Funeral o manifestación
«El orden de las cosas exige que el primer responsable del desaguisado sea el presidente del Gobierno, el tipo que dijo: ‘Si quieren ayuda que la pidan’»

Ilustración de Alejandra Svriz
Hoy se va a celebrar en Valencia el funeral de Estado por las víctimas de la dana. Nos hemos enterado por los medios de que en esta ocasión sí va a asistir Pedro Sánchez porque es un funeral laico. Este detalle parece suficiente para que el galgo de Paiporta se considere a sí mismo el dueño de la ceremonia y se crea autorizado para determinar quién puede y quién no debe acudir a manifestar su condolencia con las 229 víctimas de la tragedia.
Y ha venido a establecer este palurdo que la responsabilidad principal de la inundación y la culpa de sus víctimas mortales hay que cargarla en la cuenta del presidente de la Generalidad valenciana, Carlos Mazón. Es asunto no menor el hecho de que, ante una catástrofe como la acaecida en Valencia aquellos días finales de octubre de 2024, el socialismo y sus adláteres no encabecen un acto de duelo que incluya a todas las fuerzas políticas de España, haciendo de la convocatoria un gesto de solidaridad con los ahogados y sus familiares y con todas aquellas personas que se hayan visto perjudicadas por la pérdida de sus viviendas, vehículos y otros enseres.
Al contrario, han buscado culpar a los adversarios de los daños y sacar de ello provecho político y económico. Una prueba de ello fue el mantenimiento del pleno del Congreso del día 30 de octubre, cuando ya se disponía de un balance muy aproximado de las víctimas mortales. A las once y media de la mañana, Pedro Sánchez hacía una declaración institucional sin definir aún los tres días de luto previstos y Ferraz anunció que en esos tres días no se harían declaraciones. El PP planteó suspender el pleno que tocaba de control al Gobierno. Era miércoles. El PSOE aceptó y de la misma convocó otro pleno extraordinario con un único punto del orden del día, consumar el asalto a RTVE por el sanchismo y sus aliados.
El socialismo realmente existente alardeó de virtud: «La confrontación política tiene sus momentos, pero hoy es la hora de la unidad en el dolor». Al tiempo que tal decía, el Grupo socialista había acordado y contado a los periodistas quiénes iban a ser los 11 consejeros del ente público RTVE. Y lo fueron. Entre ellos figuraban Angélica Rubio, que había sido directora de Comunicación de José Luis Rodríguez Zapatero.
Entre sus méritos hay que destacar el hecho de que después, siendo directora de El Plural, fue la inventora y propagadora del bulo de que el juez Peinado, instructor de las causas que asedian a Begoña Gómez, disponía de dos carnés de identidad como propietario de varios inmuebles. No pensó por un momento esta pobre descerebrada que tal circunstancia es imposible y que el fenómeno admitía una explicación alternativa: que el juez tuviese un tocayo, una persona distinta con sus mismos nombre y apellidos y con un DNI diferente, como es natural.
En el mismo enjuague, Félix Bolaños colocó a su jefa de prensa, Esther de la Mata, como consejera del ente. Au dessus de la mêlée votaron aquella mañana desastrosa a José Pablo López, que estaba llamado a presidir el contubernio. Él había sido el director de Contenidos de la Corporación RTVE, que fue cesado y bien cesado a propuesta de Elena López, anterior presidenta interina de la casa, por el fichaje de David Broncano.
El día 29 en que el dios de la lluvia lloraba sobre Valencia sorprendió a Sánchez en viaje a la India en compañía de su tantas veces imputada Bego. Mientras los valencianos se ahogaban, la pareja presidencial visitó Bollywood, la meca del cine hindú, él dio una rueda de prensa y canceló su agenda durante cuatro horas y media para dar un paseo por Bombay y cenar en amor y compaña con la mujer de la que está profundamente enamorado.
Si no son capaces ustedes de distinguir esto del almuerzo con sobremesa larga que Mazón mantuvo en El Ventorro con la periodista Maribel Vilaplana, a la que después acompañó hasta el parking, es que no saben ustedes lo que es el amor verdadero. He sostenido repetidamente que Feijóo tendría que haber exigido la renuncia al presidente valenciano, por comportamiento inadecuado y por haberse erigido en cabeza de turco para las maniobras de Pedro Sánchez, en el cordero de Dios que borra los pecados del PSOE. Claro que nunca es tarde si se lo propone. Quizá esté aún a tiempo. Como diría el cantamañanas de La Moncloa: «Ánimo, Alberto».
El orden de las cosas exige que el primer responsable del desaguisado sea el presidente del Gobierno, el tipo que dijo: «Si quieren ayuda que la pidan», el fulano que rechazó la oferta de ayuda extranjera, concretamente los 200 bomberos ofrecidos por Francia, según denunció del ministro del Interior galo, Bruno Ratailleau. Tampoco aceptó la del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, un avión con material de emergencia y 300 rescatistas, ni el ofrecimiento del presidente argentino, Javier Milei, a través de su embajador en Madrid, que tampoco fue aceptado.
Hoy, a la hora de un funeral que el Gobierno va a convertir en manifestación contra sus adversarios, los damnificados de la dana siguen esperando las ayudas. Como los del volcán de La Palma desde hace más de cuatro años.