Soldaditos de plomo europeos
«Si Europa hubiese apoyado militarmente a Ucrania desde el principio como lo hace hoy, la guerra estaría en otro punto y miles de vidas se habrían salvado…»

Von der Leyen. | Ilustración de Alejandra Svriz
Ursula von der Leyen, ministra de Defensa discretísima bajo Merkel —cuando el ejército alemán aún seguía siendo un enfermo bajo tutela por la alargada sombra del III Reich—, pronunció su discurso sobre el estado de la Unión ante el Parlamento Europeo. Grandilocuente, solemne, épico incluso. Y vacío. Una retórica de cátedra, de «deber ser» kantiano, que, en boca de una alemana suena doblemente irritante.
Von der Leyen querría redimirse de su bajada de faldas con los aranceles de Trump, que vendió como inverosímil victoria diplomática. Y eligió el terreno más peliagudo: la defensa, un ámbito en el que la ella no tiene competencias («seguridad» lo lleva la diletante Kaja Kallas), y en el que jamás ha habido Europa alguna. Ni ejército europeo, ni pilar europeo de la OTAN, por la dependencia 100% de la tecnología y las licencias americanas.
En 1950 se creó formalmente una Comunidad Europea de Defensa (CED), un proyecto de ejército europeo que integraría fuerzas francesas, alemanas, italianas y del Benelux bajo un mando común. De Gaulle, el de la silla vacía y el derecho de veto, apoyaba una defensa europea fuerte, pero, bien sûr, bajo liderazgo francés, y sobre todo independiente de Estados Unidos y de la OTAN. El proyecto fracasa en 1954: la Asamblea Nacional francesa rechazó su ratificación.
El ministro de defensa alemán, Pistorius, ya ha corregido a su compatriota: es una temeridad dar por hecho la existencia futura de una fuerza europea de interposición en Ucrania. ¿Con quién? ¿Con Orbán y el agradaor eslovaco Fico? ¿Con los países que creen que Rusia es una entelequia que les pilla a miles de kilómetros a vuelo de pájaro? Mark Rutte, jefe de la OTAN, anunciado grandes maniobras en el Este para hacer frente a las provocaciones de Putin, afeó con un pleno al 5 a Sánchez su postureo con el 5% del gasto en defensa: «Madrid está a 5 minutos más del misil que apunta a Tallin». Sánchez, desertor oficial del frente ucraniano (por muchos abrazos a Zelenski), castigado al rincón de pensar por Trump, y pequeña bestia negra de la Alianza y ausente en las decisiones europeas clave.

La realidad es que si Europa hubiese apoyado militarmente a Ucrania desde el principio como lo hace hoy, la guerra estaría en otro punto y miles de vidas se habrían salvado. En ambos bandos: los soldados rusos conscriptos también son víctimas del dictador. Pero se tuvo miedo del perro nuclear que ladra más de lo que muerde.
Tres años después ni Rusia estabiliza el Donbás ni progresa en su conquista de Ucrania, que contraataca sin remilgos en territorio ruso.
El territorio ocupado, rusófono y supuestamente prorruso, sería lo único negociable, y no para ganar o perder la guerra sino para detenerla con un alto el fuego provisional. Ni Putin firmará uno definitivo ni Zelenski va a renunciar a recuperar la zona y Crimea.
Con Trump, Putin ha redoblado los bombardeos. Sabía de la debilidad del americano. Trump quiere como un niño pequeño el Nobel de la Paz —como Obama, que lo recibió por anticipado en uno de los ridículos más memorables de la Academia—, pero los únicos premios son los que le reparte al dictador ruso: cumbre en Alaska, guiños en su red Truth Social (ni Social ni Verdad), abandono logístico de las Bálticas (los únicos estados miembros de la UE y la OTAN que son ex repúblicas soviéticas), y el mareo constante a Zelenski.
Trump admira y teme a Putin, tal vez por viejas correrías y negocios turbios en Rusia. No tiene política exterior, porque las relaciones internacionales para él no van más allá de un balance fiscal contable y unas perspectivas de negocios para él y los suyos.
Mientras tanto, las dos potencias nucleares europeas, Francia y Reino Unido, atraviesan crisis políticas, y sólo quedan Alemania, la Italia hoy estable de Meloni y la Polonia de Tusk, el ejército más operativo de la UE, el mayor gasto en defensa (4,7% del PIB), la mayor carga de refugiados y la máxima exposición al vecino ruso.
Y llegó el ataque de los drones rusos sobre Polonia. Solo un imbécil puede creer que cayeron allí por error. Cuatro fueron derribados, uno cerca del aeropuerto logístico de Rzeszów. La OTAN respondió con un despliegue carísimo: F-16, F-35, helicópteros y misiles Patriot contra armatostes que cuestan apenas 10.000 euros. Rusia fabrica cientos de ellos al día. Cada interceptación supone cuatro veces más en combustible que el propio dron. Putin está testando a la OTAN.
Por otro lado, fueron los ucranianos quienes protegieron indirectamente a Polonia al derribar varios en su espacio aéreo. Hoy el ejército más eficaz de Europa no perteneciente a la UE es ucraniano. Ucrania es nuestra zona tampón, nuestro escudo, estamos ya hablando en términos de autodefensa europea. Es nuestra guerra europea, y los drones rusos en Polonia son el principio.
Y que Dios nos ampare si Rusia lanzase 600 drones en una noche en territorio de la OTAN. Porque ésta fue diseñada para abatir misiles y cazas, no enjambres de insectos baratos y letales. Graduar la respuesta sería harto complicado.
Crimea en 2014 fue Los Sudetes en 1938. Y Occidente miró hacia otro lado.
Ahora toca Polonia, como entonces. Ojo con lo de la tragedia y la farsa y la historia se repite.
Europa sigue siendo un enano político incapaz de hablar con una sola voz, un enano militar americanodependiente, y pronto, si se consolida la tendencia, un peso ligero económico que se va encogiendo en el comercio mundial como la piel de zapa.
Coda 1) Diada anémica. Este Once de Septiembre, apenas unos sesenta mil del «morro fuerte» en las localidades del Principado (qué ridiculez, qué príncipe ni que niño muerto). ¿Qué se fizo del millón largo de indepes callejeros en los viejos buenos tiempos? Nadie ha estudiado con seriedad el fenómeno de psicología de masas operante (salvo el inspector Arcadi Espada en sus Contra Catalunya, Diarios de la Peste y Sed de Lex), cuando el suflé subía, y cuando ahora está bajando hasta quedarse en un fondo de fuente socarrat.
¡Ni la papisa Rahola bajó a la calle! («Por primera vez en muchos años, mañana no acudiré a la Diada. No sé muy bien qué sentido tiene ni qué se va a defender. ¿Os pasa lo mismo?») [Siempre el nauseabundo tuteo colectivo…]
¿Porque ya no tienen nada que reivindicar? ¿Porque Salvador Illa es el mejor conseguidor del nacionalismo…? O bien porque el independentismo era finalmente la ensoñación que dictaminó el Tribunal Supremo? Es decir la diferencia entre estar oprimido y soñar con que se está oprimido.
Más probablemente porque el pueblo traicionó a unas élites que habían traicionado al pueblo. Y ahora le dan la espalda. Un clásico de la historia de Cataluña. Muy aburrida y repetitiva.
Illa habló de «convivencia» y «normalización». Pura farsa. Cataluña no se pacificó por los indultos ni por la amnistía, sino porque el Estado aplicó la ley. Ahora Illa y Sánchez son los masoveros de la agenda nacionalista. La única china en el zapato es Puigdemont, al que no supieron incluir en una Ley de Amnistía que la Comisión considera una violación del derecho de la Unión, a la espera de lo que decida el Tribunal Europeo.
Illa llama «nación por construir» a Cataluña, clama contra una inventada «discriminación financiera» y convierte el catalán en tótem identitario, recurriendo la sentencia del 25% (empiezas pidiendo el 25% y te acabarán dando el 5% y la clase de manualidades) que anulaba el decreto de Aragonès. Y se atreve a hablar del catalán como «lengua inclusiva» («¿A quién excluye la lengua española?»).
Y el alcalde llorona Collboni habla de «hostilidad» hacia la lengua propia. Propia viene de propietario.
Illa fue ministro de España antes de ser presidente de la Generalitat, como le pasó a Montilla. Parece que les no sirvió de nada para entender cómo funciona el Estado español por dentro y cómo es el pueblo español por fuera. Hoy como ayer, los socialistas catalanes hacen el juego a los nacionalistas de derecha e izquierda: tiene su aquél que las únicas coaliciones transversales en España se hayan dado en la Generalitat catalana. Ayer con la sociovergencia del oasis. Hoy, porque sin ellos no hay gobernabilidad ni en Cataluña ni, muchos menos, en España. Paradójica situación la del independentismo: perder el poder de la Generalitat les ha dado el poder de decidir sobre la continuidad del gobierno español.
Aun así, no se puede descartar en el futuro una nueva coalición independentista en el gobierno, como ya las hubo con Puigdemont, Torra y Aragonès; incluso más transversal: desde la CUP hasta Aliança Catalana, en plan Hamás, «Desde el Jordán hasta el Mar».
Coda 2) La falsa prensa. Raphaël Enthoven, filósofo y escritor francés (fue yerno de Bernard-Henri Lévy y luego pareja de Carla Bruni, pas mal) ha sido objeto de la última cacería de brujos a cuenta de unas declaraciones suyas en la red:
«No hay NINGÚN periodista en Gaza. Solo asesinos, combatientes o secuestradores con carné de prensa».
La alcaldesa ecologista de Besançon, donde se celebrará un festival literario que lo había invitado, declaró en un comunicado que «las posiciones defendidas por Raphaël Enthoven este verano me han llevado a proponer (…) que se cancele su participación en el festival Livres dans la boucle», previsto del 19 al 21 de septiembre, para evitar que la serenidad de este evento se vea comprometida con riesgos de alteración del orden público».
Pero hubo voces de algunos escritores invitados (y valientes) que se indignaron y la ecologista cambió de tercio: «Hoy, el mundo literario interpreta esto como censura, lo que nunca ha sido mi intención y nunca lo será. Por eso planteé la cuestión de la reprogramación de la intervención del señor Enthoven a los miembros del comité ejecutivo del Gran Besançon, que se pronunciaron a favor. Se adaptarán las medidas de seguridad».
Medidas de seguridad. ¿Las de la Vuelta ciclista a España? ¿Final feliz? Ni tanto. Después de lo cual, Enthoven ha templado gaitas:
«Ahora que la censura ha perdido la batalla y que la alcaldesa de Besançon ha revocado mi expulsión, podemos entrar en el fondo del debate: Nunca debí haber escrito la frase «No hay ningún periodista en Gaza». Aunque a veces los combatientes de Hamás lleven chalecos con la palabra «prensa», aunque decenas de «periodistas» sean en realidad terroristas, aunque sea imposible trabajar allí sin estar bajo la vigilancia de Hamás, mi frase fue injusta. Porque en Gaza hay personas valientes que intentan, en condiciones espantosas, informar de lo que allí ocurre. La frase «No hay periodistas en Gaza» es errónea porque pasa por alto los casos particulares que merecen ser honrados».
Et vive la République.
Coda 3) Tezanos se CISca de nuevo. La última encuesta otorga tal ventaja en intención de voto a los socialistas respecto al PP que, de ser medio verdad, Sánchez convocaría mañana elecciones para el Doce de Octubre. Prevaricar en los sondeos «es peor que un crimen, es una falta», como decía el inefable Fouché.
Coda 4) Atenea. La presentación el 25 de septiembre de un «centro de pensamiento» liderado por Iván Espinosa de los Monteros se antoja el acontecimiento político más interesante de lo que queda del año. Aquí la entrevista de lanzamiento, homenaje a la razón y a la batalla por la razón. A nadie se le oculta que, según quiénes lo vayan integrando y nutriendo, puede convertirse en un actor político disruptivo para el PP y para Vox. O su mediador.