Periodistas entregados a Sánchez
«La APP es un sindicato vertical que forma parte de los aparatos de opinión sincronizada del poder. La antítesis de lo que debería ser una asociación de periodistas»

Ilustración de Alejandra Svriz.periodis
Cuando se analice en el futuro cómo fue posible el nivel de degeneración democrática en España, la APP tendrá un destacado protagonismo negativo. La APP no es una aplicación para el móvil. Es la Asociación de Periodistas Parlamentarios corresponsable del atentado más grave en la democracia contra la libertad de prensa, de información y de opinión. La APP es hoy un sindicato vertical que forma parte de los aparatos de opinión sincronizada del poder. La antítesis de lo que debería ser una asociación de periodistas. En vez de ejercer de controladores y críticos con el poder político son sumisos y obedientes amanuenses. Y lo que es peor, además ejercen de controladores, críticos y censores de sus compañeros. Es una obviedad que la directiva de la APP abandonó el periodismo para asumir ser la policía mediática parlamentaria de Sánchez.
La reforma del reglamento del congreso responde a la necesidad del gobierno y su partido de controlar las molestas e incómodas preguntas sobre la corrupción que son de imposible respuesta. En abril, cuando todavía la corrupción no había llegado a los niveles actuales y Cerdán no estaba en la cárcel, se mencionó tras un Consejo de Ministros la posibilidad de reformar el reglamento del congreso. Una iniciativa de censura y control a la que se invitó a otros grupos parlamentarios —afines al poder— para hacerlo así con urgencia y sin informes pertinentes de organismos como el Consejo de Estado. Sánchez ha protagonizado otro ataque directo contra derechos constitucionales fundamentales: la libertad de información, de opinión y de prensa.
Es una evidencia que en la España democrática hay un ordenamiento jurídico suficiente que contempla las medidas y leyes constitucionales que han servido para regular la convivencia, siempre incómoda, entre el poder mediático y el poder político en los gobiernos de Suárez, Calvo Sotelo, González, Aznar, Zapatero y Rajoy. ¿Qué es lo que sucede ahora en España para que haya que aprobar este reglamento de la patada en la boca? La autocracia de Pedro Sánchez que, asediado por la corrupción de su mujer, su hermano, su fiscal general y, entre otros, Ábalos y Cerdán, sus número dos del partido, necesita callar a la prensa crítica.
Que los políticos intenten callar a los periodistas no es ninguna novedad. Cuanto peor es el político más son las ganas que tiene de silenciar al periodista. Es evidente que tenemos el peor Congreso de los Diputados de la historia reciente de España. Un reducto de atrincherados que no representan la actual realidad política y social de España. Una repugnante asociación de censores que ha sacado adelante este reglamento con 176 votos a favor y 170 en contra. Un nuevo reglamento que otorga a la Mesa del Congreso un exceso de poder para determinar qué periodistas pueden acceder y quiénes no al Congreso. Los que estorban, fuera.
Lo indignante es que hay periodistas que participan en este atentado contra la libertad de prensa, opinión e información. Un acto de coordinación entre el poder sanchista y sus policías mediáticos de la APP fue la concentración del 25 de febrero en las escaleras del Congreso para salir a denunciar a sus compañeros, que no forman parte del sindicato vertical, en una servil concentración de “plumillas pardas” a favor del autócrata bajo el lema “señalar no es periodismo”.
Es importante destacar ese lema porque una de las que ha votado a favor del reglamento de censura es la portavoz de EH Bildu, Mertxe Aizpurua. Abandonó el periodismo para abrazar el terrorismo mediático. Desde el diario Egin, como Pepe Rei, formó parte del aparato terrorista que se dedicó a señalar a los periodistas contrarios al nazionalismo terrorista vasco. Ellos marcaban y los demás terminamos en el exilio o asesinados como José Luis López de la Calle. Ella era la subdirectora de lo que el Consejero del PNV, Juan Mari Atutxa, definió como “la bomba de amosal de unos 50 gramos” que cada día se ponía en los kioscos del País Vasco. Esta gente pervirtió tanto el periodismo que un diario terminó siendo un arma terrorista. Aizpurua apoya el reglamento de control de la prensa del Congreso de los Diputados. Los serviles del poder que salieron con el cartelito “señalar no es periodismo” apoyan el reglamento defendido y respaldado por la auténtica señaladora.
«Es muy preocupante el bajo nivel de comprensión política que demuestra tener el colectivo de periodistas del Congreso»
Es inaceptable e inasumible que los periodistas acreditados en el Congreso acepten sumisamente un “régimen sancionador” que vulnera flagrantemente el derecho a la libertad de información y de opinión. La sumisión ante el reglamento sancionador convierte a los que pudieron ser profesionales de la información en auténticos pseudoperiodistas, en policías mediáticos y en cipayos del régimen.
No se puede considerar periodistas a los que aceptan que sea el político interesado el que asigne los turnos de reparto de palabra. Que la parte política, que es parte, sea la que juzga y califica la actitud y actividad del periodista para sancionar su actividad. Que consientan que el político pueda negarse a contestar con insultos —“yo a fascistas no contesto”— porque le preguntan por la corrupción de su partido o la de la mujer del presidente. La APP ha pasado de ser la Asociación de Periodistas Parlamentarios a la de Palmeros Parlamentarios. ¿Alguna o alguno aspira a ser secretario de estado de comunicación, ministro o algún puesto de salida en listas? Es muy preocupante el bajo nivel de comprensión política que demuestra tener el colectivo de periodistas del Congreso. No son conscientes de lo que están apoyando.
Los más exaltados de la opinión sincronizada están felices porque los periodistas de “extrema derecha” van a ser expulsados del Congreso. Allá ellos. Allá los que en vez de defender su oficio se adhieren al pensamiento único. Más pronto que tarde habrá que votar y probablemente “cariño Armengol” —como llamaba ella a Koldo— dejará de ser presidenta censora del Congreso. Y también cambiará el Gobierno.
El nuevo Gobierno tendrá el instrumento con el que expulsar del Congreso a los periodistas de “extrema izquierda” por boicotear y hacer preguntas incómodas al gobierno y su partido. El reglamento progresista de Pedro Sánchez para el Congreso, el apoyado por los pseudoperiodistas parlamentarios. ¿Pueden ser más torpes?
Manifiesto todo mi apoyo a aquellos compañeros y medios “señalados” que van a sufrir la censura política del Congreso de los Diputados, sin estar de acuerdo ni compartir algunas de sus maneras de actuar. Y quiero manifestar mi total rechazo al silencio cómplice y el sometimiento ante el poder que está mostrando la APP frente el inadmisible ataque contra la libertad de prensa, de información y de opinión.