este déficit público se suma a un contexto ya complejo. Uno de los aspectos más preocupantes es el creciente endeudamiento público, que ya supera el 120% del PIB.

En 2024, los pagos por intereses de la deuda superaron los 1,12 billones de dólares, una cifra mayor que el presupuesto anual de Defensa. Este coste financiero ha sido impulsado por la política monetaria restrictiva de la Reserva Federal, que ha mantenido tipos de interés entre el 4,25% y el 4,5%, priorizando la lucha contra la inflación.

Esta combinación de altos tipos de interés y elevada deuda crea un círculo vicioso: a medida que aumenta el coste de financiación, el gasto público crece, lo que a su vez exige nuevas emisiones de deuda en condiciones menos favorables. Un proceso que erosiona gradualmente la credibilidad financiera del Estado y limita su capacidad de maniobra fiscal.

Inflación y presión sobre el consumo

La inflación, uno de los principales retos para la economía estadounidense, ha mostrado una dinámica volátil. A finales de 2024, el índice de precios al consumidor (IPC) creció un 3% anual en enero de 2025, aunque luego se moderó al 2,3% en abril, gracias a la caída de los precios energéticos. Sin embargo, se prevé un repunte de la inflación durante el resto del año, como consecuencia del traslado de los nuevos aranceles a los precios al consumidor. Se espera que el crecimiento del IPC cierre 2025 con una tasa del 4%.

La persistencia de las presiones inflacionarias podría obligar a la Reserva Federal a mantener su postura de tipos de interés elevados, lo que comprometería su segundo objetivo: maximizar el empleo. Efectivamente, el aumento de los aranceles, las condiciones financieras más estrictas y la inflación afectarán negativamente tanto al consumo de los hogares como a la inversión empresarial en Estados Unidos. Como resultado, se prevé una desaceleración en el crecimiento del empleo y un aumento moderado del desempleo. 

Así las cosas, la Reserva Federal se enfrenta a un dilema complejo. Por un lado, la inflación no cederá con la rapidez deseada; por otro, la economía muestra signos de fatiga. La posibilidad de un recorte de tipos dependerá de si la inflación futura está bajo control. El vicepresidente de la Fed, Philip Jefferson, confirmó en mayo que las expectativas de crecimiento económica se ajustaron a la baja debido al impacto que los aranceles podrían tener en los precios.

Repercusiones globales y el ascenso del euro

La erosión de la credibilidad internacional de EEUU está abriendo oportunidades para otras monedas. El euro, como segunda divisa internacional más utilizada, podría aprovechar esta coyuntura. Un mayor uso del euro en reservas de los bancos centrales y en las transacciones internacionales podría traducirse en menores costes de financiación para Europa, mayor estabilidad en tiempos de crisis y un aumento del peso geopolítico de la Unión Europea.

Como observó recientemente, Helene Rey, las políticas de Trump socavan las instituciones estadounidenses, disminuyen las perspectivas de crecimiento económico a largo plazo y erosionan rápidamente la confianza en el dólar.

Por su parte, el fortalecimiento del euro está abaratando las importaciones de la Zona del Euro en dólares, lo que está beneficiando a los sectores productivos que dependen de energía, componentes y tecnología de fuera de la Zona. Este contexto podría ser el inicio de un proceso hacia una verdadera autonomía estratégica de la Eurozona, donde el euro adquiera un papel más relevante en el nuevo orden global. 

Conclusión: un cambio sistémico en marcha

La depreciación del dólar no es un evento puntual, sino el reflejo de desequilibrios estructurales acumulados. El modelo de crecimiento estadounidense, basado en déficits fiscales crecientes, altas tasas de interés y decisiones unilaterales de Trump, está entrando en una fase crítica. Mientras tanto, Europa encuentra una ventana para consolidar su influencia global.

Estamos ante lo que podría ser el inicio de un cambio de paradigma en el orden económico internacional. La hegemonía de Estados Unidos empieza a ser cuestionable, y el ascenso del euro podría alterar profundamente el equilibrio global de poder. Como señaló Charles Darwin, “no es la más fuerte de las especies la que sobrevive, ni la más inteligente, sino la que mejor responde a los cambios”.

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