The Objective
Ricardo Dudda

El drama y la fama

«Como todos somos creadores de contenido, tenemos la obligación de no callar: si no usas tu pequeña plataforma para criticar injusticias, estás contribuyendo a ellas»

Opinión
El drama y la fama

Ilustración de Alejandra Svriz.

Esta semana, el diseñador Miguel Adrover anunció que no colaboraría con Rosalía porque no ha utilizado su plataforma y el altavoz privilegiado que tiene para denunciar el genocidio en Gaza. El comunicado es extraño. Adrover publicó en Instagram un mensaje en inglés de la representante de Rosalía en la que le pide concretar una colaboración. La representante de Adrover responde: «Lo siento, pero Miguel no trabaja con ningún artista que no apoye públicamente a Palestina». En el pie de foto, Adrover escribe: «El silencio es complicidad, y más cuando tienes un gran altavoz donde millones de personas te escuchan cuando cantas. Por eso tienes la responsabilidad de utilizar este poder para denunciar este genocidio». 

Rosalía ha respondido: «No veo cómo humillarnos unos a otros puede ser una manera de avanzar en la lucha por la libertad palestina». Tampoco entiendo, añadiría, de qué manera el silencio de Rosalía está siendo un obstáculo a la información sobre Gaza. Es un genocidio en vivo, en tiempo real, incluso a pesar de que Israel todavía no ha permitido entrar a la prensa al interior de la franja. 

«Convertimos debates serios y dramáticos en debates domésticos a través de ‘celebrities’, redes sociales, tormentitas mediáticas»

Es un debate insulso, pero es también un diagnóstico social. Al enterarme de la polemiquilla, lo primero que hice fue buscar quién es Miguel Adrover. Al intentar señalar la luna (Gaza), el diseñador acabó llamando la atención a su propio dedo. Luego descubrí que Adrover saca documental justo ahora, de hecho se estrenó ayer en el Atlántida Film Fest, el festival de cine de Filmin en Palma de Mallorca. Supongo que es casualidad. Los grandes temas del siglo XX se debaten siempre a través de monigotes mediáticos. Decirle a Netanyahu que es un asesino no funciona; decirle a una cantante que es cómplice de un genocidio por no mostrar su opinión en público sí. Sale en titulares, ella te responde y encima ganas quizá algún fan. 

Pero aún más interesante es la idea, muy extendida, de que el silencio es siempre cómplice. Adrover acusa a una cantante multimillonaria famosa en todo el mundo. Pero la lógica a veces se aplica a todo el mundo. Como todos somos de alguna manera creadores de contenido, tenemos la obligación de no callar: si no estás usando tu pequeña plataforma, por muy humilde que sea, para criticar injusticias, estás en cierto modo contribuyendo a ellas. De nuevo el dedo y la luna. Convertimos debates serios y dramáticos en debates domésticos a través de celebrities, redes sociales, tormentitas mediáticas. Es también una lógica perezosa. No hace falta estudiar la historia del conflicto palestino-israelí para saber que lo que se está produciendo en Gaza es un crimen inmoral e injustificable. Pero me parece mucho más útil hacer eso que perder el tiempo pidiéndole a un famoso que repostee en Instagram una historia viral sobre la tragedia.

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