Puteros y abolicionistas. Áteme esta mosca por el rabo
«¿De sentido común? Esa izquierda que sólo ha querido ver corrupción, puterío y cutrez en partido ajeno se ha visto estos días en el espejo de su propia realidad»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Los protagonistas principales de la trama de corrupción que estamos conociendo estos días son padres de familia. ¿Cómo debe afectar a sus entornos el contenido de esos audios y mensajes tan poco edificantes que se han hecho públicos? Cierto que los partidos de izquierda suelen desdeñar la figura del pater familias. Son más dados a glosar la heroicidad de la maternidad en soltería o las bondades de todo tipo de familias alternativas. Todo menos la tradicional, la de padre, madre e hijos; la que la propia evolución han ido esculpiendo durante sus centenares de miles de años de historia.
Desde luego, los paters de dos de las implicadas tienen poco de convencional. Uno, José Luis Ábalos, parece algo así como un activo poliamoroso y, con 5 hijos, bastante prolífico. ¡Por lo menos ha hecho algo por la demografía hispana! Además, como padre no se le conocen quejas. No como el otro pater «no normativo», conocido como Koldo: este mismo periódico se ha hecho eco de los reproches de un hijo negligido. Y es que, en términos generales, ese estilo de vida (diversas parejas más una pléyade de señoritas más o menos de alterne) no es muy funcional para criar con éxito a los retoños. Y si creen que soy parcial (detesto todo lo que significa Sánchez y su gobierno), se multiplican los estudios que señalan la importancia del papel del padre en la estabilidad y futuro desempeño de la prole. Un tema extremadamente incómodo para este feminismo anticientífico que no desea oír nada que pueda atacar sus creencias favoritas.
A mí me interesan especialmente las dinámicas de las relaciones que se establecen entre padres e hijas. Y, según leo en la prensa, José Luis Ábalos, tiene cuatro chicas. Una de ellas, adolescente, al menos en el 24 vivía con él. Y si me refiero a la situación familiar del exministro es porque la he conocido estos días a la vez que llegaba a mis manos un trabajo sobre el impacto del padre en la conducta sexual de las chicas. El estudio, publicado en PubMed, se llama: «Impact of fathers on risky sexual behavior in daughters: a genetically and environmentally controlled sibling study» (Impacto de los padres en la conducta sexual de riesgo en hijas: un estudio de hermanos controlado genética y ambientalmente) y es de Bruce J Ellis, Gabriel L Schlomer, Elizabeth H Tilley y Emily A Butler.
Se trata de un estudio con hermanos, controlado genética y ambientalmente pues se utilizó un diseño que examinó la exposición diferencial a los padres dentro de las familias. Y su conclusión es que las niñas que reciben una inversión paterna de menor calidad tienden a participar, más que sus pares, en conductas sexuales de riesgo. El estudio, más que aportar novedades, refuerza los resultados de otros informes. Las niñas privadas tempranamente de la convivencia familiar con su padre, a largo plazo experimentan una menarquia temprana, embarazos y matrimonios adolescentes, maternidad en soltería y altas probabilidades de inestabilidad de pareja.
Cuando cuentan con un padre confiable, cuando dan por sentado el interés e inversión de un hombre, no exhiben tanto su sexualidad, se autovaloran más positivamente y tienden estadísticamente a tener relaciones sexuales cuando las expectativas de compromiso son altas. Si a esto añadimos que la presencia de feromonas del padre biológico ralentiza la maduración sexual y les da más tiempo a cuajar psicológicamente, vemos que tener un padre estable y responsable en casa produce efectos positivos.
¿De sentido común? Esa izquierda que sólo ha querido ver corrupción, puterío y cutrez en partido ajeno se ha visto estos días en el espejo de su propia realidad. Su hipocresía y cinismo (son puteros a la vez que abolicionistas) les hace los menos indicados para erigirse en modelos éticos y en paladines de la defensa de las mujeres y de las niñas.