The Objective
Rafael Pampillón

El euro digital y el apagón

«Puede ser un avance tecnológico, pero si no se diseña con garantías sólidas, en nombre del progreso, podríamos estar abriendo la puerta a un futuro menos libre»

Opinión
El euro digital y el apagón

Ilustración de un euro digital. | Piero Nigro (Zuma Press)

El concepto de una moneda digital emitida por un banco central ha ganado relevancia en todo el mundo. En Europa, el Banco Central Europeo (BCE) está desarrollando el “euro digital”, una versión electrónica del euro que busca ofrecer una alternativa más moderna, eficiente y segura a los pagos tradicionales. Esta nueva moneda, aún en fase de planificación, tiene el potencial de transformar profundamente el sistema financiero europeo. Sin embargo, como ocurre con cualquier innovación tecnológica, el euro digital trae consigo tanto oportunidades como riesgos, que deben ser evaluados cuidadosamente.

El euro digital es una moneda emitida por el BCE. A diferencia de las criptomonedas como el Bitcoin, que no están asociadas a un banco central, el euro digital sería una forma de dinero completamente respaldada por el BCE. Su objetivo no es sustituir al euro físico ni a los depósitos bancarios, sino complementarlos, ofreciendo a los ciudadanos de la Eurozona una opción digital segura y fácilmente accesible para realizar transacciones.

El diseño del euro digital se alinea con las tendencias globales de digitalización de las economías y la creciente preferencia por los pagos electrónicos. A medida que los métodos de pago en efectivo disminuyen, el BCE busca garantizar que el sistema financiero europeo se mantenga competitivo y seguro frente a la creciente influencia de las criptomonedas y las plataformas de pago privadas como PayPal o Alipay.

El Gran Hermano financiero 

Sin embargo, la introducción del euro digital no está exenta de riesgos y preocupaciones. Especialmente en relación con la privacidad y el control gubernamental sobre las transacciones financieras. Uno de los principales temores es que el BCE pueda utilizar el euro digital como una herramienta para rastrear y controlar los gastos de los ciudadanos. Por ejemplo, limitando el gasto en gasolina porque aumenta la huella de carbono. Aunque el BCE ha asegurado que la moneda respetará la privacidad de los usuarios, la naturaleza misma de una moneda digital podría facilitar el seguimiento en tiempo real de todas las transacciones realizadas. Esto plantea serias preocupaciones sobre la erosión de la privacidad personal. 

Como escribió George Orwell en 1984: “El Gran Hermano te vigila”. Una frase que parecía ficción, pero que hoy resuena con inquietante actualidad. El euro digital no debe convertirse en una herramienta para vigilar a los ciudadanos, sino en un instrumento que respete su libertad y privacidad.

Si los Gobiernos tuvieran acceso a la información del euro digital podrían imponer restricciones sobre cómo y dónde se puede utilizar la moneda, basándose en criterios como el cumplimiento de ciertas normas ecológicas, sociales o políticas. Por ejemplo, podrían limitarse las compras de determinados productos alimenticios o exigir el uso de la moneda digital en ciertos contextos, lo que representa una potencial herramienta de control sobre la libertad individual. 

El apagón

Además, no se debe subestimar la importancia de mantener el uso del efectivo. Situaciones como el apagón eléctrico ocurrido en España, que dejó a la población sin suministro durante varias horas, han demostrado la necesidad crítica de contar con dinero físico. Para realizar pagos en casos de emergencia. En tales escenarios, un sistema de pago exclusivamente digital puede volverse inoperante, afectando de forma directa a millones de ciudadanos.

Por tanto, promover el euro digital, a la vez que se restringe el efectivo en manos del público, podría poner en riesgo el sistema económico ante crisis técnicas o naturales. Aunque el BCE ha asegurado que el efectivo no desaparecerá, sin embargo, reemplazará progresivamente el dinero físico. Sobre todo, si hay incentivos suficientes para su uso como la posibilidad de recibir beneficios sociales únicamente a través de transacciones digitales.

Además, el impacto del euro digital no se limitaría a la esfera personal, sino que también afectaría gravemente a la banca comercial. Si los ciudadanos pudieran almacenar su dinero directamente en el BCE a través del euro digital, los bancos privados perderían una parte de los depósitos.

Esto impactaría su capacidad para otorgar créditos y realizar otras funciones financieras esenciales, lo que podría desencadenar una reestructuración del sistema bancario europeo. Los bancos se verían obligados a ofrecer rendimientos más atractivos para retener a sus clientes, en un intento por sobrevivir en un entorno de cambios profundos.

Dos experiencias

El euro digital no es el primer intento de un banco central de introducir una moneda digital. En Estados Unidos el dólar digital ha fracasado porque ha tenido mucha preocupación ciudadana por la privacidad. En China, en cambio, el yuan digital ha avanzado rápidamente, y el Gobierno ha utilizado la moneda como una herramienta para aumentar el control sobre las transacciones financieras. Ahora, el Ejecutivo chino tiene acceso total a las transacciones realizadas con el yuan digital. 

El futuro del euro digital

Para que el euro digital tenga éxito, será fundamental que se mantenga un equilibrio entre la modernización del sistema financiero y la protección de la privacidad, la libertad individual y el buen funcionamiento del sistema económico. El BCE deberá garantizar que el efectivo continúe siendo un recurso accesible y protegido en el marco legal.

En última instancia, refleja una tendencia más amplia hacia la digitalización de las economías globales. Es un paso importante hacia un futuro en el que las monedas electrónicas podrían desempeñar un papel clave en los intercambios comerciales y financieros. Puede ser un avance tecnológico, pero si no se diseña con garantías sólidas, en nombre del progreso, podríamos estar abriendo la puerta a un futuro menos libre.

Como señaló Václav Havel, uno de los defensores de la libertad en la Europa del Este: “La esperanza no es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte”. El euro digital puede tener sentido en una Europa moderna, pero solo si se construye sobre los pilares de la libertad, la dignidad y la confianza ciudadana.

Publicidad