The Objective
Antonio Caño

Una inoportuna paz en Gaza

«La perspectiva de un acuerdo negociado excluye a Gaza de la agenda agitadora de la extrema izquierda española»

Opinión
Una inoportuna paz en Gaza

Alejandra Svriz

Doy por hecho que en unos pocos días más nos habremos olvidado de Gaza. Aquella tragedia parece haber enfilado un rumbo en el que pierde valor para el activismo europeo, muy especialmente el español. Incluso aunque naufrague el plan de paz defendido por Donald Trump, cosa más que probable, la actitud tanto de Hamás como del Gobierno israelí hace pensar que podemos encontrarnos ante una tregua que alivie algo las penalidades a las que está sometida desde hace un año la población palestina de ese territorio.

Hay que reconocerle a Trump y, sobre todo, al responsable de su política exterior, Marco Rubio, el mérito de haber mantenido viva al menos unos días una propuesta en la que nadie creía y que repugnaba de entrada a los principales protagonistas del conflicto: Hamás y Benjamin Netanyahu. El primer ministro de Israel se vio forzado en la Casa Blanca a aceptar una iniciativa que no encaja en sus planes y que hace peligrar su futuro político. Netanyahu sabe que en cuanto acabe la guerra, acaba también su cargo.

Hamás igualmente se sintió obligado a decir sí con condiciones para ganar algo de tiempo y de oxígeno en una guerra que no puede ganar, pero jamás aceptará una paz verdadera porque eso significaría darle la razón a la Autoridad Palestina y, por tanto, reconocer su fracaso como proyecto nacional, que no es otro que el de construir un Estado palestino mediante el terrorismo y la eliminación completa del Estado de Israel.

Aunque les duela, es preciso decir que la posición de la extrema izquierda española ha estado desde el principio más próxima a la de Netanyahu y Hamás que a la paz que con tanta verborrea proclaman. Desde el primer día, los principales dirigentes de ese espacio político se abalanzaron a descalificar la propuesta de Trump y a rechazarla categóricamente, lo que demuestra, además de su cinismo, su ignorancia, puesto que cualquiera que conozca algo el conflicto de Oriente Medio debería de saber que cualquier proyecto que incluya la perspectiva de un Estado palestino independiente iba a ser apoyada por la Autoridad Palestina, por los países árabes y por Europa.

Claro que no era ese el plan de la izquierda española. Nunca lo fue. Nunca se buscó realmente una paz realista en Gaza, sino un banderín de enganche del último ciclo de movilizaciones. Se ha hablado de paz de una manera tan quimérica y superficial que es lo mismo que no hablar de paz en absoluto. «Una paz justa», decían algunos de los líderes de las manifestaciones de los últimos días, las mismas en las que se gritaba a favor de la desaparición del Estado de Israel.

Es difícil que el plan de Estados Unidos salga adelante. Lo más probable es que tropiece en alguno de los muchos obstáculos que surgirán en cuanto se empiecen a negociar los detalles. Pero, mientras tanto, la matanza se interrumpirá, el Gobierno israelí –ese al que nuestro gobierno llama «genocida»– será interlocutor en esas conversaciones. Los países que han tenido la precaución de mantener puentes con las dos partes podrán ejercer una necesaria labor mediadora y, ¿quién sabe?, tal vez ocurra un milagro y se acabe encontrando una solución, aunque sea temporal.

«Sánchez pierde una causa que le ha permitido durante unas semanas sacar cabeza del fango de corrupción en el que ha metido a su partido»

Pero todo ese proceso deja ya de interesar a nuestra izquierda agitadora. También Pedro Sánchez pierde una causa que le ha permitido durante unas semanas sacar cabeza del fango de corrupción en el que ha metido a su partido. Así es que probablemente Gaza deje pronto de ser un asunto de atención prioritaria. «¡Qué inoportuna negociación, justo cuando menos la necesitábamos!», debieron pensar en Moncloa. El regreso en avión de los integrantes de la flotilla –metáfora cruel de un proyecto ridículo– puede ser la última hora de gloria que Gaza permita a todo este mundillo político.

Retirados de la pista los comediantes, quedan ahora sobre ellos quienes verdaderamente tienen responsabilidad e interés en la búsqueda de la paz.  

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