The Objective
Carlos Padilla

Tropa sincronizada de mentes literales

«Se habla mucho de la deshonestidad de los políticos con sus currículums, pero no de la impudicia de los que promocionan a las mentes literales en sus tertulias»

Opinión
Tropa sincronizada de mentes literales

El presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo. | Diego Puerta (PP)

Ya que es verano, seamos pesimistas. Es imposible que la conversación pública (y publicada) de este país pueda tener sentido alguno, mientras haya periodistas (o los activistas de turno) más escandalizados por las vacaciones de Feijóo que por las mentiras de Sánchez. Si tú, jornalero de la vida, te escandalizas por una broma (con poco punch, cierto es) de Alberto Núñez Feijóo, y tragas con que el presidente Pedro Sánchez dijera sí a la amnistía, cuando había asegurado que no habría tal cosa durante la campaña, permíteme decirte que eres un niño y mereces ser gobernado como tal. Y, por tanto, tienes mente de infante, aunque te creas muy talludo.

El problema no es que haya niños con varios años cotizados, allá cada cual con su modo de pasar por la vida. La infección de la conversación pública se propaga cuando esos niños tienen altavoz en las televisiones, para mayor dolor, en la tele pública. Los niños sentados en la mesa de los adultos. Los niños con los puñitos apretados porque Feijóo, creen ellos, quiere acabar con las vacaciones de los españoles. ¿Cómo sentarte ante eso y tener que confrontarlo? Habría que huir, dejarlos pataleando, como al bebé que llora desconsoladamente sin su piruleta. Pero el mercado manda, me temo. Y entonces se crea una ficción, adictiva, mal que me pese, en la que se pone en pie de igualdad a dos mentes desiguales: la mente literal (la del niñito que deviene en fanático/sectario) y la mente irónica (la del adulto que sabe interpretar, contextualizar, jerarquizar, en fin, comprender).

Esta distinción, que tan urgente es en los momentos de la degradación (moral, institucional, política) que vive este país, nació de la mente brillante de Christopher Hitchens, aunque servidor llegue a ella a través de Daniel Gascón. «La lucha por una inteligencia libre siempre ha sido una lucha entre la mente irónica y la literal», escribió el autor inglés. En este verano, yermo aún de un crimen con el que las teles llenen sus parrillas, más que saltar la polémica, la hicieron saltar las mentes literales al oír a Feijóo (que tiene infinita menos gracia que su antecesor gallego) bromear con los periodistas porque, para los que no puedan descansar, «las vacaciones están sobrevaloradas». Se relamieron los labios esos niños, empezaron a ensayar su rabieta. Y se fueron a morir en la colina más estúpida, pregonar lo mal que estaba lo del presidente popular. «Qué, cómo se atreve, menuda falta de respeto».

Los niños condicionan la vida. No puedes comer tranquilo si el crío berrea. Como tampoco puedes debatir, con altura intelectual, si el crío se empieza a hacer caca. Aquí hay críos (y crías) que se sientan en las tertulias con el beneplácito de los medios de comunicación. Se habla y mucho de la deshonestidad de los políticos que falsean sus currículums, pero no hay hueco para la impudicia de los que, teniendo poder sobre un programa, un periódico, una tertulia, aprueban –es más, promocionan– a las mentes literales porque dan audiencia. Pero esperen, porque Feijóo salió a aclarar algo que ya era cristalino. «A quien no sabe distinguir una broma, tómate un albariño y descansa». Pero, ay, esas mentes tuvieron en ese preciso instante su victoria. «Porque si en política tienes que matizar algo, malo», dijeron los deshonestos. Y yo que pensaba que los chascarrillos si se explican, pierden su poca (o mucha) gracia.

«Es imposible hablar de nada interesante si todo lo que se diga va a ser extraído de su contexto»

Todo esto me recuerda a las escaleras de Ibarrola. Cuando el PSOE le dio el apoyo a Bildu para hacerse con la alcaldía de Pamplona. Los que no harían alcalde a Joseba Asiron, le acabaron dando el bastón de mando. Y salió la ya exalcaldesa, Cristina Ibarrola de UPN, y entre otras cosas dijo: «Nunca sería alcaldesa con los votos de EH Bildu. Prefiero fregar escaleras». Aluvión de mentes literales, de repente media España había tenido abuelas que fregaban rellanos y salieron entonces esos nietos que, sorpresivamente, dejaron las escaleras para irse a las universidades, y estaban muy indignados. Podríamos estar de acuerdo en que el mocho es más duro que la alcaldía, en que se entiende que hay limpiadoras con más principios que muchos políticos, pero eso daba igual, el debate estaba ocupado por los literales. Ibarrola, sentenciaron, era clasista.

Ya que es agosto, podremos permitirnos el lujo de ser pesimistas. Es imposible hablar de nada interesante si todo lo que se diga va a ser extraído de su contexto, dado la vuelta como un calcetín, troceado convenientemente, puesto en la primera fila de los grandes temas del momento. Regreso a Gascón que dejó escrito: «La principal función del debate público es desfigurar la realidad». Por eso, para muchos de los niños que ocupan las tertulias, el problema no está en que haya muchos españoles que no puedan irse de vacaciones. Ni siquiera pueden ponerse un aire acondicionado en casa. Lo grave es Feijóo y su chascarrillo. Son deshonestos, literales y poco originales, aunque reconozco que entretenidos. Siempre está por ver de qué manera esta tropa sincronizada de mentes literales intenta echar a Feijóo de la Moncloa.

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