The Objective
Jorge Vilches

No habrá batucada en Ferraz

«Sánchez sobrevive porque existe una tropa capaz de protestar por algo lejano, pero que se queda en casa si su partido es pillado en una trama de financiación irregular»

Opinión
No habrá batucada en Ferraz

Ilustración de Alejandra Svriz.

Uno de los grandes historiadores españoles, de esos que atesora más premios que Rafa Nadal y que ha visto pasar regímenes, gobiernos y presidentes, me dijo que Sánchez no va a salir de Moncloa por las buenas. Alegué que un par de guardias civiles portando una sentencia condenatoria impresiona más que un primer plano de Ada Colau. Mi historiador movió la cabeza y sentenció: «Este tío tiene un perfil psicológico que le inhabilita para cualquier decisión honesta y responsable». Ningún gobernante anterior se había mostrado más reacio a asumir su debilidad y errores, su incapacidad para gobernar, la indecencia de sus pactos o la corrupción que le rodea. «Hasta Adolfo Suárez, el chusquero de la política, decidió irse cuando se vio sin apoyos», me recordó el historiador. 

«Dependemos de los jueces, pero si el Gobierno asalta la independencia del Poder Judicial con sus hombres y sus leyes, estamos perdidos», advirtió. El citado historiador conoce bien la política hispanoamericana desde mediados del siglo XX. «Esto lo han visto antes al otro lado del Atlántico, y pinta mal. Nadie nos va a ayudar. Si alguien piensa que la Unión Europea de Von der Leyen lo va a impedir, está apañado», dijo antes de dar media vuelta para acercarme un ejemplar de un libro suyo. Fuera se oía una batucada perpetrada por señoras mayores vestidas con mallas negras, las mismas con las que hacen zumba en el gym, al son de un tipo con greñas y kufiya.

Un tirano se apoya en gente así, movilizable, emocional, que no atiende a razones, que se atribuye una misión histórica desde su superioridad moral, que repite eslóganes sin saber su contenido, y que desprecia a todo el que no piensa igual. El tipo de gobernante que encarna Sánchez sobrevive porque existe esa tropa capaz de protestar por algo lejano, pero que se queda en casa si su partido de izquierdas y en el gobierno es pillado en una trama de financiación irregular.

Jamás veremos a estos coros y danzas en la puerta de Ferraz dando la tabarra con una batucada, y repitiendo consignas de limpieza democrática. Tampoco nos deleitarán con sus piezas tamboriles si los dirigentes de izquierdas, del PSOE mismamente, malversan dinero público para irse de putas. Ahí el feminismo radical, con malla o sin ella, se vuelve tan transparente que es invisible.

El gobernante inmoral y autoritario se apoya en esas multitudes que tienen una doble vara de medir. Me refiero a esas personas que aplauden a Barbie Gaza cuando dice que es mentira que los terroristas de Hamás violaran a chicas israelíes, pero creen a pie juntillas que los perroflautas de la Flotilla fueron maltratados. Son esos que se dicen muy pacifistas, pero vieron «lógico» el asesinato del «ultra» Charlie Kirk. Son esos que hablan de «genocidio», pero aplauden a Hamás y exigen eliminar a los israelíes desde «el río hasta el mar». Son los mismos que dicen que el plan de paz presentado por Trump es una infamia «inaceptable», pero ha sido apoyado por los países árabes del entorno, especialmente Catar, y Hamás ya está negociando. Claro que, ya puestos a indagar, pide a las señoras de la malla que señalen en el mapa dónde está Catar.

«Las izquierdas españolas están tan desbordadas por la realidad que han decidido suspender la memoria y la razón»

Con una feligresía así, Sánchez no tiene motivo para dejar Moncloa. Si carece de presupuestos desde hace años, da igual. Si corona a Puigdemont, es lo mismo. Si establece un cupo catalán que rompe la caja única, por algo será. Si anuncia el embargo de armas y alta tecnología israelíes, pero luego comprueba que no puede, pues importa un comino. Si Otegi dice que siempre ha sido pacifista y defensor del derecho a la vida, quién eres tú, pedazo de ultra, para decir que no es verdad. Es más; hasta el delegado del Gobierno en Madrid, fiel mayordomo de la Casa Sánchez-Gómez, dijo que Bildu había hecho más por la democracia «en este país» que toda la derecha junta, y no pasa nada.

Estoy convencido de que las izquierdas españolas están tan desbordadas por la realidad que han decidido suspender la memoria y la razón, como en su día anularon la ciencia para decir que un hombre es una mujer si así lo siente. Han preferido agarrarse a un compendio mal pertrechado de mitos y moralinas para compensar el proceso de borrado de la Ilustración en el que viven. Estas izquierdas han retrocedido tres siglos para volver a las tinieblas, a la superstición, a la fe en la ideología como guía del conocimiento, a la vida inquisitorial, a la letra escarlata y a la ignorancia orgullosa.

Resulta que los que se presentaban como herederos de la Ilustración nos quieren sumir en la oscuridad de su dogma. Han sustituido el pensamiento político y el razonamiento por la propaganda y las emociones más básicas. Por eso cancelan y boicotean, insultan y desprecian, inventan jergas para conducir las mentes, y a continuación salen a la calle en forma de tribu para corear las consignas que otros inventaron y ser el atrezo de un político.

Me despedí del historiador llevando una caja de papeles antiguos y algún consejo que otro. Mientras, en las portadas de los periódicos aparecía Pedro Sánchez lamentando la muerte de Fernández Vara, a quien despreció en vida llamándole «impresentable» y «petardo». Hizo lo mismo con Javier Lambán. Y es que en la hoguera de las vanidades del PSOE solo cabe Sánchez, bueno, y alguna chistorra que otra.

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