The Objective
Tadeu

Macron, el rey que no quiso gobernar

«Nunca la cota de popularidad de un presidente había sido más baja en toda la V República. El país atraviesa, como es sabido, una crisis profunda de gobernabilidad»

Opinión
Macron, el rey que no quiso gobernar

Ilustración de Alejandra Svriz.

Tras una semana de opereta à la Offenbach, con un gobierno cesante ocupado de los asuntos corrientes a las 14 horas de haber sido nombrado en el diario oficial, con ministros criticando a ministros, Macron, responsable de que la V República se parezca cada vez más a la IV, mandó el viernes desde el Elíseo una convocatoria a las 2 de la madrugada para reunirse con todos los partidos del llamado Arco Republicano (es decir todos, pero no los dos de los extremos, a derecha e izquierda, que suman en votos más de la mitad del electorado). Parece que de poco ha servido. Con esta otra mitad intenta sacar adelante un nuevo gobierno y un nuevo presupuesto operativo para evitar la bancarrota del país. 

Todo esto ocurre desde que disolvió inexplicablemente en 2024 una Asamblea que le era favorable y que, en nuevas elecciones, le deparó el parlamento más fragmentado de la historia de la V República, instaurada por De Gaulle en 1958. 

Macron había intentado conformar gobiernos para arrostrar la peor crisis en Francia de lo que va de siglo, con resultado catastróficos: no solo no le duran los gobiernos, sino que en los dossiers complicados (edad de jubilación, reducción del gasto público, función pública, ayuda a los agricultores (salvo el estatuto de co-independencia de Nueva Caledonia –el único en el que parece haber un consenso gracias al trabajo del ministro de Estado y número 3 del Gobierno Manuel Valls–) ha logrado un clima de guerra civil.

Ahora vuelve a nombrar a Sébastien Lecornu, el primer ministro más breve de la historia (14 horas, repítase), para que vuelva a fracasar, sin duda, fracasando mejor, pues nada parece haber cambiado. La única posibilidad de que no capote el barco como los anteriores vendría de un eventual apoyo exterior del Partido Socialista, si es capaz de romper con su dependencia de los islamo-izquierdistas insumisos, con los que fueron de la mano con un Nuevo Frente Popular para lograr algunos escaños por el sistema de desistimiento en favor del partido de izquierda mejor situado en segunda vuelta: como si en España, en una segunda vuelta pasaran un socialista, uno del PP y uno de Vox, y el de Vox se retirase en un distrito a cambio de que en otro distrito fuese el del PP el que se retirase en favor del de Vox. Así explicado parece complicado, pero es de lo más sencillo. Se trata siempre de votar en contra de alguien, y uno de Vox o uno del PP siempre obtendrán el voto del que vota contra Sánchez. Para decirlo en rajoyano: «Es el diputado el que quiere el elector que sea el diputado que no sea el diputado (del bando contrario)». Triste France, doux pays de mon enfance

Coda 1) Jurados en Oslo. Todavía los hay. Contra todo pronóstico, la Academia del Nobel de la Paz se ha galardonado a sí misma al otorgar su premio a la líder opositora venezolana Corina Machado. En un año en el que hasta se llegó a especular con la autocandidatura de Trump, apoyada por Netanyahu, criminal de guerra, lo fácil, lo esperable, lo escandinavamente correcto habría sido premiar a la Unwra, esa agencia para los palestinos que es pro Hamás y 19 de cuyos miembros acusados participaron en el pogromo del 7 de octubre.

Por lo tanto, Oslo no solo premia a Machado, sino que además deja de premiar a otro. Y a Trump. En España el silencio del Gobierno ha sido atronador. El de la Corona, desolador. La embajadora de buenos y mejores oficios de Machado, Cayetana Álvarez de Toledo, tomará pronto la palabra, oral u escrita, para salvar el honor patrio.

Coda 2) Pantenonizable. Quien no sea «Charlie» es que no ha entendido nada (como el papa Franciscus, como lo llama Feijóo), y principalmente que Charlie Hebdo no es que no tenga nada contra los musulmanes, sino que siempre ha querido que los musulmanes se consideren (a sí mismos) ciudadanos de primera. Charlie se sigue publicando desde hace 20 años, en una sede secreta y con permanente protección policial, porque el mal nunca duerme. Y sin ninguna ayuda institucional ni ingresos publicitarios. Vive de sus caricaturas y de la libertad de expresión por la que fueron asesinados ocho colaboradores, entre ellos su director, el inmortal Charb, al que hoy hay que inmortalizar también oficialmente.

Firme aquí, (incluso antes de leer lo que sigue). Con el apoyo de Charlie Hebdo, la familia de Charb ha transmitido oficialmente esta petición al presidente de la República.

Señor presidente de la República:

Hace veinte años, el diario danés Jyllands-Posten publicó las caricaturas de Mahoma que, posteriormente, Charlie Hebdo reprodujo en nombre del principio de la libertad de expresión y de caricatura.

Nueve años más tarde, Charlie Hebdo fue víctima de un atentado terrorista islamista que acabó con la vida de ocho dibujantes y colaboradores del periódico. Este suceso marcó profundamente a la nación y tuvo repercusión internacional. Desde entonces, numerosas calles, plazas y lugares de Francia han sido bautizados con los nombres de las personas asesinadas ese día en Charlie Hebdo, lo que demuestra el deseo de muchos de nuestros conciudadanos de conservar este suceso en nuestra memoria colectiva.

En este contexto, nos gustaría inscribir definitivamente este acontecimiento en la historia del país, mediante un acto contundente y unificador. Creemos que sería legítimo trasladar al Panteón las cenizas de Stéphane Charbonnier, conocido como Charb, director de la publicación Charlie Hebdo en el momento del atentado del 7 de enero de 2015, en el que perdió la vida.

Esta propuesta que le presentamos rendiría homenaje al compromiso de Francia con la libertad de expresión de los periodistas, los dibujantes y todos los ciudadanos, así como con el antirracismo, la justicia social y la laicidad, valores eminentemente republicanos por los que Charb luchó toda su vida y que reúnen a la gran mayoría de los franceses de todas las opiniones y confesiones. Esperamos que esta solicitud reciba su atención y obtenga su aprobación. Le rogamos, señor presidente, que acepte el testimonio de nuestro más sincero respeto.

Denise, Michel y Laurent Charbonnier.

Coda 3) La silla de la libertad. El primer Espada del periodismo español ha logrado, con su iniciativa, salvar el honor de España respecto a uno de los dos marroquíes condenados injustamente por violación en 1992 por la justicia española, delito que no cometieron. El primero, Abderrazak Mounib, condenado injustamente, por un parecido con el español violador, murió en prisión en el año 2000. 

En cuanto al otro, condenado también por el mismo caso y un mismo falso parecido, y a la espera de que se haga justicia con él, (Ahmed Tommouhi, habiendo pasado 15 años en prisión, fue declarado inocente en 2023 por el Tribunal Supremo que en 2025 ha considerado que no cabe indemnizarlo porque la sentencia de la Audiencia Provincial no fue un «error evidente»), ha obtenido la silla de ruedas que necesitaba y que no ha podido sufragarse; ha sido por suscripción popular (aquí el gesto y la cuenta sigue tan abierta como el caso). No le devolverá los años de libertad amputados (ni resucitará a su compañero de la tragedia) pero sí es una pequeña muestra de la solidaridad de algunos ciudadanos que, más allá de ideologías y orígenes, han querido decirle a Tommouhi que no está solo. Y que tiene en España al menos un puñado de amigos, a los que no conoce, pero que ellos sí lo conocen.

Como dice aquí su abogada, pro bono, Celia Carbonell: «Dice Ahmed que ahora se ha cometido doble error judicial. Razón no le falta. Como siempre, desde el primer día y durante todos los que se ha mantenido en pie manifestando su inocencia. Seguimos y seguiremos en esta lucha. Con dignidad, no se olviden. Ojalá sean muchos los que nos acompañen».

Peticionemos para que se le conceda la nacionalidad española. Y a su compañero a título póstumo. Es lo mínimo que el Estado español le(s) debe, a la espera de que se le haga justicia. Y la primera firma debiera ser la que fuera presidenta de la Sección 9ª de la Audiencia Provincial de Barcelona, la excelentísima Doña Margarita Robles Fernández, que no quiso examinar todas las pruebas.

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