Sánchez se queda solo en Europa
«Sánchez no cree en la necesaria unidad de acción con Europa. Se protege con causas globales para tapar su incapacidad de gobernar sin pagar chantajes»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Hace ahora un año que Pedro Sánchez anunciaba en una carta melodramática dirigida a los españoles que se aislaba en la Moncloa durante cinco días para meditar, en la soledad del palacio, sobre su continuidad en el cargo por el daño que sufría su familia. Eran los tiempos del inicio del presunto caso de corrupción y de tráfico de influencias de su esposa, Begoña Gómez, la primera pareja de un presidente de Gobierno investigada judicialmente. Luego vendría otro boquete en su entorno personal con el caso de su hermano, David Sánchez, que ahora ya se ha convertido en el primer hermano procesado de un presidente de Gobierno.
Su lista de récords no queda ahí. En este periodo ha conseguido que, por primera vez en nuestra historia democrática, el fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, haya sido el primer fiscal general del estado investigado y que esté a punto de ser el primer fiscal general del estado procesado por el Tribunal Supremo.
Y nadie sabe hasta donde llegará la extensión de la contaminación política abierta por el caso Koldo. Si se confirma la filtración de un informe de la UCO la inundación de escándalos podría llegar en los próximos días hasta el mismísimo número tres del partido, Santos Cerdán, sucesor en el cargo del anterior secretario de organización del PSOE y exministros de Transportes José Luis Ábalos.
Año y medio después, Ábalos sigue sin ser expulsado oficialmente del partido y sigue sin renunciar a su escaño. No parece lejano su procesamiento por el Tribunal Supremo que le investiga por presunta implicación en una trama de corrupción relacionada con la adjudicación de contratos públicos y el cobro de comisiones ilegales durante su etapa al frente del Ministerio de Transportes. No lo tiene fácil y su intento de negociar daños mínimos con el Gobierno parece que pasan con la presión de hacer públicos mensajes privados con Sánchez y con buena parte de su Gobierno sobre asuntos escabrosos como las ayudas a Air Europa entre otros.
Cualquier político con un mínimo de ética, en cualquier partido con un mínimo de ética y en cualquier democracia occidental con un mínimo de ética, con toda esta lista ya habría dimitido. O al menos habría explicado hasta el último detalle de lo que supiera para negar las acusaciones. Sánchez no. Su defensa hasta ahora no se ha basado en la transparencia precisamente. No contesta directamente a ninguna pregunta que sobre el tema se le haga, ni siquiera en el Congreso. Solo responde acusando de todo a una supuesta ultraderecha política, mediática y judicial.
Sánchez se encuentra solo ante los escándalos. Y en la posición más peligrosa en un político democrático. Lo hace desde la incapacidad de no tener, ni mantener, una mayoría parlamentaria estable. Los únicos espasmos de gobernante los consigue a base de pagar los chantajes que le piden sus socios de gobierno y sus socios independentistas. Son socios, pero no amigos. Sánchez está solo, más allá de sus sumisos colegas de partido o sus entusiastas equipos de opinión sincronizada.
Esa soledad y debilidad la intenta superar con acciones internacionales individuales fuera de la acción coordinada europea. Ya sea Palestina o China, Sánchez actúa cuando le conviene a su aire en la UE. Y ahora lo hace en un ecosistema que está cambiando. La caída de Sholz en Alemania, y los malos resultados electorales de los socialistas en Portugal, Polonia y Rumanía, dejan a Sánchez en una posición minoritaria. No tiene ya apoyos en ningún país fuerte. Y encima Europa sigue de cerca su cerco de escándalos y hasta sus desastres naturales. El apagón eléctrico que dejó España a oscuras más de diez horas ha asombrado y preocupado a toda Europa. La imagen de buen gestor también se está deteriorando. Todo ello está produciendo un mayor despego de su figura política. Máxime cuando en los últimos meses la política española en la UE parece más preocupada por conseguir los chantajes por los independentistas que por políticas coherentes y homologables.
No es fácil de entender para los socios europeos que lo único que preocupa, y ocupa, a nuestro ministro de Asuntos Exteriores es que el catalán, y por defecto, el vasco y el gallego sean aprobadas como lenguas oficiales de la UE al igual que las 24 lenguas oficiales ya existentes. Está tan desesperado por el chantaje de Junts y ERC que es capaz de arrastrarse cancillería tras cancillería para pedir que lo aprueben, aunque sea en una categoría nueva de segundo grado y esos sí, con el Estado español asumiendo todos los enormes gastos de traducción que generarán. Y para ello, como hacen en la política doméstica, están dispuestos a ceder en lo que los países europeos le pidan a España. Les da igual. Sánchez solo quiere que se lo aprueben y lo hace con argumentos como que ello evitaría otro procés como el del 1 de octubre. Lo dice el mismo presidente y partido que hace pocos años les decían a sus socios europeos que los independentistas catalanes lo que habían intentado era un golpe de Estado. Son sus propias incoherencias y contradicciones las que están alejando más a Sánchez de los centros de decisión reales en Bruselas.
Es tal el despropósito de Sánchez que nadie en Bruselas entienda que España sea el único país que no ha implementado la reforma de la ley electoral europea de 2018 que exige a todos los estados miembros que establezcan un umbral mínimo obligatorio de entre el 2% y el 5% de los votos para obtener representación en el Parlamento Europeo. No solo no lo ha implementado, sino que varios ministros del Gobierno, en un desplante diplomático inaudito, se han negado a recibir a la delegación de la Comisión Europea que visitó nuestro país.
Les da, no miedo, sino pánico, hablar de una reforma que con su coherencia eliminaría la presencia de partidos minoritarios como ERC, Junts, BNG, Bildu o PNV, que podrían quedarse sin escaño si no alcanzan ese umbral a nivel nacional. A Sánchez sus socios parlamentarios le extorsionan hasta en Europa obligándole a romper la homogeneidad jurídica europea. Lo que haga falta mientras pueda seguir en el poder.
Sánchez no cree en la necesaria unidad de acción con Europa. Se protege con causas globales para tapar su incapacidad de gobernar sin pagar chantajes. Pero Europa aprieta. Y ahora le van a volver a señalar cuando le pidan en la cumbre de la OTAN que el gasto de defensa suba al 5%. Con el 2% ya hizo ingeniería verbal y presupuestaria, y un desprecio al Congreso que no lo votará. Con el 5 tendrá que volver a engañar a alguien o pagar en especies a esos socios de izquierda que lo aguantan todo mientras cobren otras piezas. Sánchez siempre acaba pagando chantajes. No tiene presupuestos generales, no tiene mayoría y no tiene apoyos sólidos. Solo tiene una enorme lista de casos judiciales. Tan graves y cercanos que necesita seguir en el poder como sea.