Brecha generacional
«El presente de los mayores no es el futuro de los jóvenes. La generosidad del sistema de pensiones adelanta su necesaria corrección, y a ellos les pillará de lleno»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Una de las cuestiones que peor se suelen interpretar es la de las diferencias de renta y riqueza. Por ejemplo, una parte no desdeñable de las diferencias de renta se explican simplemente por la edad. Si dividiéramos la sociedad en cinco grupos iguales, por orden de menor a mayor nivel de renta, comprobaríamos que esa distinción se corresponde también con la edad. Los jóvenes comienzan su carrera en las primeras escalas de la escalera laboral, y a medida que van ganando años y experiencia mejoran también la renta de su trabajo.
Si, en ese camino, han ahorrado algo y lo han invertido juiciosamente, quizás en una casa o en una pequeña cartera financiera, irán ampliando su renta laboral con otro tipo de renta. De hecho, el ciclo económico vital tiene mucho de esto: primero se convierte la renta en riqueza, para que cuando las fuerzas o el ánimo flaquean convertir esa riqueza en renta.
En este cuadro, al que le hemos dado dos brochazos, hay un elemento que lo condiciona todo: el sistema público de pensiones. Es un sistema que divide la sociedad en dos: los que pagan y los que reciben. En el centro del sistema está el Estado, que obliga a primeros a contribuir, para repartir los ingresos entre los segundos, después de quedarse con una coima para sí mismo. Y el Estado está sometido al proceso político, que está determinado por los intereses de los políticos a corto plazo; no el de los ciudadanos, y no a largo plazo. Y si algo caracteriza al sistema de pensiones, es el largo plazo.
Los políticos deciden dónde se pone la linde entre los que pagan y los que cobran. Esa linde está en los 66 años y ocho meses, pero un exministro adelantó que debía correrse hasta los 75 años. También deciden lo generoso o cicatero que sea el sistema. El actual Gobierno, cuyo horizonte temporal es el del escándalo de corrupción que publicará la prensa al día siguiente, no ha tenido problema con permitir que las remuneraciones crezcan de forma muy importante.
Tiene que ser así. Es (todavía) un sistema contributivo, y cada uno recibe en función de lo que aporta. Los que entran nuevos en el sistema aportan más que los anteriores, y eso explica el aumento sin remisión de las pensiones medias. Llega el baby boom a la jubilación, y ello explica el aumento en el número de pensionistas. Los intereses de una clase política miope no puede dejar de fijarse en el poder demográfico, ¡electoral!, de los mayores. Ellos no quieren líos, ni aventuras, ni cambios. Votan al PSOE y al PP. Sánchez no va a jugar con sus expectativas. Vende al Estado con tal de asegurarse siete votos de Junts, ¿cómo no va a vender el futuro para asegurarse el de millones de pensionistas?
«Entre 2008 y 2023, la pensión media ha crecido en términos reales un 28,6%, mientras que los salarios reales han caído 2,3 puntos»
Además, se jubila una generación que ha conocido la prosperidad. Nosotros no la vemos desde hace 20 años, pero ellos la vivieron, y han podido acumular un cierto patrimonio. El ahorro de una generación que ha prosperado explica una parte de su situación actual.
Pero las noticias no son buenas para todos. De hecho, lo que estamos viendo, desde una década antes de que Sánchez llegase al poder, es una creciente brecha generacional. El Instituto Juan de Mariana, del que soy socio, ha publicado un informe muy relevante que habla precisamente de eso. Los mayores progresan, y los jóvenes se estancan. Entre 2008 y 2023, la pensión media ha crecido en términos reales un 28,6%, mientras que los salarios reales han caído 2,3 puntos.
Un párrafo resume gran parte de las conclusiones del informe: «El actual sistema fiscal, de transferencias y de pensiones ha favorecido de forma creciente a los mayores en detrimento de los jóvenes, hasta el punto de situar sus rentas disponibles en niveles iguales o superiores a los de los trabajadores de menos edad. Este proceso ha apuntalado una estructura de inequidad intergeneracional en la que los trabajadores más noveles parten con salarios más bajos y con menor acceso a la vivienda que las anteriores generaciones de su edad. Mientras tanto, su carga fiscal va a más, en términos comparados, apuntalando así el desequilibrio».
El distinto camino de las rentas tiene reflejo en la distribución por edad de la riqueza. En 2002, los menores de 35 años poseían el 7,5% de la riqueza, y dos décadas después sólo tenían el 2%. La riqueza mediana de los nacidos en los años 80 es casi la mitad que la de los nacidos en los años 60.
Lo peor de todo ello es que la situación que comentaba al arranque del artículo, basada en un informe realizado en los Estados Unidos, no describe la situación de España. El presente de los mayores no es el futuro de los jóvenes. La generosidad del sistema de pensiones adelanta su necesaria corrección, y a ellos les pillará de lleno.