Nostalgia de Gibraltar
«Gibraltar era nuestra serpiente de verano y llenaba telediarios y conversaciones de chiringuito playero mientras España se tostaba al sol camino del final del verano»

Peñón de Gibraltar. | Europa Press
Once de agosto y sin noticias de Gibraltar.
Ni una invasión de nuestras aguas territoriales por parte de una despistada patrullera de la Royal Navy, ni un submarino nuclear británico entrando disimuladamente para efectuar reparaciones ante la airada protesta de nuestro ministerio de exteriores, ni un grupo de marines perdidos tras unas maniobras secretas pidiendo (en uniforme de campaña) una de mojama y otra de gambas en la playa del Rinconcillo a la espera de que les recoja su helicóptero… ni siquiera un triste miembro segundón de la familia real visitando a los monos del peñón. Nada de nada.
Los más jóvenes de entre ustedes no lo recordarán, pero hace no demasiados años, el mes de agosto no comenzaba canónicamente hasta que Gibraltar, a falta de otras noticias con las que llenar las páginas de los medios de comunicación, aparecía abriendo todas las portadas y telediarios de nuestro país, desatando una crisis que duraba un par de semanas y que desaparecía indefectiblemente con el comienzo del curso político.
Gibraltar era nuestra serpiente de verano, nuestra aparición del monstruo del lago Ness en Escocia, nuestro Bigfoot avistado en las montañas de Idaho y como tal llenaba telediarios, tertulias y conversaciones de chiringuito playero mientras España se tostaba lánguidamente al sol camino del final del verano.
Con el Congreso cerrado, el Senado (al parecer) también, el Gobierno de vacaciones y la oposición tratando infructuosamente de aprovechar los minutos de la basura para meter algún gol inesperado, Gibraltar era la única noticia que los españoles podíamos echarnos a la boca entre baño y baño, entre siesta y siesta, entre paella y paella.
«Gibraltar era la única noticia que los españoles podíamos echarnos a la boca entre baño y baño, entre siesta y siesta, entre paella y paella»
Con el permiso del posado playero de Anita Obregón (no amigos y amigas, Terelu no juega en esa liga) Gibraltar era la medida de la salud política de nuestro país, de su nivel de la polarización y de la capacidad de regeneración estival de sus instituciones; cuanto más tiempo y papel ocupaba Gibraltar en los medios, mejor nos iba como país, porque significaba que los grandes temas de estado y las peleas entre los partidos se podían tomar un mes de descanso sin que pasase nada.
Reconozco que entre la guerra en Ucrania, la matanza que están perpetrando Netanyahu y sus matones sobre la población civil palestina, los audios de radio-cadena Koldo y la última cazurrada inventada por Vox para tratar de que veamos a los inmigrantes como si fueran el ejército de Gengis Khan, no hay demasiado espacio para la intrascendencia y la levedad gibraltareñas, pero a pesar de ello quiero animarles a que no pierdan la esperanza y a que, como hago yo, busquen cada mañana en su periódico favorito alguna noticia sobre Gibraltar, será la señal inequívoca de que, a pesar de todo, hay esperanza.