Bolaños, la copia del jefe
«El ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, el ministro tres en uno, es en sí mismo la negación de la separación que nos descubriera Montesquieu»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Tengo alguna vez escrito que las raras ocasiones en las que Pedro Sánchez escoge a sus colaboradores entre gentes con estudios, el resultado es aún peor que cuando los elige a su imagen y semejanza. No hay, entre los 22 ministros de su Gobierno, chusma tan envilecida como los dos ministros que se escapaban de la ramplonería media del gabinete. Pongamos que hablo del ministro del Interior, que tenía a sus espaldas una carrera como juez que a muchos, mea culpa, nos dio el pego. Digamos que hablo también del ministro de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, el ministro tres en uno, un tipo que es en sí mismo la negación de la separación que nos descubriera Montesquieu. Letrado asesor del Banco de España, no pierde ocasión de hacer méritos ante su jefe, demostrándole que le imita en todo, incluso en sus más deplorables carencias.
Los miércoles son días de mucho estrés para él, porque le toca responder a las preguntas que le dirige la diputada popular Cayetana Álvarez de Toledo, cuyas somantas dialécticas se han convertido en el suceso parlamentario de la semana. El hombre hace frente como puede al trance, con las mismas armas que el presidente del Gobierno, a saber: mintiendo y no respondiendo nunca a lo que se le pregunta.
Este miércoles fue un día especialmente duro para él. Tuvo que ver a Miguel Tellado mostrándole una foto de la celebración del 60º cumpleaños de José Luis Ábalos en el restaurante que había buscado Aldama. «Allí estaban todos: Sánchez, el huido Grande-Marlaska, Mª Jesús Montero, Teresa Ribera y hay un señor que se parece a usted, yo diría que es usted. Dígame, ¿le cantaron todos ‘porque es un chico excelente, porque es un chico excelente’?».
Y luego le tocaba el turno a Cayetana, mucha mujer para este chisgarabís: «El viernes le preguntaron por el Premio Nobel a María Corina Machado. Usted no quiso felicitarla, ni siquiera nombrarla. Eso sí, dijo que el Gobierno trabajó intensamente para liberarla el tiempo que estuvo en prisión. ¿Nos puede explicar por favor en qué consistieron esas intensas gestiones?».
Algo debía de maliciarse el bolardo Bolaños porque contestó como suele, sin responder a lo que se le pregunta y cuestionando la credibilidad de la diputada popular: «Su credibilidad como profeta del ocaso es la misma que tiene como propagadora del bulo del 11-M». Había empezado celebrando que el PP hubiera levantado el castigo a su interpelante. No sabe el pobre ignaro que la credibilidad o la falta de ella está en las respuestas. Las preguntas solo pueden ser pertinentes o impertinentes.
Cayetana le explicó lo que era falta de credibilidad y lo que era mentira: «El Gobierno no pudo trabajar intensamente para liberar a María Corina porque María Corina nunca ha estado en la cárcel. Perseguida sí, hostigada sí, presa nunca. Usted ya miente por defecto como Pedro Sánchez, que ayer dijo que él no se pronuncia sobre los Nobel y resulta que tiene un historial de felicitaciones. Vuelven con Franco, ¡con Franco, pero si no se atreven a llamar dictador a Maduro…!». El asunto es todavía más grotesco si tenemos en cuenta que este mindundi nació un mes después de la muerte del dictador. «Por eso, señorías –remató Cayetana in bellezza– María Corina encarna la paz civil, lo contrario de lo que ustedes promueven. Les pido que aplaudamos en pie a María Corina Machado, heroína de la democracia, premio Nobel de la Paz». Solo se levantaron los diputados populares. Fue muy llamativo que los diputados de Vox se quedaran con el culo pegado a sus asientos: ni se levantaron ni aplaudieron.
Este tipejo, mentiroso compulsivo, terminó acusando a Cayetana de complacencia con las dictaduras de Franco y de Videla. Eso es con toda seguridad producto de la ignorancia. Le habría bastado leer su autobiografía Políticamente indeseable para ahorrarse proferir la estupidez, porque en ella deja clara su nula afinidad ética, estética y política con las dos dictaduras citadas. Cayetana Álvarez de Toledo nació en Madrid en 1974 y vivió en Londres hasta 1981, en que volvieron a Buenos Aires tras la caída del general Jorge Rafael Videla, que había dado su golpe en 1976. Pero total, a él qué más le da, si habla para gente como Patxi López, Pilar Alegría, Yolanda Díaz y otra patulea de parecida e insuficiente alfabetización.