The Objective
Antonio Caño

¡Ay, Patxi!

«Insulténle, hagan méritos ante el puto amo; eso no impedirá que Felipe González figure en lo más alto de la historia de España y ustedes en la ignominia»

Opinión
¡Ay, Patxi!

Ilustración: Alejandra Svriz.

Contemplamos a diario escenas que nos confunden y nos obligan a pensar que vivimos en un mundo al revés en el que la mentira triunfa sobre la realidad y los bribones redactan la ley mientras los justos sufren las consecuencias. La decisión del Tribunal Constitucional sobre la llamada Ley de Amnistía es uno de esos casos: la institución que debe velar por nuestra Carta Magna la arrastra por el lodo ante la sonrisa cómplice de quienes siempre la han querido derrocar y la mirada atónita de los ciudadanos obedientes.

De inferior trascendencia, pero no menor vergüenza, es la sugerencia de Patxi de que Felipe González abandone el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), esa organización que González, con la colaboración de unos pocos, rescató del exilio y de la irrelevancia para convertirla en la principal fuerza transformadora de la democracia española. La historia ha sido contada mil veces y estoy seguro de que Patxi la conoce y la ha defendido también muchas veces porque Patxi tiene fama de defender siempre lo que toca defender. Gracias a esa santa virtud de la obediencia llegó incluso a ser lehendakari en su tierra cuando nadie daba un duro por él. Como bien sabe, se lo debe a Alfredo Pérez Rubalcaba, al que ahora se atreve a citar como referente para echar a Felipe.

Aunque escribí en su día una biografía sobre Rubalcaba, me he abstenido desde su desaparición de recurrir a su nombre como fuente de autoridad en cualquier argumentación política para no caer en la cobardía de esconderme tras los muertos. Tengo, por supuesto, mi propia opinión sobre lo que Rubalcaba haría en la situación actual de su partido y por quién se decantaría en este competido duelo entre Patxi y Felipe González. Hasta es posible que coincida con la de Patxi.

“El mayor capital del que dispone Felipe González es, precisamente, su libertad y, o poco lo conozco o no va a renunciar a ella bajo amenaza de Patxi”

Me sorprende que Patxi necesite hoy recurrir a Rubalcaba. Patxi tiene suficiente poder en este momento como para enfrentarse a Felipe González cara a cara. Es el portavoz de su partido en el Congreso de los Diputados. Se sienta en el escaño estratégicamente situado a espaldas del presidente del Gobierno, lo que sin duda le permite compartir confidencias e información más que suficiente como para derrotar a Felipe con datos y argumentos si se lo propone. De hecho, quien está aquí en la posición más débil es Felipe, que sólo dispone del bagaje de su experiencia, su reconocimiento mundial y su capacidad de interlocución con todos los estamentos y sectores de la sociedad española. Patxi, en cambio, tiene el poder, está en la cúspide de su carrera, es hombre de confianza de la figura que más ha mandado nunca en el PSOE. Patxi no necesita a Rubalcaba, Patxi puede dejar en evidencia a Felipe en el momento que se lo proponga; tiene poder y, puesto que ha llegado tan alto, doy por hecho que también recursos para conseguirlo.

Tal vez únicamente le falta la libertad para hacerlo. Es posible que sólo pueda moverse a las órdenes de Pedro Sánchez y que no pueda actuar sin permiso previo. No digo que sea así necesariamente, pero repasando el historial del sujeto, tampoco es descartable. De lo que no tengo duda es de que hoy el mayor capital del que dispone Felipe González es, precisamente, su libertad y, o poco lo conozco o no va a renunciar a ella bajo amenaza de Patxi. Sigan insultándole si quieren, hagan méritos ante el puto amo, porque eso no impedirá que el nombre de Felipe González figure en lo más alto de la historia de España y el de ustedes y su caudillo compartan una de sus páginas más ignominiosas.

Ya que he roto aquí y sólo por esta vez mi compromiso de dejar a Rubalcaba en paz, recordaré que en más de una ocasión explicó que su vinculación con el socialismo fue consecuencia de su deseo de libertad y que ambos conceptos eran para él indisociables. Yo no sé nada del socialismo, pero entiendo que no puede existir vocación política saludable que no pase por el pensamiento libre.

Lo que nos lleva al PSOE de Pedro Sánchez y Patxi. Y creo que con eso está todo dicho.

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